Martin Demichelis resiste, pero parece tener las horas contadas como entrenador de River. Una nueva derrota el miércoles por la noche ante Godoy Cruz profundizó la crisis del equipo y los hinchas estallaron en las redes sociales pidiendo su renuncia. El técnico, sin embargo, afirmó sentirse con fuerza para seguir y en el entrenamiento del jueves por la mañana habló con el plantel y les aseguró: "Por más que me puteen 80 mil personas el domingo, estoy convencido de ustedes y de nuestro trabajo y vamos a sacar adelante esto todos juntos”. ¿Los jugadores lo apoyan? Allegados al plantel dicen que si, pero en la cancha ese respaldo no se nota. River juega cada vez peor individual y colectivamente. ¿Los dirigentes lo apoyan? Casi ninguno, pero sí contaría con la banca de quienes lo trajeron: el vicepresidente Matías Patanian y el manager, Enzo Francescoli, encargados de manejar el fútbol profesional de la instittución. ¿Y el presidente Jorge Brito? Se desconoce su postura porque hasta ahora delegó el manejo del área en su vice y en Enzo. Pero los cuestionamientos también le empiezan a llegar a él y la presión para que se involucre es cada vez mayor.
Así las cosas, Micho está decidido a no renunciar, confiado en que un triunfo en el Monumental ante Sarmiento de Junín el domingo le de un poco de aire para remontar la crisis. Claro que tendrá que atravesar un momento muy duro que es la previa del partido, cuando lo nombren por los altoparlantes, donde hasta ahora recibió silbidos en algunos partidos pero esta vez se presume una reprobación más virulenta. Y deberá atravesar un partido desde el banco de suplentes (sentado o parado al borde de la cancha) con un público que será hostil con él, y más si el trámite del encuentro no le es favorable al equipo.
¿Cuál es el principal factor que podría adelantar la renuncia de Demichelis? La presión familiar. En especial la de su mujer, Evangelina Anderson, que aceptó regresar al país en 2023 y dejar atrás una cómoda vida que se desarrollaba entre su casa en Munich, Alemania y otra en Marbella, España, para respaldar a su marido en su deseo de ser entrenador de River. Pero no a este precio. Porque además uno de sus hijos, Bastian, juega en las inferiores de River y habitualmente es alcanzapelotas en los partidos de la primera. Eva tiene mucho temor de que su hijo adolescente sufra este fuerte hostigamiento que recibe su padre e incluso que algunos hinchas puedan agarrársela también con el joven de 15 años. Para la modelo la idea de que a su marido y padre de sus tres hijos lo insulten buena parte de las 80 mil personas que irán al Monumental es demasiado. Ya en el último tiempo tuvo que limitar los comentarios en su propio instagram porque hinchas desubicados le escribían a ella (Demichelis no tiene redes) para fustigar a su marido y pedirle la renuncia.
Son horas decisivas para el entrenador que se debate entre su deseo de torcer una gestión que va rumbo al fracaso, las tensiones dirigenciales donde hay opiniones divididas sobre su continuidad y la familia que ya está con ganas de que tire la toalla para que el desenlace no sea peor.
Los dirigentes en una reunión del viernes por la tarde ratificaron su continuidad. Pero la presión de la familia pesa. El sueño de volver de Europa y triunfar en la Argentina se está convirtiendo en una dolorosa pesadilla.