ANGUSTIADA

Valeria Mazza habló tras el alta de Tiziano: “No paré de llorar, pensando en lo que podría haber pasado”

La empresaria se mostró más tranquila. Sin embargo, revivir todo lo que atravesó desde ese llamado, el domingo a la madruga, le generó un nudo en la garganta.

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En la madruga del domingo 5, Tiziano Gravier, el hijo de Valeria Mazza y Alejandro Gravier fue agredido de manera salvaje en la puerta de un boliche, en Rosario. Al joven de 20 años, que estaba con su hermano Benicio, le pegaron una trompada y le fracturaron la mandíbula. Gracias a su contextura física la situación no fue peor.

A partir de allí recibió las primeras curaciones en un hospital rosarino, le hicieron estudio, y fue trasladado a Buenos Aires, al Hospital Austral, donde fue intervenido quirúrgicamente. La operación salió bien, comenzó a evolucionar de la mejor manera, y esta tardecita le dieron el alta, para que continúe con la recuperación en su casa.

En la salida, Mazza charló con la prensa y dio sus sensaciones. En primera instancia, se refirió a los pasos a seguir. “El lunes tiene que ver al cirujano como está avanzando el tema de la operación, de los puntos, que la mayoría son reabsorbibles, pero algunos se pueden llegar a sacar”, empezó la empresaria.

Luego, dio detalles de la cirugía que le realizaron: “Además de las placas de titanio que le pusieron, tiene dos tornillitos arriba y dos abajo con unas gomitas. Eso es para controlar que no haya movimiento y, además, para relajar los músculos, porque como son músculos fuertes tienden a tirar y eso pude complicar”.

A continuación, contó cómo vivió y cómo está ahora: “Siento más alivio después de que pasó la operación. Verlos a él que está mejorando, me siento más aliviada. No veo la hora de llegar a casa y de que estemos los 6 juntos en casa, necesito unos cuantos días de nido lleno y el calor de la familia”.

“Pasamos por diferentes estadios. Primero, el recibir ese llamado en la madrugada, que es el fantasma que tenemos todos los padres cuando salen los hijos y no querés recibir. Después nos pusimos en mano de los médicos del Sanatorio Británico de Rosario, que nos atendieron súper bien, y después decidimos venir a Buenos Aires, estar más cerca de casa”, indicó Valeria.

Para cerrar, el desahogo: “El lunes, ya cuando llegamos a Buenos Aires…hasta el domingo estaba muy concentrada, expeditiva en lo que había que hacer, en mi hijo, pero el lunes me desmoroné por completo. Estuve llorando todo el día, pensado en lo que podría haber pasado, porque fue una trompada a toda la familia”.