Hacer empanadas caseras puede ser un placer… hasta que llegan al horno o la sartén y se abren por completo, dejando el relleno desparramado y arruinando la presentación. Pero hay un truco simple y efectivo para evitar ese problema: el secreto está en cómo se sellan y en cómo se humedecen los bordes antes de cerrarlas.
El primer paso clave es humedecer los bordes de la masa con agua o huevo batido antes de hacer el repulgue. Esto ayuda a que la masa se adhiera mejor y no se abra durante la cocción. Si vas a hornearlas, el huevo batido también sirve para darles brillo por encima, pero al aplicarlo en los bordes interiores cumple la función de “pegamento” natural.
Otro consejo importante es no excederse con el relleno. Si cargás demasiado cada disco, será más difícil cerrarlas correctamente y la presión interna al cocinar puede abrirlas. Lo ideal es usar entre una y dos cucharadas por empanada, según el tamaño, y dejar espacio en los bordes para trabajar el repulgue con tranquilidad.
Una vez armadas, es fundamental presionar bien los bordes antes de hacer el repulgue. Si no sabés hacerlo, podés ayudarte con un tenedor para sellarlas con presión. Y si vas a freírlas, se recomienda llevarlas unos minutos a la heladera antes, para que la masa esté firme y no se abra con el aceite caliente.
Con estos tips, las empanadas no solo quedarán cerradas, sino que también mantendrán su forma, su relleno y su sabor. Ya sea al horno o fritas, lograr una cocción pareja y una presentación prolija es más fácil de lo que parece… solo hace falta prestar atención al detalle del sellado.