Bake Off Argentina se convirtió en un éxito absoluto en la pantalla de Telefe, donde cada domingo arrasa en el rating con la segunda temporada del reality que busca premiar al mejor pastelero del país. Con la conducción de Paula Cháves y un jurado de lujo que conforman Christophe Krywonis, Pamela Villar y Damián Betular, el programa ya entró en la recta final y tiene cuatro finalistas (Agustina Fontenla, Samanta Casais, Damián Pier Basile y Agustina Guz), dentro de los cuales se sabrá el próximo domingo 28 de junio quién será el gran ganador. Pronto se comunicó con Damián Betular (37) para hablar del fenómeno Bake Off Argentina y recorrer un poco su vida, en una charla íntima sin desperdicio.
-¿A qué atribuís el furor de Bake Off?
-Yo creo que acá se dieron dos cosas: por un lado, la gente ama los realities de cocina como Mastercheff y Los dueños de la cocina que hizo Telefe con un éxito genial pero acá, además, tenemos el plus de la cuarentena y que la gente se empezó a lanzar a cocinar más que nunca y a estar en la casa. Además, el programa es un ratito en el que se pueden evadir de las noticias, que últimamente no son tan buenas. Bake Off sirvió para eso.
-Un programa que fue grabado el año pasado y que vio la luz mucho tiempo después.
-Nació casi un año después de que lo grabamos. Por eso a veces nos sale humo de la boca: grabamos en el campo y realmente hacía mucho frío. Iba a salir en 2019 pero todo se alineó para que llegue ahora y nos regale los domingos ese ratito de alegría y de distracción dentro de este delirio que estamos viviendo. Salió cuando tenía que salir y fue el momento perfecto.
-¿Cómo te llevás con tus compañeros del jurado?
-Los conozco a Pamela y a Christophe hace 20 años y nos llevamos muy bien. Christophe como todo francés tiene su humor y si nos peleamos, nos amigamos a los 5 minutos. Y Pamela es como se la ve en la pantalla: dulzura pura y es imposible discutir con ella. Y Paula Cháves se acopló a nosotros al segundo día como si nos conociera de toda la vida. Eso se nota mucho en la pantalla y nos hizo darle esa frescura y esa espontaneidad que tiene el programa.
-Estamos en cuarentena, ¿pero sentís el furor del ciclo en tus redes sociales?
-No tengo Twitter porque no sabría usarlo ya que mi profesión tiene que ver más con la imagen que con la palabra. Por eso, elegí Instagram y es como un álbum de fotos mío que disfruto mucho. Soy bastante reservado y podría sacarle más provecho pero estoy bien así. Es la dosis justa y disfruto mucho cuando me dicen que les gusta el programa. Trato de responder las consultas y la gente me manifiesta que está contenta con la elección que tomamos en cada capítulo.
-El último domingo quedó eliminado Angelo, un personaje fuerte del programa. ¿Cómo lo vivieron ustedes?
-Ya desde el domingo pasado que eran 5 y a partir de este domingo que van a estar solo los 4 finalistas, siempre va a ser muy doloroso que se vaya alguien. La cantidad de fans que tienen los últimos 5 es impresionante, lo mismo lo que han crecido en redes. El discurso final de Christophe y de Paula tan emocionados fue porque Angelo transmitió valores que ya no se ven en personas de su edad y es de una rectitud y un profesionalismo que hará que le vaya muy bien porque conjuga todo Angelo. Es el chico del interior, con los principios muy marcados y una meta muy clara que es ser bueno en lo que él ama, que es la pastelería. Así que fue muy difícil para nosotros tomar esa decisión. El estaba contento dentro de todo porque ya llegar hasta ahí es increíble.
-De los 4 que quedan, ¿tenés un favorito?
-No lo tengo porque todos tienen algo que es genial. Agustina viene del interior, la otra Agus es de Ramos Mejía, todos tienen sus mochilas llenas de sueños y sus historias personales, lo cual los hace únicos e irrepetibles. Eso hace que no tenga ningún favorito y en parte es gracias al casting maravilloso que hizo Turner, con variedad de edades e historias entre gente que se dedica a la cocina y otra que no.
-Al estar todo grabado, ¿cómo logran que no se filtre quién ganó?
