ENTREVISTA ÍNTIMA

Jony Lazarte, el gran campeón de La Academia con Noelia Marzol: "Me hubiese encantado tener a mi abuela en este momento"

Está instalado en Carlos Paz ya que forma parte de la obra Sex y viene de consagrarse campeón de La Academia de ShowMatch, en lo que fue el mejor año de su vida. Quién es este bailarín que llegó para quedarse. Su historia y el amor por su abuela. ¡Conocelo!

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Se consagró como el gran ganador de La Academia de ShowMatch y logró alzar la copa junto a Noelia Marzol en una reñida final contra Cachete Sierra. Hoy está instalado en Villa Carlos Paz ya que es uno de los integrantes de Sex, el transgresor espectáculo de José María Muscari que se presenta en el Teatro Melos, y allí disfruta de su primera gran temporada veraniega. Oriundo de Talar de Pacheco, tiene 25 años, viene del palo del folklore y recuerda que su abuela, Mercedes, lo esperaba por las noches despierta para comentarle su participación en el Bailando. “Me crié con ella y la extraño mucho”, se emociona Jony en una charla íntima con Pronto.

Comenzó a bailar cuando era un niño y desde hace un tiempo forma parte del Ballet Folklórico Nacional Argentino, además de que tiene su propia compañía de bachata: Ritmo bachata. En 2019, Lazarte llegó a la pista de ShowMatch para participar del Súper Bailando junto a Silvina Escudero y este año la rompió en La Academia: primero bailó con Angela Leiva y cuando la cantante se bajó del certamen, el bailarín quedó como partenaire de Noelia Marzol.

Con su ojo clínico, Marcelo Tinelli reparó en Jony –tal como lo apodan sus conocidos- y de la noche a la mañana lo convirtió en uno de los personajes más destacados del ciclo. Hay quienes dicen que Lazarte y Tito Díaz –el partenaire de Viviana Saccone- son los dos favoritos de Tinelli y ellos disfrutaron de su gran año. “Traté de tomármelo con calma para no dispersarme y poder disfrutarlo bien, con los pies en la tierra”, se sincera Jonathan.

-Bailaste con Angela Leiva y ahora con Noelia Marzol. ¿Cómo viviste esa transición?

-Con Angela nos llevamos increíble y ella se bajó del programa porque está con las grabaciones de la novela La 1-5-18 más sus shows, que ahora se reactivaron porque se abrió todo un poco más. Ella graba de 7 de la mañana a 6 de la tarde la tira de Pol-ka, con nosotros ensayaba hasta las 11 de la noche y con su banda de 23 a 1, con lo cual le quedaba para dormir solo de 3 a 6 de la mañana; ¡una locura! No podía con todo, estaba muy fatigada físicamente y tomó la decisión de soltar La Academia.

-¿Cómo fue su despedida?

-La re sufrimos porque, más allá de lo laboral, formamos un grupo humano re lindo y forjamos una amistad por fuera de las cámaras. Angela es re de barrio, pegamos piel por ahí y nos queremos mucho. Somos amigos y nos vemos seguido. La producción de ShowMatch no quería que nos fuéramos con La Cata, nuestra coach, y nos propusieron sumar a Noe Marzol, que es una bomba. Es muy buena onda.

-¿Cómo llegaste a ShowMatch?

-En 2018 estuve trabajando en La flia asistiendo a muchas parejas de baile. Lolo Rossi me había visto en un evento de ballroom, al que había ido a hacer un show, vio mi manera de laburar y me llamó para asistir coreografías de parejas. El primero que me tocó fue Flavio Mendoza con Belén Pouchán y después me volvieron a llamar para asistir en otras coreos. Y en 2019 entré como partenaire de Silvina Escudero.

-¿Fue por casting?

-Sí. Me llamaron para una audición en 2019 y quedé. Fue el Súper Bailando y la pasé re bien pero estaba más apocado porque no quería quedar como un figuretti. Entonces, iba, bailaba y me volvía  a mi casa. Como vengo del palo del folklore, no quería quedar muy expuesto tampoco y fui de a poco. Quería que se hablara de mí por el baile y no por pelearme con alguien en el reality. Ese era el perfil que quería encarar.

-¿En pandemia paraste todas las actividades?

