Lavar ropa negra parece una tarea simple, pero muchos cometen un error clave que arruina las prendas a largo plazo: usar agua caliente.
Aunque parezca inofensivo, esta práctica contribuye directamente a que las telas oscuras pierdan su color más rápido y terminen luciendo apagadas o grisáceas.
El agua caliente debilita las fibras de la tela y hace que los tintes se desprendan con más facilidad. Esto no solo afecta la apariencia de la prenda, sino que también reduce su vida útil. Lo ideal, según especialistas en lavado y mantenimiento textil, es optar por ciclos de agua fría o, como mucho, templada.
Además, es importante dar vuelta la ropa negra antes de ponerla en el lavarropas. Este paso simple reduce la fricción directa con otras prendas y con el tambor de la máquina, lo que también ayuda a preservar el color.
Otro consejo útil es usar detergente específico para ropa oscura, ya que estos productos tienen fórmulas pensadas para proteger los pigmentos. Y por último, evitar la exposición directa al sol al momento del secado: lo mejor es colgar las prendas del lado del revés y en un lugar a la sombra.
Pequeñas modificaciones en tus hábitos de lavado pueden hacer una gran diferencia. Si cuidás estos detalles, vas a lograr que tu ropa negra se mantenga vibrante y como nueva por mucho más tiempo.