-A mí me lo preguntan todo el tiempo, mínimo 70 veces por día y creo que si se develara, el programa perdería todo ese encanto que hemos logrado hasta ahora. Y eso lo tienen en claro todos los que pasaron por el programa. Creo que es el cariño enorme que todos le tienen a Bake Off lo que hace que no se sepa y que nadie quiera enterarse antes de tiempo. Eso es genial.
-Aparte de la tele, ¿seguís trabajando en el Palacio Duhau?
-Sí. Mi trabajo sigue siendo ser el chef ejecutivo del Palacio Duhau, que ahora obviamente está cerrado por esta cuarentena que estamos viviendo. Pero sigo trabajando mucho desde casa para poder reinventarnos y armar nuevas propuestas porque indefectiblemente se va a transformar la industria hotelera y gastronómica. Es un desafío enorme saber cómo recibir gente del exterior, cómo cuidarnos a nosotros y cómo cuidar al otro. Amo trabajar para brindarle una experiencia al otro.
-¿Estás yendo al hotel?
-Si bien el hotel está cerrado, yo voy dos o tres veces a la semana para ver cómo está todo, hacer recorridas y ver cómo podríamos diagramar el regreso. Somos 300 empleados y nunca creí que me iba a tocar vivir este desafío. En enero, mis amigos me decían de mirar un documental sobre pandemias y yo les decía: “Chicos, no sean ridículos”. Nunca imaginé que unos meses más tarde iba a estar cerrando un hotel y todo lo que está ocurriendo. La cuarentena me ayudó a disfrutar de mi casa porque nunca había estado tanto tiempo acá y por primera vez en la vida puedo desayunar, almorzar, merendar y cenar tranquilo, sin tener que andar corriendo.
-¿Qué hace específicamente un chef ejecutivo?
-Hace 8 años que trabajo en el Palacio Duhau como chef ejecutivo y mi labor consiste básicamente en tener a cargo toda la cocina. El Duhau tiene 3 restaurantes más un departamento de banquetes, servicio a la habitación y todo lo que tiene que ver con la comida, desde la entrada de cuando llegás hasta el chocolate que recibís a la noche en la habitación, todo pasa por mí. A la vez, hay un montón de chefs con distintas ocupaciones y un equipo de 70 cocineros.
-¿En tu infancia ya sabías que querías ser cocinero?
-Sí. Soy de Dolores, provincia de Buenos Aires y desde que me vine a los 17 años a estudiar cocina en el IAG nunca más paré. Soy de la generación que nació mirando en Utilísima a Osvaldo Gross, Maru Botana, Choly Berreteaga. Hice un secundario orientado a la ingeniería pero ellos me marcaron y me ayudaron a decidir seguir cocina. Cuando me tocó hacer el test vocacional, me dio hotelería y gastronomía, mis papás me apoyaron desde el minuto uno, viajamos a Buenos Aires y me anoté en el IAG. Me puse a estudiar y nunca más paré.
-¿Cuál fue tu primer trabajo como chef?
-Me recibí en 2002 y me puse a trabajar en Sucre, un restaurante del Bajo Belgrano en una época en la que no había tantos restaurantes en Buenos Aires. Estaba Fernando Trocca y Pamela Villar era la chef ejecutiva de pastelería allí. Pame estaba embarazada de Angelina, la primera de sus hijas que ahora está por cumplir 18 años. No había vacantes en pastelería e igual entré a trabajar a la mañana hasta que un día Pamela me dijo que se había abierto una vacante en pastelería. Pasé ahí un año después y nunca paré de dedicarme a este oficio que amo.
-Oficio que te llevó a viajar por el mundo también.
-Sí: estuve en Londres, Nueva York, Japón, mucho en México, Estados Unidos, Colombia, Brasil, Chile y gracias a Hyatt fui a aperturas en un montón de partes del mundo. Cuando entré a trabajar en la empresa Hyatt, agarré justo un boom de aperturas, me nombraron embajador de la marca y viajé dos años y medio sin parar. Todo el mundo me decía: “Qué lindo es viajar” pero cuando vas a Puerto Vallarta y en 15 días no pisaste la playa, ahí te das cuenta de que fuiste por trabajo y no a pasear.
-Llegaste del interior y triunfaste en lo tuyo. ¿Los sueños se cumplen?
