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Adriana Salgueiro habló a fondo sobre sus dos hijas del corazón y cómo el ala de un ángel las unió para siempre

La actriz brindó una entrevista íntima a Pronto, en la que dio detalles desconocidos de su vínculo con Rocío y Yamila, las dos chicas que adoptó desde el amor hace 8 años. Y se refirió a la particular señal que les dio un ángel y que ni siquiera la Medicina le encontró una explicación.

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Adriana Salgueiro está viviendo un gran momento profesional con su vuelta al teatro con la obra La chica del sombrero rosa (de jueves a domingo a las 20 en el Teatro La Casona) y con el programa Espléndidos e infidentes, que conduce junto a Matías Alé en la AM 990 todas las noches a las 22.30. En el plano personal, expresó su deseo de casarse junto a su pareja desde hace 25 años, Alejandro Arellano, y habló de todo en una nota íntima con revista Pronto para la edición de julio, que se puede leer de manera gratuita haciendo click aquí). En medio de la entrevista, la actriz contó cómo es su vínculo con sus dos hijas del corazón, Rocío y Yamila, y con Lautaro, el hijo de Arellano que hoy tiene 30 años y a quien Adriana conoce desde los 5.

"¿Cuáles son hoy mis sueños? Básicamente estar sanos y que esto se termine de una buena vez. Que no parta ninguna persona querida y cuidarnos para darle valor a las cosas que realmente lo merecen. Mi sueño es poder vivir de lo que sé hacer, seguir teniendo esta familia maravillosa que tengo y en primer lugar estar sana porque sino no podría disfrutar de las otras dos cosas que te mencioné. Nada más y nada menos", expresó Salgueiro.

­-¿Por familia a quiénes te referís?

-A mi marido Alejandro, su hijo Lautaro, mi perrito Benito, toda mi familia política, mi hermano, mis sobrinos, mis dos hijas del corazón y no mucho más. Y mis amigos, obviamente, que no son muchos pero son de verdad. Es un grupo selecto y chiquito. Esperemos poder disfrutarnos todo el tiempo que Dios disponga.

-¿Quiénes son tus dos hijas del corazón?

-Son dos chicas que adopté, entre comillas porque no fue por papeles sino de corazón. Son chicas grandes: una se llama Rocío y vive en Rosario y la otra, Yamila, vive en General Belgrano. Tenemos una relación muy especial. Nos frecuentamos todo lo que podemos dentro de los lugares diferentes en los que vivimos, ellas me dicen “ma” y yo las trato como si fueran mis hijas.

-¿Son adultas?

-Sí, tienen 27 años cada una y entre ellas no son hermanas pero se hicieron como si fueran. En los veranos solían venir a visitarme a las temporadas y siempre estaban, cuando se podía, en la primera fila de mis obras el día del estreno. Hace ya 8 años que tenemos este vínculo de madre e hijas del corazón.

-¿Cómo llegaron a tu vida?

-Todo empezó con las redes sociales, de escribirnos por ahí, después descubrimos que éramos muy afines, les pasé el WhatsApp y así empezamos a hablar cada vez más hasta que nos conocimos. Así empezamos y con Rocío me pasó algo muy especial: me regaló un ala de ángel que compró para tener algo en común las dos y hoy la llevamos en una cadenita. Cuando me rompí la cadera y todo lo espantoso que pasé, esa ala de ángel que tuve que entregar cuando me hicieron la radiografía y me internaron, de repente apareció en la ecografía y se la ve perfecta. ¡Creer o reventar porque no la tenía puesta a la hora de hacerme la placa!

-Qué misterio.

-No tiene explicación. Tengo la foto y te la puedo compartir. Le pregunté al radiólogo qué había pasado y que me explicara por qué salió esa alita tan definida si en realidad yo no la llevaba puesta. Para hacerte una radiografía te tenés que quitar todo: aros, anillos, cadenitas. A mí me las entregaron bien a las radiografías y cuando abrí el sobre, se ve perfecto la alita, bien cerquita del corazón. Una cosa rarísima y tanto el radiólogo como el médico me dijeron: “No tengo explicación”. Un cura me dijo que era clara la presencia de un ángel, que me había estado cuidando para que yo no partiera. A partir de ese momento, no me la saqué nunca más en la vida y por eso me liga a ella de una manera muy especial.

-¿Es tu cábala?

-Sí. Va conmigo a todos lados. Es una cadenita muy finita, con una alita muy chiquita y la llevo siempre conmigo. No me la saco nunca jamás en la vida, salvo para hacerme estudios médicos. Y si me la tienen que sacar por un tema laboral, que me la quiten con photoshop. Eso me unió a Rocío para siempre. Y con Yamila también empezamos por redes sociales y terminamos siendo familia.

-¿Hablan seguido?

-Todo el tiempo. Si les pasa algo, me llaman y me piden consejos. Todo como si fueran mis hijas. ¿Si pensé en adoptarlas con papeles? No, no. Ellas tienen a sus respectivas madres, no son chicas huérfanas y yo soy muy respetuosa de cada espacio. Les tengo mucho respeto a sus madres y la nuestra es una relación de amor.