“Le quiero agradecer de todo corazón a todos, y en especial a mi viejo, que no está acá, que no puede estar, pero lo tengo en mi corazón, así que… ya lo vamos a tener de nuevo por los pasillos”. Corrían los primeros días de agosto, Marcelo Gallardo concretaba su regreso a la dirección técnica en medio de una difícil situación familiar: su papá no estaba bien de salud. Tuvo una leve mejoría, incluso fue a algunos partidos al Monumentala ver al equipo dirigido por su hijo. Sin embargo, este 7 de diciembre, Máximo Gallardo, el papá del Muñeco, falleció. Tenía 71 años.
Un duro golpe para Marcelo, que hace unos meses también perdió a su amigo y representante de toda la vida, Juan Berros.
En el libro Gallardo Monumental de Diego Borinsky, Máximo contaba del nacimiento de su hijo: “Marcelo, nuestro primogénito, nació cuando yo tenía 22 años y Ana, la mamá, 17. Con ella nos conocimos en Merlo, éramos vecinos. Yo había nacido en Córdoba capital, en una familia de nueve hermanos, pero mi papá murió cuando tenía once y nos vinimos a Merlo". Además de Marcelo, tendrían dos hijas más: Marta y Paola.
Es importante destacar que los primeros pasos de Marcelo Gallardo en el fútbol los dio en el club Once Colegiales, ubicado en Parque San Martín, Merlo. En aquel entonces, su padre, Máximo Gallardo, era el entrenador del equipo de baby fútbol.
Máximo Gallardo, ferviente hincha de River Plate, se unió al club durante el primer ciclo de Marcelo como entrenador. Inicialmente, trabajó como reclutador, colaborando estrechamente con Gustavo Grossi, director del Proyecto Infanto Juvenil.
Tras finalizar su etapa como reclutador de talentos, a Máximo Gallardo, padre de Marcelo, se le presentó la oportunidad de asumir como entrenador del equipo Senior de River. Para él, esta actividad tiene un carácter recreativo, aunque no deja de compararla con el exigente trabajo que desempeña su hijo en el ámbito profesional.
En noviembre de 2014 había fallecido Ana, la esposa de Máximo, y mamá del Muñeco, luego de una larga lucha contra un cáncer.
También en el libro de Borinsky, Máximo contó sobre los primeros pasos de su hijo en el fútbol. "Marcelo entró en River y tuvo que dejar el secundario en primer año. Nosotros alquilábamos una casa tipo chorizo: la habitación nuestra daba a la calle, después venía la pieza de Marcelo y sus hermanas y luego el baño. O sea: nosotros teníamos que pasar por el cuarto de ellos para ir al baño. Y una vuelta pasé a las 3 de la madrugada y lo vi a Marcelo estudiando. Era muy duro todo: iba al colegio a la mañana, salía corriendo, comía un sándwich y nos íbamos de Merlo a River. Era un viajecito, eh. Había que tomar un colectivo hasta la estación de Merlo, el tren hasta Liniers y después el 28 hasta River. Los primeros años lo acompañábamos nosotros. A la noche estaba muerto. Entonces le hablé a mi señora: “Esto no camina, se nos va a enfermar si no duerme”. Marcelo tenía 13 años y le hablé. No podía hacerle elegir entre el fútbol y el colegio porque iba a elegir el fútbol. Entonces le dije: “Seguí con el fútbol pero me tenés que prometer que lo vas a hacer con total responsabilidad. Y si a los 18 años River te deja libre, vas a vivir del fútbol en otro lado”. Yo quería que, si dejaba los estudios por el fútbol, lo tomara como un trabajo. Y así lo hizo”.