MAMÁ PRIMERIZA

Sabrina Ravelli y su primer Día de la madre con Ainhoa: "Me encantaría salir al escenario y saber que mi hija está ahí del otro lado"

Su beba ya tiene cuatro meses. A los 9 días tuvo que estar tres días internada en neo y la actriz lo vivió con mucha angustia. Hoy la salud de la beba está impecable y Sabrina tiene ganas de volver a trabajar

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Sabrina Ravelli se convirtió en madre el 15 de junio de 2021. Y ahí está el DNI de Ainhoa, la hija que tiene junto a Maxi Minoli como prueba irrefutable. Pero Sabrina en realidad fue mamá mucho antes: en sus sueños, en sus juegos infantiles, en sus deseos. “Yo siento que estoy viviendo un sueño hecho realidad, porque es algo que yo anhelé toda la vida. Desde chiquitita me acuerdo que jugaba a que tenía mis bebés, a que iba a visitar a mi mamá. Tenía una sala de juegos en el fondo de mi casa en la parte del jardín, era como mi casita, con mi teléfono de mentira, la comida de mentira, los bebés, las cunitas... Era mi hogar, de pronto atendía el teléfono y le decía a mi marido que los bebés estaban durmiendo, después los cambiaba y me iba a la verdadera cocina que estaba en la parte de adelante de la casa donde estaba mamá y le decía 'Hola, abuela, acá te traigo a la nieta para que la disfrutes'. Así que fueron pasando los años y el deseo fue haciéndose cada vez mayor.” 

Claro que la maternidad idealizada en los juegos infantiles suele colisionar con la maternidad real: la de afrontar un parto, la de incorporar a un bebé a una vida, a una casa, a una dinámica familiar. Y ni hablar si a los pocos días de haber dado a luz, una visita al pediatra termina con una cruda indicación del profesional “Vamos a tener que internar a Ainhoa, tiene la bilirrubina muy alta.”  

Obvio, lo vivió con angustia: “Estuvo internada tres días. Sentí que me cortaban las piernas, fue un dolor terrible para mí”, recuerda  Sabrina. “De pronto volvía un rato a casa para bañarme, cambiarme y tenía el cochecito de ella, la cunita de ella, la ropita por todos lados, su olor. Y no estaba ella”, cuenta Ravelli.

Si la ausencia de Ainhoa era un sufrimiento para su mamá, su presencia también era una imagen que la angustiaba: “En la cunita la pusieron con una luz azul, boca abajo, y le pusieron un antifaz que lo tenía que usar tres días. Solo la sacaban de la cuna para que le diera el pecho o la leche con jeringuita por la boca. Y eso era peor, porque vos veías como que ella se quería sacar el antifaz, pobrecita, y no podía, porque no está bueno que mire la luz azul porque le hace daño. Es fuerte para una mamá”, dice.

Felizmente fue solo un momento de preocupación y la salud de la beba que ya tiene cuatro meses está perfecta. “Hay muchos bebés que pasan por eso, la bilirrubina se libera a través de la caca y de la orina. Mi bebita no estaba subiendo mucho de peso porque se ve que mi pecho no la estaba alimentando mucho, por eso tiene una lactancia mixta. Cuestión que al no tomar tanta leche, no eliminaba tanto por orina ni caca entonces la bilirrubina no la podía eliminar y se puso bastante amarillita. Obviamente no es tan grave y en neo hay bebés en situaciones mucho más complicadas, pero igual para mi fue un momento bastante difícil.  Lo cuento ahora y me vuelve a agarrar la piel de gallina. Tengo fotos en el celu de esos momentos que le mandaba a mi mamá, con la gorda agarrándome del dedito para que no me vaya, y esas cosas que me mataban. Hoy en día cuando miro el celu, esas imágenes las tengo que pasar de largo porque me hace mal verlas“, explica.  

Ya en casa los tres, empezó esa nueva etapa en la vida de la actriz. La típica de una madre primeriza ante los pequeños desafíos domésticos de la maternidad que se llevan todo el tiempo en esos primeros meses: amamantar, dormir al bebé, tratar de dormir ella en esos momentos, el agotamiento, el casi nulo tiempo para las actividades propias. “Nunca me imaginé que uno tenía que dormir cada tres horas. Por suerte ahora aumentó a cinco horas seguidos en algún tramo, pero me es muy difícil porque a veces mi beba se me duerme a las 7 u 8 de la noche y yo no me puedo acostar a esa hora. Entonces por ahí me duerme cinco horas seguidas y se me despierta a la una o dos de la mañana. Ahí se me complica porque después duerme solo tres horas. Es difícil eso, pero es tanto el amor que la fuerza se saca. Lo tomo como algo natural, no me afecta pero también sé que no me afecta porque no tengo un trabajo con horarios fijos. Quizás si fuera una madre que tiene que ir a trabajar a las 7 u 8 de la mañana, estaría más complicado y sería todo más difícil”, entiende. 

