Tras su exitoso paso por Masterchef Celebrity, el tanque de las noches de Telefe que conduce Santiago Del Moro, Dani La Chepi se ganó el corazón del gran público y ya no solo la siguen sus fieles followers de las redes sociales sino también el gran público: padres, hijos, abuelos, sobrinos. "La familia completa y eso me encanta", expresa Daniela Viaggiamari (41), tal su verdadero nombre. La influencer -que en Instagram tiene más de 3 millones de seguidores-, hace unos días comenzó a compartir en sus historias de Instagram una lucha que muy pocos conocen: su batalla contra el cigarrillo. Si bien ella jamás se mostró públicamente fumando, esta vez se quitó la careta y decidió contar su historia para inspirar a otras personas que atraviesan la misma y dolorosa batalla para dejar de fumar. En una entrevista a corazón abierto con el periodista Nicolás Peralta para Pronto, La Chepi contó con lujo de detalle su pelea contra el cigarrillo. Y en medio de la charla reveló su otra gran adicción, el alcoholismo, enfermedad que también sufrió su padre y que ella después de mucho esfuerzo pudo superar.
-¿Cuánto hace que dejaste de fumar?
-Ahora, al día de hoy van 11 días que no fumo pero para mí es como un año y medio. Siento que es un montón de tiempo. Cada día es un día más. El cigarrillo es una de las peores drogas que hay porque es legal, lo podés comprar en cualquier kiosco y puede comprarlo cualquier persona. De hecho, yo empecé a fumar a los 13 años.
-¿Por qué de tan chica? ¿Cómo fue?
-Me fui de vacaciones a Villa Gesell con unas amigas y me acuerdo el día que empecé a fumar porque está la foto de esas vacaciones en la casa de mi mamá y cuando la miro, recuerdo el día que fumé por primera vez. Fumaba porque era moda fumar: todos en la tele y en las películas salían fumando y el que fumaba era canchero. Gracias a Dios, hoy está de moda no fumar, ser vegetariano y todo lo sano.
-¿Arrancaste a los 13 y nunca más paraste de fumar?
-No, no. Empecé a los 13 pero no podía volver a mi casa con un pucho ni con olor porque mi papá me reventaba la cabeza. Ese fue uno de los errores también: que en mi casa no se hablaba bien del tema. Si volvía con olor a pucho, mi viejo me decía: "Yo te llego a enganchar con un paquete de puchos y te rompo la cabeza. ¿Vos me escuchás, no?”. Como típica adolescente, cuanto más me decía eso mi viejo, más fumaba yo a escondidas. Empecé así mandándome las primeras cagadas.
-¿Le querías llevar la contra a tu papá?
-Y, sí, porque cuando uno es adolescente se empieza a rebelar. Empecé así fumando a escondidas y no me daba cuenta del peligro en el que me estaba metiendo. Fumaba, dejaba, fumaba, dejaba y después estuve casada tres años y medio con un tipo que era parecido a mi viejo: yo tenía 21 años y el chabón me decía cómo vestirme y cómo no vestirme, cómo me tenía que poner para tener relaciones, si podía gemir o no. Me manejaba la vida y, entre tantas cosas, no me dejaba fumar. Si volvía con un poquito de olor, le mentía: “En los shows o en Sábado bus hay uno de los técnicos que fuma mucho…”. Me lavaba tanto los dientes que tengo las encías retraídas y un gran quilombo periodontal por el exceso de cepillado.
-¿Real que tenés problemas dentarios por los cigarrillos?
-Sí. Todo malhecho lo mío. Me comí las encías porque yo me lavaba, me lavaba y me lavaba para que mi marido no me oliera. Mi viejo tendría que haberme agarrado y decirme: “¿Vos querés fumar porque te creés mil y qué se yo? Bueno, fumá pero fumá acá conmigo y que yo te vea”. El tema es que eso no pasó nunca y como yo fumaba a escondidas, no me alcanzaba con uno: quería fumar 20 a la vez porque sabía que cuando entraba a mi casa no iba a poder fumar más. Cuando me casé dejé de fumar y el día que me divorcié volví a fumar con todo.
