Alguna vez José María Listorti fue uno de esos hombres de quien todos los que lo conocen piensan que nunca se va a casar. Incluso él estaba convencido. “La famosa comezón del séptimo año, a mí me agarra al año y medio”, solía justificar en algunas entrevistas la fugacidad de sus relaciones. Ya era famoso, y -decían- mujeriego, condiciones que respaldaban el augurio de esa soltería inalterable.
Hasta que llegó Mónica. Enero de 2005. Mónica Corral, una hermosa vedette que integraba el elenco de El fondo puede esperar, obra de Nito Artaza en la que Listorti actuaba. Cuando les preguntaron años más tarde por la primera vez que se vieron, cada uno dio una versión distinta. “Entré a un gimnasio por primera vez para empezar con los ensayos para la revista, y la vi a ella sola, a un costado. La estaba cagando a pedos Flavio Mendoza: 'Movete, movete', le decía. '¡Esta morocha es impresionante!', pensé. Ella era muy tímida, y no le sacabas una palabra ni con tirabuzón. Me impactó, pero la veía como muy lejana. '¿Cómo esta mina me va a dar bola a mí?', fue mi pensamiento. ¡Finalmente, se me dio!”, contó él. “Esa vez que él cuenta no fue la primera vez que lo vi, sino cuando hicimos las fotos de prensa para la obra. Estaba espiando cómo se hacía el canchero con dos chicas que habían ido a retirar las fotos, y pensaba: “¿De qué se las da éste?. Jamás imaginé que me iba a terminar casando con él”, aseguró ella.
El noviazgo empezó y en junio de 2006 ya se fueron a vivir juntos. Sin embargo, cuando a José María le preguntaban, insistía con que no le interesaba casarse y, según decía, a su novia tampoco. Y no porque no apostara por la relación, simplemente aseguraba que tenía más ganas de ser papá que de pasar por el registro civil o el altar. Y así fue. El 1 de noviembre de 2009 nació Franco, el primer hijo de la pareja. No se sabe si por una convivencia feliz, por la idea de una familia que el pequeño Franco había cristalizado, por alguna presión de Mónica o acaso una suma de todo esto, pero en enero de 2012 anunciaron, alegres, que celebrarían la boda a fin de ese año.
Josema y Mónica se casaron por civil el 1 de diciembre de 2012, día en el que Franco cumplió 3 años. Dos días después, harían una superfiesta en un salón en Pilar para casi 300 invitados, con ceremonia religiosa incluida.
Si diez años después...
Hoy, una década después de aquella boda, con otro hijo en la familia -Bruno que nació el 12 de enero de 2014-, ambos aceptaron la propuesta de Pronto de recordar aquella noche en la que celebraron su amor con su familia y amigos. Pero antes les pedimos que evoquen la propuesta matrimonial que esa vez -porque habría otra- no tuvo nada de romántica. “Estábamos tomando mate...”, dice Mónica, dándole pie a su marido a que complete la anécdota. “Nosotros tenemos una galería donde nos sentamos a tomar mate, sobre todo en verano que es más lindo, y siempre hablamos, proyectamos cosas y un día, así boludeando, dijimos de casarnos”, agrega él.
El baúl de los recuerdos ya está abierto. Ambos contemplan una foto del día de la boda. Ella, hermosa luciendo un vestido de Laurencio Adot; él, muy elegante con un smoking. Sonríen, y el desafío es recuperar las sensaciones de aquella noche. Empieza la “novia”: “Me vienen una mezcla de cosas… Estaba toda la gente que queríamos, de todos los ambientes nuestros, ya sea amigos, familiares, compañeros de la escuela. Se juntó todo, su familia y la mía, creo que pocas veces se dio eso.” Sigue él: “La mujer de un amigo, que se había casado años antes, me dijo: ’¿sabés qué lindo que es estar en la fiesta, bailando, y ver para un lado a un amigo tuyo del trabajo, para el otro ver a tu mamá, para el otro a un amigo de tu marido?’ Y eso me quedó. Y lo viví, mi suegro bailando con mi viejo, un amigo mío bailando con una amiga…, estuvo buenísimo.”