-Claro que es un sueño cumplido y todo lo hice bien de abajo, sin tener un solo contacto en ningún lado. Pero sí tuve mucha gente generosa alrededor, entre ellos Pamela y Christophe. La gastronomía tiene mucho de egoísmo pero conmigo fueron todos muy generosos siempre. Por eso yo quiero romper con esa cadena de egoísmo y a la gente que trabaja conmigo le doy lo mismo, me brindo y los ayudo con la elección de oficio que hicieron.
-¿Cuándo fue tu primera vez en la tele?
-En 2015 fui como invitado a Masterchef para el episodio de los macarons y aunque sé hacer un montón de cosas, quedé encasillado en los macarons. Por eso, Paula Cháves siempre me llama “el rey del macaron”. Es más, las mayores consultas que tengo en Instagram son sobre macarons. Tres años después, en 2018, me llamaron de Turner para decirme que iba a empezar un reality y que querían hacer un casting conmigo. lo hice, pasaron tres meses, me olvidé del tema y un día me llamaron un viernes a las 8 de la noche para decirme que iba a ser uno de los jurados de Bake Off Argentina. Fue muy lindo cuando supe que iba a estar con Pame y con Christophe.
-También fuiste columnista radial de Marley.
-Sí y lo hice durante mucho tiempo en Radio con Vos para La ley de Marley, donde me divertí muchísimo. Previamente, había trabajado en Endemol en el reality de cocina El desafío de Buddy, que salió por Discovery Home & Health. Fui productor, no salía en cámara pero armaba los desafíos. Cuando Marley empezó su programa de radio, me llamaron porque ya me conocían de haber hecho Buddy y por mi amistad con Humberto Tortonese, que es un gran amigo mío.
-¿Cómo se conocieron con Tortonese?
-Fue hace 18 años en un viaje a General Las Heras para la Fiesta Nacional de la Pasta. Nos unió Dolli Irigoyen. Humberto había ido a conducir el evento con Elizabeth Vernaci y yo había ido a dictar unas clases junto con Christophe. Nos tocó parar en la misma estancia y fue un fin de semana increíble. Con Humberto parecía que nos conocíamos de toda la vida y nunca más nos separamos. Tenemos una amistad de hermanos, viajamos mucho juntos, nos vamos de vacaciones, tenemos siempre una palabra contenedora para con el otro. Nunca tenemos un conflicto, somos muy relajados y tenemos la misma energía.
-¿Qué nueva actividad descubriste en cuarentena?
-Para serte sincero, el primer mes no hice nada de nada. Tengo una biblioteca muy grande con libros de cocina que amo comprar y coleccionar y me dediqué a marcarlos, ver qué recetas me interesan e hice muchas videollamadas con mis papás, que están en Dolores y con quienes ahora puedo hablar a diario. Me encontré mucho con mi casa, la ordené y me quedé tranquilo, que no es algo tan común en mí que siempre vivo a mil.
-¿Con quién vivís?
-Solo. Siempre viví solo, jamás conviví y creo que ese es el secreto para que algo dure. Estoy soltero y creo que me gustaría estar en pareja. Hay momentos en los que uno se dedica más al trabajo y otros en los que le da más bola a la vida personal. ¿Si hay alguien dando vueltas? Siempre aparece alguien pero estoy en un estatus cómodo porque todo lo resuelvo solo. Es un estado genial y me encanta estar así.
-¿Qué te da placer cocinar?
-Me gusta mucho cocinar para amigos, sea lo que sea: salado o dulce. Es obvio que siempre que me invitan yo tengo que llevar el postre y reconozco que me divierte mucho cocinar asiático, meter condimentos y comer picante.
-¿Un plato que te cueste?
-Lo salado tengo que leerlo mucho para cocinar y el sushi me cuesta un montón. ¡Nunca me sale bien! No hice ningún curso, es de autodidacta nomás y ahora que tengo más tiempo debería hacer un curso. Soy un obsesivo y hasta que no me salga perfecto el sushi, no pienso parar. Como verás, es muy simple mi vida y soy bastante guardián de eso. Como milanesa de soja a la noche cuando llego a casa y mi postre preferido es la ensalada de frutas con helado: soy recontra simple y me gusta conservar esa sencillez.
Por Nico Peralta
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