Quien si trabaja es su marido, Maxi, y en la organización familiar ha sido relevado de algunas tareas. “Es muy trabajador y por ende se levanta a las 8 mañana y está todo el día trabajando. Por eso me pidió que él necesita dormir las 8 horas seguidas para poder rendir en el trabajo. Como yo no estoy trabajando en este momento con horarios fijos, entonces dije ok y él se mudó, no a otra casa, sino a otra habitación.  Y bueno, el señor tiene hecha su habitación hasta que la niña pase a su propio cuarto. Nosotros ahí volveremos a dormir juntos”, afirma Ravelli.

Más allá de esa licencia nocturna, Sabrina destaca que Maxi está muy enganchado con su hija. “La conexión obviamente es distinta para un padre por el hecho de que una mujer lleva a su bebé en el vientre durante nueve meses, entonces ya tenés una vínculo terrible en el momento en que nace y se prende al pecho. El padre lo hace más cuando empiezan esas miradas de amor. Pero la lleva muy bien, es muy cariñoso con la nena. Incluso como yo había terminado en cesárea pese a que iba a ser parto natural, y no me podía mover mucho y él hizo el primer cambio de pañales". 

Teníamos entonces al papá durmiendo en una habitación y a Sabrina con Ainhoa en otra. ¿Hay colecho? La propia Sabrina lo explica: “Yo tengo una cama que es 2 x 2, súper grande. Y ella duerme al lado, pegada a mi cama, con la cuna-colecho. Porque Ainhoa mucha veces se duerme a upa mío y por ahí son las tres de la mañana y la paso a la cuna y se despierta. Entonces me quedo con ella en brazos pero hay un punto en el que las mujeres terminamos todas contracturadas de dormir así tres o cuatro horas. Por eso trato de ponerla en su cuna y después sí, ¡duermo boca abajo como la mejor! Así además no tengo temor de taparla sin querer con una frazada o aplastarla. No creo que suceda, pero duermo más cómoda así".       

El deseo de Sabrina es en el corto plazo volver a trabajar. Ya estuvo haciendo algunas participaciones como panelista en Intrusos a la noche y empezó a experimentar esos momentos de desapego de su bebé tan necesarios como complicados para algunas mamás primerizas. “Soy muy pegota de la nena y me encanta compartir sus juegos. Cuando fui a Intrusos entre ir y volver y la hora que grabábamos fueron casi dos horas. Así que se la dejaba a mi mamá o a mi suegra. Como la gorda toma leche mixta le podían dar la mamadera. Pero sí, cuesta mucho despegarse y era a cada rato preguntar si estaba todo bien, si lloraba, si me extrañaba… También en casa tengo una empleada doméstica que me ayuda con la nena y con la casa. Si me tengo que ir a bañar y se despierta, la agarra ella, o viene conmigo si tengo una entrevista o voy al gimnasio y se queda en un sillón con la nena”.

 

En cuando a la vuelta al trabajo, Ravelli lo tiene claro. “Estoy dispuesta a trabajar, me hace muy bien hacerlo y la verdad es que con Ainhoa me puedo acomodar tranquilamente porque la tengo a mi mamá que se muere porque se la deje más tiempo. Me dice, “por favor, andate a comer sola con tu marido y dejame la nena”. Todos están a la espera de que yo pueda ir a trabajar para dejarles a la nena un rato, así que por ese lado no tendría ningún problema. Tengo muchísimas ganas de trabajar, de volver a hacer temporada. Me encantaría salir al escenario y saber que mi hija está ahí del otro lado, y después salir de la obra de teatro e irme a comer con mi familia. Porque lo viví siempre, sin marido y sin hija, ahora me gustaría vivirlo desde el otro lado.

Recién hace cuatro meses que Sabrina y Maxi se convirtieron en padres. Hace dos que se mudaron a una linda casa en un country y espacio sobra. ¿Hay ganas de en el futuro darle un hermanito a Ainhoa? ¿Se puede en este momento de llantos repentinos, mamaderas urgentes y sueños intermitentes pensar en eso? Sabrina asegura que sí: "¡Si lo puedo pensar! Por mí encantada. Me encantan los bebés  Habría que ver qué dice la otra parte..." 

  

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