Fue la noche de la gastronomía y el arte. A raíz de la declaración de interés cultural a la revista Cuisine&Vins -idea y proyecto que ideó e impulsó el diputado Roy Cortina-, hubo acto en el Centro Cultural San Martín. Tras las palabras muy emotivas de él, subió al escenario el gurú de la pastelería, Osvaldo Gross, quien hizo un viaje en el tiempo recordando el nacimiento de la revista en 1983, que coincidió con el desarrollo de la gastronomía argentina y sus personajes icónicos, como Maru Botana, Germán Martitegui o Rodrigo Toso.
Después, las palabras del director del Centro Cultural, Diego Berardo, y una clase magistral de Héctor Gatto, subsecretario de políticas gastronómicas de la ciudad de Buenos Aires, un apasionado del tema que tiene como misión convertirnos en capital gastronómica de América Latina.
Tras los agradecimientos, el diploma y muchas lágrimas, hubo show y poesía de la mano del gran Fernando Noy, ícono absoluto del under porteño, performer, actor y poeta, que arengó al público para que repitan los párrafos de uno de sus poemas favoritos. Y llegó el cóctel.
Los artistas Dalila Puzzovio, Marina Olmi (hermana de Boy), Alejandro Ranieri, Marino Santamaría, Naná Gallardo (fotógrafa, viuda del gran Rogelio Polesello), Miuki Madelaire (diseñadora y embajadora cultural de la provincia de Misiones), los cocineros Camote Langer, Christina Sunae y Luisa González Urquiza (viuda de Miguel Brascó), fueron parte del trip divertido de la primera fila.
También el exmanager de modelos Ricardo Piñeiro (que fue con su mejor amiga, Roxy, hija de la recordada Elsa Serrano), la modelo Monica Labari y su hija, el ambientador top Javier Iturrioz (también tapa de Cuisine con su arte) y el embajador uruguayo Carlos Enciso, que cruzó unas palabras muy cariñosas con Susana Roccasalvo y Liliana Parodi, amigas inseparables desde siempre y las más divertidas a la hora de eventear.
Hubo panini de Donato de Santis (no llegó a la fiesta por un día, pero organizó todo desde su amada Puglia), aguas italianas, cataratas de champagne y una barra de gin tonic de autor, que tampoco tuvo paz.