La noche de aquel 3 de noviembre de 2012 había empezado con una emotiva ceremonia al aire libre que dio el padre Sergio y continuó con una superfiesta en un salón de Pilar que tuvo de todo. Y si el lugar común de una boda, y encima mediática, asegura que los preparativos suelen ser muy estresantes, ellos lo desmienten. “Tuvimos una wedding planner, pero fue todo muy relajado, como somos nosotros”, dice Mónica. “Lástima que cuando nos casamos no existía instagram, nos hubiera salido todo más barato”, agrega con una sonrisa Josema, que junto a su mujer bien sabe sacarle en estos tiempos provecho a sus redes sociales. Ahí están sus cuentas de instagram (@soylistortiok y @monicalistorti) y tik tok con millones de seguidores y likes para demostrarlo.
El casamiento terminó muy bien pero empezó con un momento de zozobra. La idea era arrancar la fiesta con el tradicional clip con fotos de ambos. Pero pasaron cosas. “Se cortó la luz. Justo antes de que entremos nosotros. Nos miramos y decíamos ‘no te puedo creer’. Por suerte había un grupo electrógeno y la luz volvió”, cuenta Monica, y se suma Josema: “Estábamos atrás de un telón, y estaban por poner el video y justo se corta. Me agarró un ataque. Creo que duró tres minutos que fueron como cuatro horas. Y después si ya entramos con la canción que a ella le gusta mucho, The time of my life, bailando con Franquito a upa”.
Entre los numerosos invitados a la boda obviamente hubo muchos famosos. Parejas que aún hoy siguen juntas como Pedro Alfonso y Paula Chaves, Vanina Escudero y Alvaro Navia, Mariano Iudica y Romina Propato, Denise Dumas y Campi, Lourdes Sánchez y el Chato Prada y otras que ya no, como la de Nito Artaza y Silvina Scheffler, Freddy Villarreal con Paula o Sofía Zamolo y Gastón Rosetto. También estuvieron, entre otros, Pablo Granados, Martin Bossi, Fede Hoppe, Connie Ansaldi, Oscar Mediavilla, Matilda Blanco. Marcelo Tinelli no fue, alegando la recuperación de una operación de apendicitis. Pero la presencia que cautivó a todos fue la del querido Carlitos Balá, quien falleció hace unas semanas.
“Yo era fanático de él de toda la vida -cuenta emocionado Josema-. Cuando empecé a trabajar en los medios vino una vez invitado a VideoMatch a presentar uno de los discos, el que hizo con Los decadentes. Ese día le demostré mi fanatismo. Él es muy cariñoso, nos pasamos los teléfonos y de vez en cuando me llamaba o yo lo llamaba. Un día lo llamé y le dije que me casaba y que me gustaría que viniera de sorpresa para todos los invitados. Me dijo ‘por supuesto’ y le pregunté cuánto me cobraba. Me dijo, ‘no, yo no cobro por estas cosas, lo hago porque sos amigo’. Pero me puso una condición: ‘Quiero ir con mi familia, que me guardes un lugar en la fiesta y disfrutarla’. Y se quedó”.
Teniendo en cuenta el impacto de su presencia y también contemplando su edad, decidieron poner su show como la primera atracción. “Creo fue a las 12 de la noche, por las dudas no quisiera quedarse hasta tan tarde. Tenía su mesa y apareció por sorpresa”, agrega Mónica. Los recuerdos siguen aflorando y ambos se van interrumpiendo respetuosamente para sumar detalles de aquella noche de felicidad. “El ‘Aquí llegó Balá” fue un imán. Todos fueron al escenario a bailar”, dice Listorti y destaca la generosidad que tuvo el cómico. “Se sacó fotos toda la noche, con todos los invitados. Varios tuvieron durante mucho tiempo en su estado de WhatsApp la foto de Carlitos en el casamiento. Y él se quedó con la mujer, con la hija y creo que una nieta también hasta la mesa dulce”.
El menú de la fiesta tuvo una recepción de sushi, langostinos, fiambres y quesos; de entrada hubo sfoglia rellena y vegetales; como plato principal, cordero patagónico con papas rosti; y el postre fue marquise de chocolate, helado con frutos rojos y shot de mousse dulce de leche. Denise Dumas -además de algunos otros amigos y familiares- leyó las intenciones, gesto que Josema retribuiría haciendo lo mismo cuando su compañera de Este es el show se casó con Campi. Las otras atracciones de la boda fueron los shows de Vilma Palma, Ráfaga (en aquel momento se llamaban La otra dimensión) y Marcelo Iripino, el coreógrafo de Susana Giménez que era compañero de Listorti en el Cantando y que le regaló su show. “Los invitados me decían, ‘esto parece Ritmo de la noche’, un show cada diez minutos”, chapea merecidamente José María. Y Mónica agrega: “Un casamiento también lo hacen los invitados y todos estuvieron con ganas de divertirse, de disfrutar; no es que había que ir a decirles ‘vengan a bailar’. Y había un clima ideal, de 24, 25 grados. Casi todos se quedaron hasta el final”.
