¡QUÉ NOSTALGIA!

Flor Vigna sorprendió con una imagen de su humilde casa de la infancia

La bailarina reveló las fotografías del hogar donde pasó sus primeros años en Floresta. “Estaba bastante percha pero fui feliz ahí”, confesó.

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Flor Vigna está pasando uno de sus mejores momentos profesionales y se prepara para lucirse en La Academia. Sin embargo, llegar a la fama no le fue nada fácil y si bien tuvo una infancia difícil, ella admitió a sus fans que fue muy feliz a pesar de las malas rachas. Así lo contó a través de una storie en Instagram donde mostró imágenes de su humilde casa donde pasó gran parte de su infancia.

"Nuestra casita estaba bastante hecha percha pero lo feliz que fui ahí no tiene nombre. Mis viejos siempre se movieron para darnos lo mejor de lo mejor", relató a través de su red social @florvigna junto con dos imágenes donde se la puede ver hace unos años con sus amiguitos de barrio y por el otro, posando frente a la cámara. “Me hacía la modelo”, escribió Flor.

La bailarina se crió en el barrio porteño de Floresta junto a su mamá y su hermana menor, Leila. Su infancia estuvo marcada por la separación de sus padres y la lucha por salir adelante. De acuerdo al medio Infobae, ella vivía en el negocio que atendía su madre que era una perfumería y durante mucho tiempo esa fue su casa. Ahora, Flor disfruta de su presente lleno de éxitos ya que hace poco compartió también su alegría por la remodelación de su nuevo hogar, y hoy, recuerda su pasado con mucha nostalgia.

Instagram: @florvigna

 

En una entrevista concedida a Revisa Pronto en 2017, Flor había hecho referencia a estas circunstancias en las que transcurrió su infancia.

"En Floresta, donde teníamos un kiosquito y ahí mismo vivíamos hasta que pudimos tener nuestra casa propia. A ese kiosco le
agregamos un balde, champú, una bombacha y terminó siendo un polirrubro. Hasta los dos años viví ahí en el negocio", dijo Vigna. 
-¿Dormían ahí mismo?
-Sí. Vendían pañales y recuerdo que con mi hermano los usábamos como colchonetas para jugar a la lucha. Mi mamá, Viviana, nos retaba porque eso era para vender pero nosotros éramos niños y queríamos divertirnos. Mi papá, Miguel, siempre fue comerciante y pasó por todos los rubros. A veces le iba bien y otras mal. En una época se puso a vender sandías en Corrientes y se fundió. Iba con el camión por todos lados, se le pudrían las sandías y le fue muy mal. Ahora está con una mueblería con mi tío.
-¿Pasaste necesidades?
-No. Por suerte nos dieron todo lo que podían. Laburaban de enero a enero y hasta en Navidad el negocio estaba abierto. A mí me
encantaba ir al local de mis papás y siempre me choreaba algo. Les pedía un anillito y me decían que no, que había que venderlos. Al final, cada viernes me regalaban algo, un anillito de juguete o alguna golosina.