Atilio Veronelli cambió para siempre al recibir la noticia más dura que puede recibir un padre. El 21 de septiembre de 2011, tras una larga agonía, el corazón de Carlos, uno de sus hijos, dejó de latir. A partir de allí, el prestigioso comediante resignificó muchas cosas de la vida y su existencia cambió para siempre.
En su paso por Algo que contar, el ciclo de entrevistas de Agustina Kämpfer en la señal IP, Atilio comenzó hablando de su salud coronaria. “Stents no tengo, pero al corazón lo tengo roto hace rato, así que correspondería que mi muerte venga por ese lado”, expresó.
Cuando la periodista le preguntó si, tras su última intervención cardíaca, tuvo miedo de morirse, Veronelli abrió su corazón: “Siempre tuve miedo de morirme, hasta que murió mi hijo. Después quedé como vacunado. Me pareció que cada segundito que paso es una especie de yapa inmerecida que tengo. Él se fue a los 18 años, y yo tengo 62”.
En aquel entonces, las noticias se hicieron eco del triste desenlace de lo que en principio fue un accidente automovilístico. Pero cuando Kämpfer quiso recapitular el caso y mencionó el accidente, el guionista la interrumpió para aclarar: “No fue exactamente un accidente. Se cayó de una moto y el amigo, como tenía problemas con los papeles, se fugó, se escondió, escondió la moto y después llamó al auxilio. Y a Carlos lo tuvieron tirado en el piso no sé cuánto tiempo".
"Después los médicos tuvieron la impericia de no hacerle el registro. El ´amigo´ lo entregó a la ambulancia diciendo que habían tomado la jarra loca. Entonces, se lo llevaron para ver si se le pasaba el pedo. Pero lo que hace un buen neurólogo de guardia, mínimo, es fijarse en los reflejos, en cómo tenés la mirada. Él tenía un traumatismo de cráneo espantoso. Recién se lo detectaron tipo once de la noche, que es la hora en que me avisaron. ¡Y eso había pasado a las cinco de la mañana!", continuó.
¿Cómo siguió ese día? Veronelli lo detalló así: "¡Yo estuve todo el día en otra cosa! Había llevado el más chiquitito a fútbol, lo había devuelto a la casa, ¡no tenía idea de que había pasado eso! Estuvo una semana luchándola, luego tuvo muerte cerebral. Y a los cinco, seis días, muerte. O sea, se me murió dos veces en una semana, espantoso. Todas las tragedias tienen alguna ventaja, Y la de esto es apreciar el mundo en sus reales valores. Disculpame el quebraje de voz”.
Para cerrar, el actor reflexionó: “Muertos vamos a estar en la eternidad, por más incómodo que sea. Ahora, por mano propia, nunca. Si nos cae un piano en la cabeza es el destino, pero lo único que queda es esto. Este juego en el cual nos han metido, por alguna razón. Y hay que jugarlo lo mejor que se puede”.