La trágica muerte de Gustavo Martínez, además del fuerte impacto de la noticia, puso en duda una certeza que estaba instalada desde que Ricardo Fort se hizo famoso y más todavía después de su muerte en 2013: que Gustavo Martínez, el tutor de Marta y Felipe, tenía una relación de armonía total con los hijos del empresario. En estos días, como derivación del fallecimiento de Gustavo, quedó expuesto que no todo fue color de rosas en ese rol que con mucha rigor asumió Martínez. Estuvo al lado de ellos, fue decisivo en su crianza, pero no es fácil la tarea para un padre, menos va a ser para un tutor.
La revelación de que Gustavo Martínez padecía de un incipiente Alzheimer y de que estaba deprimido seguramente incidió en que en los últimos tiempos la convivencia con los dos adolescentes no fuera fácil. Además, Marta y Felipe están a días de cumplir 18, de convertirse en mayores de edad, lo que iba a dejar sin efecto el rol de tutor de Gustavo. Ya lo era de hecho, porque los adolescentes obviamente se fueron manejando cada vez con más libertad. Y de los cuidados más domésticos se ocupaba Marisa, la niñera.
Pero hace no tanto esas tensiones no existían. Tiempos en los que los chicos ya sin papá -y obviamente sin mamá- encontraban contención en Gustavo. Por ejemplo, en 2015, dos años después de la muerte de Ricardo Fort, los chicos tenían 11 años y viajaron a Disney. Fueron al cuidado de Martínez y también de Marisa. Por entonces, a quienes les preguntaban, los chicos les decían que Gustavo era como "un segundo padre". Claro, eran niños, más dóciles, más obedientes. Y Gustavo tenía mucho de qué ocuparse con ellos.
Aquel fue un viaje hermoso, a una edad -¿hay alguna que no?- en la que la magia de Disney un niño la puede disfrutar al máximo. Estas fueron las fotos de aquel momento.
Seguramente los últimos tiempos habrán sido más difíciles. Y si los hijos suelen tener reproches en sus años adolescentes hacia sus padres, es lógico que Marta y Felipe los puedan haber tenido hacia Gustavo. Ni hablar sobre lo sucedido el día de su muerte. Pero nada de eso quita el respeto que se merece Gustavo por la tarea que asumió de criar a dos hijos que no eran suyos, por más privilegios económicos que eso le pudo haber significado.
Hoy Marta y Felipe están comprensiblemente dolidos y hasta enojados por lo que pasó. Con el paso del tiempo seguramente podrán aceptarlo y quedarse con lo mejor de Gustavo Martínez. Aquel del que alguna vez pensaron que era como un segundo padre.