El final de la fiesta, que había empezado con la ceremonia a las 7 de la tarde del día anterior, fue a las 8 de la mañana. La luna de miel de una semana en Nueva York.
La otra boda, la sorpresa
También hubo, años después, otro casamiento. Y merece ser recordado porque esta vez sí Josema puso todo el romanticismo que no había tenido la primera propuesta. “Siempre todos me preguntaban ‘¿cómo fue el pedido de casamiento, fue romántico?’. Y no, fue una mierda, estábamos tomando mate. Entonces me dije, ‘me voy a desquitar y que por lo menos una pedida de matrimonio fuera romántica. Y bueno y fue ahí”, dice él con el orgullo del reivindicado. “Fue re gracioso porque a nosotros nos encanta ver películas. Amamos al cine, entonces cada vez que vemos una peli de Las Vegas, yo le tiraba la broma. ‘Si algún día vamos a Las Vegas, tenemos que casarnos’. Cuando salió ese viaje, fue él quien a mis espaldas planeó todo con mi hermana y con mi mamá, que se quedaron acá con nuestros hijos,” destaca Mónica.
Para mantener la sorpresa del plan hasta último momento, Listorti debió superar algunos contratiempos, por ejemplo, cómo averiguar la medida del anillo para la novia.
Mónica: -Un día estaba con mi hermana y ella me dice ‘ay, me prestás esa pulserita, ay, a ver, ese anillo´ y yo ni cuenta me di porque siempre entre hermanas te prestás un aro o una pulsera y así él tomó la medida.
Josema: -Tuve que contratar el servicio desde acá. Estuvo muy bueno, porque nos pasaron a buscar en limusina, nos llevaron como en la película Qué pasó ayer a una capillita de las afueras de Las Vegas, y la mamá de ella lo pudo ver por Facebook en directo porque nos daban ese servicio también. Pero contá cómo te enteraste, que estuvo bueno.
M: El me dijo ‘vamos a ir a Las Vegas’ y hace calor. Entonces yo digo ‘bueno, voy con ropa cómoda’. Y él me dice, ‘mirá que consigo la Avant premier de no sé qué espectáculo…
J:. Del Cirque du Soleil, pero ¿cómo hacía para decirle que llevara un vestido blanco sin que se diera cuenta?
M: Yo le preguntaba ‘¿pero qué tipo de vestido llevo? ¿Qué sé yo cómo son las fiestas en las Vegas? ¿Tengo que llevar algo de largo?
J: Ahi le dije que yo iba a ir de traje.
M: Y yo me llevé uno tipo cóctel, negro, que nunca falla.
Ese día de agosto de 2019, ya ambos vestidos, él fingiendo y ella convencida de que iban a un evento, Josema prendió su celular y la invitó a hacer un video para instagram solo para mostrar lo elegantes que estaban. Y ahí sucedió.
M: -Yo empecé a decir mirando al teléfono ‘ay qué lindo, cómo estamos' y de la nada se arrodilla y saca el anillo. Casi me muero, le dije ‘¿en serio?’, ‘Si, en serio', me dijo. ... Ay, voy a llorar de vuelta.”
Así, con la emoción de Monica y la felicidad de Josema por su exitosa estrategia de sostener la sorpresa hasta último momento, bajaron, se subieron a una limusina y en 20 minutos arribaron a la capilla. Allá los esperaba un ramo, la jueza y un vivo de Facebook para que la familia pudiera verlo en Buenos Aires y algunos en Corrientes, de donde es la familia de Mónica.
Al final, el que nunca se iba a casar,, se terminó casando dos veces; el que no era romántico, armó una propuesta de película, en la que, es justo decirlo, lo dio todo.
