En las últimas horas, Guido Záffora dio una información sobre L-Gante que causó sorpresa. Dijo que fue al edificio en el que está parando Wanda Nara y que protagonizó un escándalo. El periodista agregó que en la puerta de entrada se habría puesto nervioso al no poder ingresar.
“L-Gante tuvo un ataque de nervios total, de locura, y empezó a darle patadas al portón, se armó un escándalo con los de seguridad tremendo”, comenzó Záffora. Lejos de terminar ahí, siguió: “Hubo insultos, gritos, me cuentan también que Wanda intentó salir del edificio y chocó un auto”.
Ante este panorama, el cantante acudió a sus redes sociales con un comentario repudiable desde todo punto de vista. Seguramente se quiso hacer el gracioso, pero lejos estuvo de eso. “Inventar algo mío es una salida segura para los medios y panelistas que viven y trabajan de hablar de los demás”, comenzó.
Hasta ahí, habla de una persona enojada. Tal vez entendible porque muchas veces se cruza un límite… El mismo que cruzó él. Continuó con su enojo y, al final cerró: “Yabrán a venir”, en vez de “Ya van a venir”. No fue un error por escribir rápido, fue a propósito y con un mensaje encubierto de un momento nefasto de Argentina.
El 16 de febrero de 1996, el reportero gráfico José Luis Cabezas le sacó una foto a Alfredo Yabrán en Pinamar. Una imagen de una persona que la que hasta ese momento no había registros. El empresario siempre se jactó de que ni los Servicios de Inteligencia tenían una y, que haya salido, fue mojarle la oreja.
La historia, todo lo que vino después, es conocido. Un año después –el 27 de enero de 1997- Cabezas apareció muerto de un disparo por haber tomado una fotografía. Fue secuestrado por un grupo de policías y civiles contratados por Yabrán “para que le den un susto”, pero “se les fue la mano”, y terminaron con su vida.