Las coronas de Navidad se ven muy bien colgadas en la puerta principal de la casa, en una ventana o en una pared interior. Tuvo sus orígenes en los “ramos de muérdago” de los viejos tiempos, ya que en el pasado, se cubrían los aros de barril con ramitas de alguna planta que se mantuviera verde en el invierno, como símbolo de vida eterna. Estas plantitas se entretejían con cintas y se adornaban con bolitas y manzanas rojas. Del centro, colgaba una rama de muérdago.
¿Qué vas a necesitar?
- 1 o 2 ganchos de alambre para colgar ropa (con dos lograrás hacer una mejor base para la corona)
- Ramas de follaje verde (las ramas de pino te van a quedar más lindas, pero las de roble o hiedra también te pueden servir, ya sean solas o mezcladas)
- Dos cintas de 1,5 metros, ambas de distintos colores (por ejemplo, rojo y verde; rojo y dorado; verde y dorado)
- Adornos
- Campanas
- Nueces
- Vainas pintadas
- Guirnaldas en colores metálicos
PASO 1: Forma círculos con los ganchos; unilos con pedacitos de cinta o de soga.
PASO 2: Cubrí los extremos curvos enrollándolos con cinta. Templá bien la cinta. Hacé un nudo bien apretado en el lugar en donde el extremo curvo se une con el aro.
PASO 3: Enroscá las ramas alrededor de los aros de alambre. Seguí enroscando hasta que no se vea por ninguna parte el alambre y hasta que la corona quede bien gruesa (para que no se te salgan las puntas de las ramas, las podés ir agarrando con una hebra de hilo verde).
PASO 4: Enrollá las cintas, sin apretarlas, alrededor de las ramas dejando dos colas largas de cada color en la parte de abajo de la corona.
PASO 5: Decorá con bolitas navideñas, campanas o nueces y vainas de semillas pintadas, guirnaldas, o una mezcla de todos esos adornos.