Aunque parezca una obviedad, muchísimas personas siguen confundiendo los compartimentos del lavarropas y eso puede arruinar la ropa, dejarla mal enjuagada o incluso dañar el propio electrodoméstico. Saber exactamente dónde va el jabón, el suavizante y el vinagre es clave para que el lavado sea efectivo y no haya manchas, restos pegajosos ni olores desagradables.
Los lavarropas automáticos suelen tener una bandeja con tres espacios marcados con símbolos: I, II y una flor. En el compartimento marcado con el número I se coloca el jabón para el prelavado (solo si activás esa función).
En el espacio marcado con el número II va el jabón del lavado principal, ya sea líquido o en polvo. Finalmente, en el compartimento con el símbolo de una flor va el suavizante o, si preferís una opción natural, vinagre blanco.
El vinagre es cada vez más usado como alternativa al suavizante convencional, ya que elimina olores, suaviza las telas y ayuda a mantener limpio el tambor del lavarropas. Si lo colocás correctamente en el espacio del suavizante, se liberará durante el enjuague y no dejará olor ácido en la ropa. Lo importante es no mezclarlo directamente con el jabón, ya que pueden anularse entre sí.
Colocar mal los productos —por ejemplo, poner el jabón en el lugar del suavizante o viceversa— puede generar varios problemas: desde ropa mal lavada hasta residuos pegajosos o marcas difíciles de sacar. Además, los restos de productos mal enjuagados pueden generar mal olor en el lavarropas y favorecer la acumulación de sarro o moho.
Para un lavado eficiente, se recomienda no excederse con las cantidades: usar la medida justa de jabón, no sobrecargar de suavizante y, si se usa vinagre, con un chorrito basta. Este simple ajuste en la rutina de lavado puede mejorar notablemente el resultado final y prolongar la vida útil tanto del lavarropas como de las prendas.