-Casi todo, porque al formar parte del Ballet Folklórico Nacional Argentino, siempre seguí haciendo cosas con la compañía. Formo parte desde mis 19 años así que llevo cinco años allí. Depende del Ministerio de Cultura y es como la selección de fútbol pero de folklore. Representamos al país en el mundo y es el legado que nos dejaron Santiago “El Chúcaro” Ayala y Norma Viola. Cuando entré a la compañía, el ballet dejó de salir afuera pero recorrimos toda la Argentina bailando.

-¿Cuándo empezaste a bailar?

-A los cinco años en un ballet de barrio. Ensayábamos en un lugar grande que durante la semana funcionaba como una remisería y los fines de semana era nuestro espacio para tomar clases. Eso era en el barrio La Paloma, en Pacheco, y quedaba cerca de mi casa. ¿Cómo llegué ahí? Con mis primos y los vecinos de al lado jugábamos todo el día y los sábados los más grandes se iban a folklore. Entonces, yo me quedaba aburrido y como quería ir con los grandes, me mandé a tomar clases.

-¡Eras re chiquito!

-Sí, re. Iba y me quedaba sentado mirando los ensayos, hasta que un día me preguntaron si me animaba a bailar. De caradura, me mandé y ya sabía el paso del gato de tanto ver bailar al resto. Ahí empecé a bailar y mis hermanas Sandra y Cintia, que son más grandes que yo, también iban todos los sábados y ellas me llevaban.

-¿Tus papás bailaban?

-No, nada. Nunca fue una familia muy de la danza. Mis hermanas lo hacían por hobby y después dejaron. El único que siguió bailando fui yo. Mi papá, Juan Antonio, es albañil y mi mamá. Norma, es auxiliar de portería en un colegio.

-¿Vivís con ellos?

-Sí. Yo ahora me mudé arriba pero sí, estamos en la misma casa. Mi familia está contenta con este presente que estoy viviendo pero ya lo naturalizaron porque saben que es mi trabajo. Quizás en mis primeras apariciones en televisión todos se juntaban a verme pero ahora ya no, están más relajados. Y saben que si no lo ven en vivo, lo pueden ver al otro día por internet.

-¿Cómo fue tu adolescencia?

-Siempre fui muy inquieto, hacía muchas actividades a la par y era súper deportista: arranqué con natación y después me enchufé con atletismo. A la par de la secundaria, me puse a trabajar en un kiosco que después se convirtió en una rotisería. Quedaba cerca de la Escuela Técnica, donde estudié y me recibí de Técnico en Informática. Ahí fue cuando me puse a estudiar otros estilos de baile, como danza jazz, bachata y salsa.

-¿Ahí aprendiste la técnica?

-Sí y llegué hasta un ballet al que iban mis amigos, dirigido por Alfredo Ribalta, que es bailarín de ballet nacional. Es uno de mis máximos referentes y hoy somos pares, en la compañía de ballet nacional. A fines de 2016, Alfredo nos dijo a mí y a unos compañeros que nos preparásemos porque iba a haber una audición para el ballet, me presenté y quedé.

-¿Te sentías diferente al resto por bailar desde tan chico?

-No, jamás. Más de grande me di cuenta de que es un mundo bastante femenino pero jamás me criticaron o se me burlaron de frente. Sabía que era algo que me gustaba y me daba placer hacerlo. Aparte siempre bailé folklore y es un ritmo más bien masculino, por así decirlo.

-Sos heterosexual. ¿Tenés amigos gays?

-Muchísimos y me llevo súper bien. Me pasa mucho que naturalizo tanto el tema, que ni me doy cuenta a veces hasta que otros hacen chistes machistas. Cuando me junto con amigos y hacen chistes o comentarios machistas o más cuadrados, ahí me termino de dar cuenta lo naturalizado que tengo el mundo gay desde siempre.

-¿Estás soltero?

-Sí, soltero hace bastante. Digamos que estoy soltero de una pareja legal pero solo solo no estoy. Tuve dos novias: una duró dos años y la otra un año y medio pero desde los 21 que estoy soltero. Me gusta estar así y si bien no tengo tanto tiempo, uno siempre se hace el espacio cuando aparece la persona indicada. De todos modos, no apareció la chica que me vuele la cabeza.

-¿Qué tiene que tener para que te enamore?

-No sé, me tiene que sorprender. Una de mis novias no tenía nada que ver con el estereotipo que siempre buscaba. Era una chica que no bailaba, a la que le gustaba el reggae, era más hippie y me acompañaba a mis clases sin celarme. Al hacer bachata, que es un ritmo sensual y que se baila en pareja, podría haberme hecho alguna escena y eso jamás sucedió. Congeniábamos desde otro lugar y está bueno que no laburemos de lo mismo. Era mi cable a tierra.

