ESTUVO A POCO DE JUGAR EN LA NBA

Selección, momentos oscuros y Masterchef: estas son las vidas de Hernán "El Loco" Montenegro"

El ex basquetbolista que se destaca en el reality vivió una vida "precoz" a causa de terribles sucesos que lo marcaron. Su triste paso por la NBA y la oscura etapa de sus adicciones a las drogas

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Es probable que algunos de los jugadores del temido Dream Team del '92 hayan sido los primeros que sin decirlo, al verle su nuca, apodaron "El Loco" a Hernán Montenegro. El ex basquetbolista de 54 años, que hoy compite en Masterchef Celebrity como si lo estuviera haciendo en la Selección Argentina, se tatuó un "22" en el cuello para jugar en el Preolímpico contra la Selección de Estados Unidos de Michael Jordan y compañía. Ahí nació el apodo de "El Loco", con un gesto que en parte sirve para definir su persona.

En reiteradas ocasiones se habló de que en sus breves 60 años Diego Maradona vivió muchas vidas en una. El mismo concepto aplica a El Loco. Montenegro pasó de jugar en Olimpo de Bahía Blanca a hacerlo detrás de los hornos de un reality de televisión; de enfrentarse con un desconocido Michael Jordan a querer viajar a la Luna; de ser detenido por los militares en dictadura a vivir los excesos de la noche madrileña.

Montenegro nació en Bahía Blanca y a sus pocos años ciertos aspectos lo marcaron: por un lado, su don relacionado al deporte; por el otro, el contexto de dictadura en el que se crió. El Loco debutó en Alem, un club chico de Bahía, en un torneo de nivel repleto de extranjeros que llegaban para romperla. Era un niño prodigio. "Ese día cambió mi vida, fue mi lanzamiento al planeta", tiró en una charla con Infobae. Después, con tan solo 14 años, firmó contrato en Olimpo, club donde la rompería y haría que la Selección se fijara en él.

El otro aspecto que lo "marcó para toda la vida" tuvo que ver con los militares. "Con mi familia vivía en la sede de la CGT de Bahía  y una noche vi cómo los militares nos sacaron a la calle; cómo se llevaron mi vida, mis camas, mis juguetes, todo...", reveló sobre un traumático episodio que vivió cuando tenía nueve años. "Me encaraban como si fuera montonero. Y hasta me retuvieron. No fue nada lindo y me recordó aquella noche que nos desalojaron. Fueron épocas duras, que me marcaron mucho. Historias que tapé, que nunca conté, que me hicieron mierda. Porque si a los 13 años vivís así, el camino es muy oscuro para adelante”, agregó.

Después de Bahía Blanca incursionó en la Selección y tuvo experiencias no muy gratas en el exterior: jugó en Puerto Rico, España, Italia y Estados Unidos, donde vieron su talento pero no tuvieron el honor de aprovecharlo en sus multitudinarios espectáculos.

“Yo nací con un don, como todos los tenemos. Yo lo descubrí e hice un uso. Y lo utilicé para mi objetivo: viajar, conocer el mundo, vivir la vida en definitiva”, dijo. Y ese don del que habla era cierto: cuando estuvo en el país del Norte formó parte del Draft (un procedimiento en el cual las franquicias de la NBA ven a las mayores promesas del básquet universitario y se los llevan a sus equipos) y en el ‘88 fue elegido en el puesto 57 por Philadelphia. Aunque acumuló anécdotas y experiencias con deportistas que después fueron leyenda, nunca jugó un partido oficial. “Yo hipotequé mi vida para llegar a la NBA y cuando estuve ahí me di cuenta de que no era el paraíso que imaginaba. Porque ojo, la NBA de los 80 no es la de ahora”, sostuvo.

Una de las etapas más oscuras de su vida fue previa a su paso por Estados Unidos, en España, donde vivió la noche. El recién llegado de Bahía Blanca empezó a salir con gente de la música y conoció el alcohol y las drogas. “Era 1983. Yo nunca había tomado una cerveza ni probado drogas, y de repente estaba tomando rayas de cocaína. Estaba vacío, indefenso y me agarró por ese lado: beber y consumir. Hablamos de la época post Franco en España y era todo un reviente… Mucha noche. Pero, bueno, tuve suerte de probar la heroína y que mi cuerpo la rechazara”, confesó, como también confesó que tuvo amigos que murieron por ese motivo.

Las marcas de las que habló que tuvieron que ver con su infancia y sus problemas con las adicciones llegaron a un punto límite en su vida, a tal punto de que El Loco intentó suicidarse dos veces: “Tuvieron que ver con mis depresiones. La primera vez fue hace como 25 años, todavía jugaba… Me la puse toda de merca, pero Dios me ayudó y mi cuerpo aguantó. Y la otra vez no salió la bala. Estaba retirado, ya no soportaba la vida. No era la salida, lo sé, pero lo sentí así. Hoy sé que cuesta pero se puede seguir. Entendí un poco mejor la vida”.

“Es una lucha interna, de todos los días. Es muy fuerte. El suicidio fue una mala idea, que tuvo que ver con no poder soportar las cargas de niño que conté, que a veces hacen que un adulto explote. Por suerte entendí que no es el camino y hoy está muy lejos de mí. Los depresivos somos personas así, nos cuesta vivir, aunque estemos bien acompañados y, como en mi caso, hayan vivido 100 vidas en una”, agregó.

El lugar que más le gustaba de su carrera quedaba en evidencia cuando jugaba: era la cancha. Su mejor básquet lo brindó cuando regresó de Europa y pasó por varios clubes, entre ellos Estudiantes de Bahía Blanca. Y hasta en su aventura por probar nuevas experiencias incursionó en el handball.

Retirado del deporte y en búsqueda de nuevas “aventuras”, tal como le dijo a Olé en una entrevista, su amor por los nietos ayudó a que cambie un poco la forma de ver la vida y su relación amistosa con el Mono de Kapanga y la falta de trabajo influyeron en que aceptara ser uno de los participantes de Masterchef Celebrity 2.

La pericia que demostró en su debut en el show gastronómico puede estar relacionada a que tuvo un restaurante en Bahía Blanca en el cual cocinaba. “Tenía esa base, pero ahora me estoy desayunando que cada día sé menos. Mi cocina es muy buena en lo básico. Cociné mucho con disco, me encanta, es lo mío. Te cocino una bondiola, pollo, cordero, pastas... Lo que se te ocurra, pero en un disco. Es lo que aprendí a hacer y donde me defiendo, pero ahora estoy en otro mundo”, le comentó a Olé.

“Estar en Masterchef es como volver a jugar para mi”, tiró El Loco, quien preguntó si podían subir su mesada porque le quedaba muy abajo. “Yo no le he hecho asco a nada, y mi leitmotiv es vivir un montón de vidas dentro de una vida. Fundamentalmente es dejarles un pequeño legado a mis nietos. Mis hijos son un regalo de la vida, y mis nietos el regalo del regalo. Que me puedan ver jugando, creo que es lo mejor que les puedo dejar”, reflexionó un tipo que, como dice, vivió tantas vidas como las que pueden caber en una persona de 2.06 de altura.