Actor, productor, conductor y escritor, Gabriel Corrado (61) es una de las grandes figuras del mundo del espectáculo. Dueño de un montón de éxitos en la pantalla chica, cosechó fama de galán en novelas como Perla Negra, Zíngara, Chiquititas, Soy Gina, Princesa, Manuela, Amándote, La extraña dama, Hombre de mar, Milady, Luna salvaje, Máximo corazón, Malparida, Dulce amor, Taxxi amores cruzados y Por amarte así, entre tantas otras.
El año pasado se puso el traje de conductor en Canal 7 con Mañanas públicas, lo que le representó todo un desafío y actualmente está por viajar a Madrid, en donde tiene previsto negociar un proyecto artístico. “Además, estoy escribiendo un guión de una película con Mario Segade. Siempre estoy haciendo porque hace mucho tiempo que no espero que me llamen. Es muy angustiante esa parte del actor o la actriz que se quedan esperando el llamado. Es muy duro y me encanta cuando me llaman pero también está bueno ir generando cosas para no quedarte esperando un llamado telefónico”, reflexiona Corrado.
-¿Por qué más vas?
-Ufff, ¡tengo tantas cosas en la mente! Esto del viaje a España va a estar muy bien y estoy reabriendo la puerta de Europa del Este, que hoy está complicado por la guerra y la cercanía que tiene con Rumania, que es donde más trabajo. Pero bueno, hay que seguir adelante porque la vida continúa y no me gusta quedarme quieto. Soy un tipo que hace y te puedo decir que confieso que he vivido y voy por más, eh. Hay que seguir adelante, no hay que conformarse y siempre hay que ir por cosas nuevas.
-Siempre fuiste un actor muy convocado. ¿En qué momento de tu vida hiciste un click y saliste a generar tu propio trabajo?
-Cuando tenía mucho trabajo, ya tenía la curiosidad de hacer mis propios proyectos. Hice El arcángel en 1996 y lo generé a la par de que estaba en pleno éxito de Chiquititas y Perla negra. Está en mi ADN buscar oportunidades y gestionar proyectos. Cuando estaba haciendo una serie en España, por ejemplo, comencé a gestar la novela Máximo corazón para la Argentina. Vivía en Europa y ya estaba armando algo para Buenos Aires. Cada proyecto lleva su tiempo, hay que tener mucha paciencia y no es fácil unir las voluntades. O ahora entusiasmar a una plataforma o a un director. Todo eso lleva su tiempo.
-¿Cómo viviste la experiencia de conducir Mañanas públicas?
-Alucinante. Lo de Mañanas públicas fue el año pasado y podría haber seguido pero no podía. Fue una experiencia muy linda hacer ese programa. Yo había trabajado en entretenimiento pero esto era mucho más que eso: tenía que conducir un programa de actualidad, con todos los temas. Era un morning show, tipo magazine informativo con entrevistas, política, clima, color, espectáculos, salud y tantos temas más. Teníamos muchos colaboradores y fue enriquecedor porque aprendí muchísimo. Uno siempre tiene que ir por más conocimientos y entrevistar a alguien, para mí, era todo un desafío porque tenés que estudiar, investigar, informarte sobre la persona y sus temas.
-Vayamos al comienzo. ¿Cómo fue el momento en que decidiste ser actor?
-Desde chico, siempre tuve muy en claro qué era lo que quería. Esto lo hablo mucho con mis amigos, mis hijos o incluso con hijos de amigos. Cuando uno sabe qué quiere, es mucho más fácil que cuando no lo sabés. Yo de muy chiquito quería ser actor. Te diría que a los 7 u 8 años ya lo tenía decidido. Entonces, cuando dejé la Facultad de Medicina para estudiar teatro, interiormente creía en mí. Sigo creyendo en mí. El hecho de creer en uno es fundamental para llegar. La medida del éxito es inabarcable y es imposible medirla. En una época, vendía ropa y estudiaba teatro y recuerdo que a una clienta le dije: “Acordate bien de esta firma que te estoy haciendo porque algún día esta firma va a ser muy famosa y mi nombre ya lo vas a ver en todos lados”. Confiaba en mí plenamente cuando soñaba con ser actor.
-¿Dónde vendías ropa?
-Representaba a una marca de jeans junto con mi mejor amigo, Sergio Frenkel, quien actualmente vive en España. Era la marca francesa Cacharel y la vendíamos en todo el país. Yo había empezado como modelo y de ahí pasamos a vender los jeans. Viajábamos por todo el país, teníamos 22 años y a la par acababa de dejar Medicina para estudiar teatro.
-¿Ser lindo, rubio y de ojos claros fue importante para entrar al medio?
-Sí pero no. Es como cuando conocés a alguien que te gusta: la belleza puede ser una llave o una puerta de entrada pero si te quedás solo con eso, sonaste. Se termina rápido. ¿Cuántos tipos lindos y mujeres monas hay en el mundo? Miles, millones. Han querido entrar y después no pudieron continuar o se quedaban en el camino. Obviamente que tener determinadas características a mí me dio la oportunidad de entrar y mostrarme. A su vez, era contradictorio porque estudiaba teatro con Raúl Serrano y Augusto Fernándes y ellos nos decían que no hiciéramos televisión.
