SE PROFUNDIZA

Antonio Laje seguirá en el noticiero y volvió a hablar en privado de las denuncias que pesan en su contra

El canal América está convulsionado y, en parte, tiene que ver con lo que se dice del periodista.

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El 26 de noviembre, María Belén Ludueña dejó su lugar en Buenos días América y a partir de esa fecha se destapó una gran olla a presión. En medio de un llanto desconsolado se despidió, sin agregar demasiado, pero advirtiendo, desde lo que denotaba su rostro, que algo no andaba bien y que esa partida sorpresiva tenía algo de trasfondo.

Desde entonces a esta parte, las denuncias por maltrato contra Antonio Laje se multiplican. Varias mujeres que trabajaron con él salieron a apoyar a la periodista y a hablar en contra de su colega. Incluso, Eugenia Morea habló de acoso sexual sumado al maltrato psicológico.

Recientemente, Ludueña habló del tema con Hola. Hasta el momento había tocado el tema por arriba, pero esta vez fue en profundidad y puso el foco en que el público del noticiero se dio cuenta sin que ella dijera nada.  “Creo en la exigencia, pero hay formas y formas. La gente pudo darse cuenta del porqué de mi tristeza al aire”, remarcó.

Ante todo esto y si bien Antonio se refirió al tema al aire, y hasta lloró al contar por lo que está pasando, en las últimas horas se filtró un mensaje que mandó por WhatsApp a su equipo de trabajo. Allí agradeció el apoyo que recibió de ellos.

El mensaje de Laje en WhatsApp que se filtró

“Sé que no es el lugar ni la forma. Después lo haré personalmente”, comenzó y continuó: “Solo quería decirles que sé por lo que pasaron estos días y que les agradezco con el alma haber bancado”.

“No fue fácil para nadie este último tiempo y creo que fue por demás injusto en cómo se dió. A partir de mañana vamos a empezar a pensar en el mejor BDA que hayamos hecho hasta ahora para demostrarles a todos los que nos quieren ver destruido nuestro programa que no lo van a conseguir”, cerró.

Sin embargo, y más allá de sus laderos, los trabajadores del canal apuntaron hacia el otro lado. Las fotos con carteles en los que se podía leer la frase: “No es exigencia, es maltrato”, se multiplicaron.