Diecisiete años de amor
Son diez años desde que se casaron, diecisiete desde que están de novios. Quienes visitan sus redes sociales saben que suelen jugar con situaciones cotidianas de una pareja y de una familia, porque también se prenden sus dos hijos varones. Y ese humor tal vez sea uno de los pilares sobre los que se cimentó el amor y la construcción de la familia. Otro, aseguran ambos, es el diáologo. “Nosotros conversamos un montón. Creo que todo el tiempo y durante todos estos años, tenemos nuestro tiempo de estar hablando, o de un proyecto o de lo que nos pasa a los dos, o de cómo nos sentimos. Un ratito al día. Entonces ahí me parece que se afianza o se conoce más y se comprende más a la otra persona. Porque a veces cuando uno no habla es cuando se empieza a malinterpretar las cosas, a pensar cosas que no son”, dice Moni. José María aporta otra pata que sostiene la mesa matrimonial: la tolerancia. "Ella me tolera un montón de cosas y yo un montón a ella también. Y la paciencia. Si nos enojamos, tratamos de amigarnos enseguida, no estamos cuatro días sin hablarnos. Que nos enojamos y nos peleamos, seguro, no tan seguido por suerte, pero lo que no tenemos es rencor. Si le contesto mal, se me pasa enseguida, no me quedo enganchado, no es le digo ‘sali, viste lo que me hiciste ayer’. Y ella lo mismo."
El humor que puede verse en los videos que hacen para redes podría pensarse que es una ficción. Pero muchas veces son pequeñas historias que surgen de pequeñas desavenencias cotidianas.
"Hoy me retó", por ejemplo dice Listorti. "Fue así -cuenta Mónica- , yo le dije '¿qué me puedo hacer en el pelo para cambiar un poco?'. Y él me responde, 'nada, si así te queda lindo, a mi me gusta así'. Y le digo ‘¿Y no estás aburrido?' ¿Y que me contestaste?" Remata Josema: “Que estoy aburrido pero no por el pelo'. Y ahí le dije, “hagámoslo tik tok esto”.
Después, como si fuera un video de sus redes, se divertirán contando pequeñas cosas del otro que a veces los fastidian. "Por ahí tenemos un día agotador los dos, que estuvimos de acá para allá, con los chicos y a mi me sacan las preguntas boludas. Por ejemplo cuando él me pregunta, ¿'Hay mayonesa'? ¡Y fijate! Y él me dice :´Pero si vos fuiste al super, por qué no me decís!."
“Yo nunca encuentro el control remoto y ella se enoja muchísimo", admite Listorti. "¿Y qué, tengo un poder mágico para encontrarlo yo?', le reprocha ella como si la discusión sucediera en ese momento. "Mónica siempre, siempre, deja el microondas abierto y el horno prendido. Se apaga cuando termina el timer", se desquita el conductor. Los dos se ríen.
Sobre sus hijos dirán que se turnan para ponerles límites. "Un día nuestros hijos me odian a mi y otro a ella", dice.
Para el final, ambos aceptan la propuesta de definir que aprendieron del amor después de 17 años juntos. Arranca José María: "Es muy abstracto definir el amor, lo que sí puedo decir es que el amor es cuando alguien te hace feliz. Y a mi estar con ella me hace feliz, ella sabe que yo termino de trabajar y vengo para casa. No tengo una vida social donde diga 'hoy me voy a comer allá', 'hoy tengo fútbol acá'. Trato de estar lo más posible en casa porque es donde soy feliz. El fin de semana que ella se fue a Corrientes a pasar el día de la madre, la extrañé. El mate lo tomaba solo, no tenía con quien pelear (sonríe), no podía mirar las series porque las veo con ella".
Es el turno de Mónica: "Por mi lado, es encontrar un compañero de ruta, ahí se mantiene el amor. Cuando encontrás a alguien que te escucha, alguien con quien hablar, que se preocupa, que quiere lo mejor para vos, que te apoya en todo eso que querés hacer y quiere que te vaya bien. Eso se vuelve mutuo y hace que el amor siga avanzando.
Hace diez años celebraban su amor con una hermosa fiesta de casamiento. Hoy se los ve tan felices como aquella noche. Alguna vez Josema dijo -y nos hizo reir a todos- que el amor eran más que cuatro letras. Si hoy recitara otra vez ese poema, no sabemos de qué sería la A, pero la M seguro que dirá que es de Mónica.
La entrevista completa en YouTube
Christian Banett
Fotos: Archivo Publiexpress/Instagram: @soylistortiok