No llores por mi, Inglaterra es, sin duda, uno de los estrenos argentos del año. Ya sea por su maratónico rodaje o su elevado costo de producción, la película de Néstor Montalbano logra destacarse de los estrenos nacionales de cada jueves.
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La historia narra las andanzas del ventajero Manolete en épocas de invasiones inglesas. Cuando los europeos caen en Buenos Aires y deben hacer tiempo ante la llegada de refuerzos, el comandante Beresford decide presentarle a los criollos su invento tan preciado: el fútbol. Este deporte va a revolucionar el ambiente y todo mientras los ciudadanos planean la resistencia.
Acá, tres cuestiones que nos gustaron de una peli que no es una genialidad, pero que si vale como cita familiar en alguna sala de cine:
- El reparto heterogéneo. Desde futbolistas hasta bailarines. Los nombres que aparecen en la película no tienen nada que ver con nada, y eso es simpático.
- La mezcla entre la historia y el fútbol. El guion atrapa latiguillos y temáticas ultra-populares y las convierte en algunos buenos chistes.
- La autoconsciencia. A la película no le importa absolutamente nada y se rie de si misma y eso ayuda a que la gente no diga: ¿Qué es lo que estoy viendo?