-¿Recordás ese día?
-Por supuesto. El día que me separé me fui a Iguazú a cantar al hotel Gran Casino Iguazú y ese día me habré fumado 50 cigarrillos, uno detrás del otro. De hecho, me quedé sin voz de la cantidad de cigarrillos que había fumado. Mi ex marido no me dejaba fumar, no me dejaba cog… como quería, no me dejaba ponerme tacos y ahora que estaba libre quería hacer todo eso junto. Así me mandé las grandes cagadas de mi vida. Hoy pienso: ¡Qué boluda!
-¿Cómo siguió la historia?
-Fumé, fumé y fumé hasta que quedé embarazada de Isa. El día que supe que estaba embarazada, no fumé ni tomé más alcohol. Te voy a contar algo que nunca conté: estuve mucho tiempo medicada por alcoholismo. Al igual que mi papá, sufrí el alcoholismo.
-¿Cómo caíste en el alcohol?
-Cuando me divorcié, me desaté por todo lo castrada que había estado. Recuerdo que hacía teatro en Mar del Plata en La Campana con Iliana Calabró y ahí empecé a escabiar groso. Salía con un tipo casado, un desastre lo mío pero estaba enamorada y le creía a él que me decía que iba a separarse por mí. Recuerdo que volví a Buenos Aires, estaba mirando la película V de venganza con un vino tinto a las 2 y media de la tarde, agarré la máquina de cortar pelo, me arranqué las extensiones, me corté con la tijera y me rapé.
-¿Por qué hiciste eso? ¿Estabas alcoholizada?
-Sí. En V de venganza, Natalie Portman se rapa en una escena desgarradora y yo hice eso mismo mientras me bajaba una botella de vino. Flasheé mal, me fui al baño y me rapé. Dormía todo el día porque no la tenía a mi hija aún y cuando me levanté, me fui a tatuar a un subsuelo de Martínez. No me gustaban los tatuajes pero me hice un micrófono y un laurel en la muñeca. A la noche me fui a cantar con la orquesta Buenos Aires Broadway a un bar mitzvá, llegué con una capucha y cuando me la quité, mi jefe me quería matar. Yo estaba en el horno y aparecí tatuada y pelada en la orquesta, que era tipo del Teatro Colón para que te des una idea.
-¿Estabas en tu peor momento?
-Sin dudas. Estaba en un momento muy oscuro y al igual que mi padre, ahogaba mis penas en lo errado: pucho y alcohol. Más de eso no pasé pero era mucho alcohol todo el tiempo. Un día mi psicóloga me dijo: “Bueno, Dani, hasta acá llegamos y necesito que empieces el psiquiatra para hacer un tratamiento de verdad”. Eso sumado a la terapia, que nunca la dejé.
-¿Así comenzaste a ir al psiquiatra?
-Sí y me llevó muchos años de medicación. Me costó mucho y me dieron con remedios de todo tipo. De un día para el otro dejé el alcohol y empecé a ayudar a mis amigas que estaban peor que yo. Una amiga bailarina estaba muy metida en las drogas y muy al borde de la muerte todo el tiempo, así que empecé a ser una especie de acompañante terapéutica para ella. Como yo no tomaba y casi no fumaba puchos, era como la evangelista del grupo, la testigo de Jehová.
-¿Tu papá siguió tomando alcohol?
-Sí, mi viejo seguía siendo alcohólico y yo sabía de lo que hablaba mi papá y lo que sentía cuando nos decía: “No puedo dejar”. Yo sentía que me podía tomar una botella de vino y que el pasado y los problemas se iban pero no era así y a la mañana siguiente me levantaba y seguía teniendo los mismos quilombos. ¡Hay que hacer terapia, no chuparse, drogarse o fumar!
-¿Cuándo dejaste de tomar?