-¿Con Jimena Barón qué pasó?

-Lo que se vio en la tele y todo se desató cuando Hernán Piquín contó que nosotros con Jimena nos hablábamos por privado de Instagram. En realidad, nosotros ya habíamos trabajado juntos. En 2018 me tocó asistir a varias parejas en el ritmo de ballroom para el Bailando y entre ellas la de Mati Napp, donde estaba Jimena Barón de invitada con Mauro Caiazza, su ex. Ahí nos quedó el contacto y al año siguiente, ella me llamó para que ayude a coachear una coreografía en su recital. Laburamos y estuvo todo bien.

-¿Y cómo siguió la historia?

-Me invitó a un recital suyo, fui, todo bien y quedó ahí. Entonces, cuando este año entré en La Academia, ella siempre me halagó un montón de cosas y yo jamás imaginé que acá adentro todos saben todo y que iban a sacar a la luz que nos hablábamos por Instagram. Ahí surgió nuestro juego. Es una mujer hermosa y en el momento no sabés cómo manejar las situaciones porque de repente te olvidás que hay cámaras y no sabés qué puede pasar.

-¿Y hay onda?

-No, al día de hoy ella está acompañada y yo estoy en la mía, así que todo bien. No pasó más nada de lo que se vio en pantalla.

-¿Cómo es tu vínculo con Tinelli?

-Bien, buena onda. A partir de este año siento que tenemos mucha más afinidad y entendí que él es el dueño del circo, que va craneando todo en el momento. No sirve que uno sea tan tímido. En 2019, ni por casualidad iba a chocarle la mano a Marcelo y darle un chocolate en la boca a Jimena. Iba a bailar y nada más. Este año me animé a jugar, me solté y todo fluyó distinto. Me relajé y todo fue diferente.

-¿Te reconocen mucho en la calle?

-Sí y estoy muy agradecido porque no paro de recibir afecto. Me encanta cuando me hablan de mi abuela y me dicen que les hace recordar a su abuela. Como en ShowMatch me hicieron una sorpresa con mi abuela, todo el mundo la conoce y me emociona que me hablen de ella. Ahí es cuando noto lo que trasciende la pantalla y las redes sociales.

-¿Cuándo falleció tu abuela?

-En noviembre del año pasado. Se va a cumplir un año ahora. Si bien no me llegó a ver en La Academia, sí me vio en el Bailando y estaba muy contenta. Ella bailaba de joven folklore y le gustaba que yo bailara ese ritmo. Su historia es muy fuerte. Es del límite de Santiago del Estero con Chaco y a sus 12 años, la mandaron a vivir y a trabajar a Buenos Aires.

-¿Tan chica y sola?

-Sí. Su mamá la mandó sola a trabajar en una casa de familia. Su historia es de mucho sacrificio y quizás una vez al mes podía ir a visitar a su familia. Se crió sola acá con sus jefes, que eran sus empleadores. No hablaba castellano, hablaba quichua, su lengua del monte. Se hizo sola de abajo y la bajada de línea que nos inculcó siempre fue el respeto por los demás, el valor del trabajo, la honradez y el no apropiarnos de lo que no nos pertenece. Una genia la abuela.

-¿Qué decía cuando te vía en la tele?

-¡Estaba fascinada! Nosotros mirábamos juntos ShowMatch cuando yo era chico y verme ahí bailando en esa pista era un sueño cumplido para mi abuela. El programa terminaba a las 12, yo llegaba a mi casa a la 1.30 de la mañana y sabía que ella iba a estar despierta esperándome para felicitarme o hacerme algún comentario. Teníamos un vínculo re fuerte y al vivir juntos, le sacaba la ficha siempre y sabía cuando estaba bien o mal.

-¿Cómo fue su despedida?

-De película. Tenía 96 años y estaba muy lúcida. No podía caminar mucho por la artrosis pero estaba re bien de la cabeza y podías tener la conversación que quisieras con ella. Tuvimos una despedida hermosa, de película. Cuando nos dijeron que le quedaba poco tiempo, fuimos a la clínica y fue un momento familiar muy triste y emocionante a la vez. Tuvimos una charla que siempre voy a atesorar en mi corazón. La extraño mucho y me encantaría tenerla conmigo en este momento tan especial.

Por Nicolás Peralta