INTERÉS GENERAL

De madres y maternidades

Los problemas, las incertidumbres y los miedos que aparecen durante esta etapa en las mujeres sin importar la edad que tengan.

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Con 21 años y su mirada noble, tal como cuando lo conocí en su infancia, iniciaba una nueva etapa en su vida. Se mudaba de la casa de su mamá para empezar a vivir solo, iniciando el camino de las responsabilidades de su incipiente adultez (trabajo,
administración de gastos, autonomía). Estaba radiante por el comienzo de esta nueva etapa y también porque esa independencia aún lo mantenía cerca de su madre para estar atento a ella y cuidarla.


“Pasaron cosas...”, había posteado su mamá en una historia de sus redes sociales junto a una imagen de ella y su hijo en la infancia, en un ámbito muy especial y significativo para ambos, el autódromo. Y si, habían pasado cosas. Habían transcurrido años de amor, cuidado, dedicación, acompañamiento, apoyo incondicional, aciertos, errores, momentos difíciles, alegrías, logros, pérdidas.

 

Habían pasado cosas, las cosas que pasan en la vida, las cosas que atravesaron juntos en esa relación especial y única entre una madre y su hijo. Amor incondicional había pasado, una mamá que sembró amor y hoy cosechaba valoración, reconocimiento, cuidado y lealtad de su hijo. Se amaban uno al otro y habían construido un vínculo de amor incondicional, confianza y cercanía emocional. El modo en que se miraban lo expresaba de manera contundente. Ambos habían crecido y estaban iniciando una
nueva etapa de sus vidas. Sin dudas, habían pasado cosas...Y así, no siempre sucede.


A sus 45 años y con dos hijos, ella evitaba visitar asiduamente a su madre. “No me hace bien, me lastima estar con ella” repetía una y otra vez como si necesitara escucharse. El dolor se dibujaba en su rostro cuando lo decía. Su madre utilizaba cada
encuentro como un escenario propicio para descalificarla, mostrarle su desaprobación y hacerle saber que no era la hija que hubiera anhelado tener. Las palabras de su madre, sus gestos despectivos y actitudes rechazantes, eran dagas que se clavaban
en su autovaloración. Desde niña recibía las críticas destructivas de su madre, precisamente cuando más necesitaba su aprobación. Cuando fué adulta la crítica negativa, el rechazo y la desaprobación continuaron hasta dejarla sumida en un
estado depresivo.

Para su madre, la carrera que había elegido no era la adecuada, ni el modo en que vestía, tampoco su pareja y menos aún el modo en que criaba a sus hijos. Su cercanía la dañaba. Su maternidad narcisista había alejado a su hija de ella porque no recibía de su madre el amor que necesitaba. Se alejaba porque el desamor de su madre la dañaba. Nadie podía juzgarla. Es natural alejarnos de aquello que nos daña y acercarnos a los que nos causa bienestar.

No todas las historias de maternidad son iguales, por eso es necesario la escucha de todas y la no idealización de “la maternidad” como si todas las madres fueran representantes de ese ideal. Cada maternidad es única y cada hijo tiene su propia
historia que contar, de amor o de dolor, de aceptación o de rechazo. La madre es la figura principal de apego con sus hijos, sin embargo no todas las maternidades son iguales.

¿Cómo ser una buena madre para mis hijos?

Es una pregunta que se reitera en la consulta y lo que sucede es que la sobrevaloración de la maternidad y la sobrecarga que esto implica para la mujer le hacen aspirar a un ideal de perfección inalcanzable. “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”, suelo decirles, porque no se trata de ser una madre “perfecta” sino una madre “suficientemente buena”. No solo que ser perfecta es imposible sino que ni siquiera es algo sugerible.

¿Cómo es una madre suficientemente buena?

Una madre suficientemente buena “es afectiva sin ser posesiva”. Los hijos se desarrollan de mejor manera cuando establecen vínculos de apego con más personas (no solo con su mamá). Ellos necesitan la cercanía de otras personas para el desarrollo de sus habilidades sociales. Por eso compartir a los hijos y brindarles apertura al mundo, ser afectivas sin ser absorbentes ni dedicarse solo a ellos olvidándose de sí mismas, contribuye al mejor desarrollo de los hijos. Una madre suficientemente buena “brinda tiempo de calidad y variedad de tiempo compartido”.

Lo importante no es la cantidad de tiempo compartido con el hijo sino la calidad de este tiempo. Que sea un tiempo de juego compartido, de contacto visual y corporal, de palabras y buenos tratos. También es importante que haya variedad de personas que
compartan tiempo con el niño como el papá u otros familiares. La mamá no tiene que ser su único mundo.

Una madre suficientemente buena “confía en la capacidad de su hijo de superar ciertas dificultades, aprender a ser independiente y superarse”. Una madre perfecta no le brinda a sus hijos la oportunidad de aprender de sus errores, de superar dificultades, de equivocarse ni de buscar otros apoyos en los momentos en que ella está ausente.

Compararse con otras madres y comparar maternidades aspirando a la perfección esuna sobrecarga innecesaria. Cada mamá desde su propia historia, recorrerá sus aprendizajes de la mano de su hijo y juntos irán construyendo un vínculo tan único y
diverso como cada uno de ellos.

Lo importante es que el amor, la aceptación incondicional, la empatía, la cercanía afectiva, la comunicación, los límites establecidos con ternura y firmeza, el cobijo emocional y la nutrición afectiva estén presentes durante el ejercicio de las funciones
maternas.

Las maternidades son diversas y únicas, como en las historias que he compartido, donde cada hijo se vincula con su madre en razón de como se ha construido esa relación entre ellos. Es cierto que no hay un manual que enseñe a ser madre pero no
menos cierto es que hay profesionales que pueden brindar orientación en el adecuado ejercicio de las funciones maternas en pos del bienestar de los hijos, acompañando y sosteniendo a quienes llevan adelante esa inmensa tarea de entrega y amor.

Lic. Analia Forti
Licenciada en Ciencias para la Familia, Consultora Psicológica, Especialista en Crianza y
Salud, Mediadora Familiar, Escritora y Conferencista.
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