-Antes de quedar embarazada dejé el alcohol, nunca más probé y puedo vivir sin tomar una copa. Nunca más probé. Recién en la pandemia tomé un vaso de campari que es pura naranja pero no me tienta nada. Puedo ir al mejor restaurante con los mejores vinos o los mejores champagnes y no te pruebo nada. Le tengo tanto rechazo que ni siquiera lo pruebo. Pero seguía con el pucho, que es una adicción tremenda.
-Con el embarazo de Isabella dejaste de fumar. ¿Cuándo volviste a caer?
-A los pocos meses de parir. Cuando le dejé de dar la teta a mi hija porque tenía que salir a laburar y ella empezó a tomar mamadera, ahí volví a fumar. Como el padre de Isa no tenía trabajo, yo tuve que salir a laburar a los 3 meses de haber sido mamá. Me quería quedar con la bebé pero no me quedaba otra y volví a la radio. Entonces, ella empezó a tomar mamadera y yo empecé a fumar cada vez más. Después me separé del padre de Isa y como me quedé sin laburo, mangueaba para los puchos. Siempre tenés una excusa para volver: que estás nerviosa, que te pasa tal cosa...
-¿Cuándo y cómo dejaste?
-Isa ya grande, me dijo: “Mamá, necesito que dejes de fumar”. Antes de la pandemia, había dejado un año entero porque tuve una neumonía y como tengo problemas intestinales, el humo del cigarrillo te hincha la panza y el cirujano me dijo: “Dani, estaría buenísimo que por lo menos aflojes con el pucho”. Aflojaba y volvía hasta que me pegué un flor de cagazo e Isa me dijo: “Basta mamá”. Por mí y por Isa dejé. Pensé: “Mañana puedo no ver más a mi hija, ¿por qué? ¿Por un pucho? ¡No, pará, loca!”. Dejé y no podía creerlo. Hasta que un mes antes de la pandemia, pité un cigarrillo y cagué.
-¿Volvió la adicción?
-Con todo. Es como un drogadicto: probás y no podés parar. Ahí arranqué de nuevo y en pandemia me destruyó estar encerrada en un departamento de 40 metros con una nena. El padre de Isa se quedó sin trabajo, la mantengo a ella yo sola y con la excusa de que no voy a llegar con la guita, volví a fumar, de ansiosa total que soy. Son todas excusas para fumar y lo tengo en claro, eh. Cuando me eliminaron de Masterchef Celebrity, Isa que tiene 7 años me dijo: “Mami, ¿te acordás que dijiste que cuando termines Masterchef ibas a dejar de fumar?”. Le respondí que sí y me dijo: “¿No te parece que es hora?
-¿Qué le respondiste?
-Mi hija me deja sin palabras. “Te echaron hace un mes y seguís diciendo que ya vas a dejar. ¿Sabés que es eso? Eso es engañar, es mentir y vos a mí me estás mintiendo, como mi papá, que me dijo que iba a dejar de fumar y sigue fumando”, me dijo la nena. Lo hablé con el psicólogo Gabriel Cartaña porque yo me sentía re mal porque le estaba fallando a mi hija. Gabriel me dijo que el pucho es una adicción y es día a día. Y que cada caso es un mundo. Yo hasta soñé que fumaba. “No sientas que fracasaste. Ahora te vas a proponer lo siguiente: si la vez anterior aguantaste un año sin fumar, ahora te vas a proponer un año y un día”, me dijo Cartaña. Y así todo el tiempo. Es vivir intentando hasta que un día no vas a fumar más.
-¿Ahora llevás 11 días sin fumar?
-Sí, sin fumar nada de nada. Tengo un vapeador acá en casa, que no tiene nicotina pero tampoco quiero reemplazar eso porque no sé cuan bueno es. Estoy reemplazando el cigarrillo con comida y con trabajo. Me estoy tapando de proyectos y reuniones. En las redes sociales estoy hablando mucho del pucho y esta lucha y no sabés la cantidad de personas que me agradecen que cuente esta historia porque lo toman como un caso de referencia. Siempre digo que no soy un ejemplo a seguir pero me gusta contar las cagadas que me mando así el resto no las hace. Me emociona recibir mensajes de pibas que me dicen que dejaron de fumar gracias a los mensajes que comparto en mis redes.