-Pero no les hiciste caso se ve…
-El tema fue así: me encontré con Mario Pasik en el hotel de Actores en Villa Giardino, Córdoba, y me preguntó qué edad tenía. Cuando le respondí 25, me dijo: “Vos tenés que empezar a laburar en televisión ya mismo y encarar novelas”. Acto seguido, al año siguiente estaba protagonizando una telenovela en Canal 9. En aquel momento te inculcaban que la televisión no era buena, te enviciaba y qué se yo cuántas cosas más. No estaba bien vista.
-¿De qué año hablás?
-Arranqué a trabajar en esto en 1987 con la novela Quiero morir mañana y recuerdo que Alejandro Romay hizo un casting enorme para elegir a los dos galanes. Me eligió entre ellos a mí y a Rubén Ballester. Fue un casting multitudinario y ahí, volviendo a la pregunta anterior, yo confiaba en mí, me tenía fe. Creía en mí pero con eso solo no bastaba. Tenía que sostenerlo con formación, talento y hambre. El entusiasmo y el hambre son fundamentales. También hay algo que no depende de uno y tiene que ver con traspasar la pantalla y que la gente te quiera.
-¿Tu verdadera fuerza era creer en vos mismo?
-Sin dudas. Siempre creí en la ley del deseo, que es una ley metafísica. Cuando le dije a mi mamá, viendo Rolando Rivas taxista que se daba los martes a las 10 de la noche y yo era muy chico, que algún día yo iba a estar allí, fue porque estaba convencido de que iba a estar adentro de la televisión. Sabía que iba a actuar con Andrea Del Boca, por ejemplo. La veía de chico en la tele y se dio. El otro día me encontré con Antonio Grimau y es muy loco cuando pasás a tener una relación de par con alguien que mirabas y admirabas de tan chico. El me contaba que le pasaba lo mismo con otros actores más grandes que él. Creo profundamente en el deseo y no existía el libro El secreto. Siento que siempre instrumenté esas leyes de la física cuántica.
-¿Qué te respondió tu mamá cuando le dijiste que querías ser actor a los 9 años?
-Me abrazó, me dio un beso y se sonrió. No sé qué le pasó pro su cabeza pero me abrazó. Soy de una familia de clase media de un barrio normal como lo es Villa Pueyrredón en Capital Federal y de chico también recuerdo que le dije a mi mamá: “Cuando sea grande, te voy a llevar a Europa”. Y cuando me fui a vivir a Europa con mi mujer y mis hijos en el año 93, contratado por Telecinco, al poco tiempo la llevé a mi mamá. A papá no porque era miedoso y no se subía a un avión pero a mamá la invité mil veces y no olvido su felicidad en su primer viaje a Europa. Creo mucho en esas cosas, en el deseo y la fuerza del niño de cada uno. Eso mueve montañas.
-¿Tus papás a qué se dedicaban?
-Mamá maestra y papá empleado de la General Motors, ahí en General Paz y Avenida San Martín. Papá trabajó allí en esa planta muchísimos años y yo iba a la colonia de vacaciones de ahí. Una familia clase media normal y sin ningún artista en casa, a quien pudiera consultarle mis inquietudes. A mis 12 años, tenía una banda de rock con dos amigos más: Sergio Frenkel y Marcelo Gutmann. Fuimos a tocar a Canal 13 para el programa Este es mi mundo y la productora era la tía de un vecino mío. Le hinchamos tanto las pelotas que nos terminó invitando. Ese es otro factor: la insistencia. Si no insistís, no llegás. Hay que ser voluntarioso, tesonero e ir para adelante. Además de creer en vos, tenés que tener la voluntad y si te dicen que no, tratar de entrar por otro lado. Es eso, persistencia e ir a Canal 13 a tocar con la banda fue fantástico. Ahí conocí por dentro ese mundo mágico de la tele que miraba desde mi casa.
-¿Cuándo y cómo te conociste con tu mujer, Constanza?
-Nos conocimos en 1986, nos pusimos de novios y al año siguiente, que yo entré a trabajar en televisión, nos fuimos a vivir juntos por un tema de proteger nuestra intimidad y tener un lugarcito para nosotros. Ella me invitó a mí, mirá qué modernos para la época, a una fiesta. Teníamos un amigo en común, que era compañero mío de teatro, y me llamó por teléfono fijo a invitarme a una fiesta. Nos habíamos cruzado antes en Bella Vista en un supermercado, al que había ido a comprar y ahí nos chocamos. Fue muy mágico y lindo ese encuentro pero no pasó nada. Un año después ella me llamó para invitarme a esta fiesta y ahí empezamos a salir.
-¿Es real que fue una fiesta de disfraces?
-Sí. Constanza había ido disfrazada de Gatúbela y yo de Espadachín. Yo tenía el pelo re largo y usaba bigotes. Ahí nos conocimos y no nos separamos más. Fue muy lindo y romántico porque las fiestas de disfraces tienen su encanto, con esta cosa de quitarte las máscaras y demás.
-¿Cómo trascendieron tantos años de casados?
-No existe un secreto y tuvimos crisis como todo el mundo pero creo que nos ayudó mucho siempre el hecho de que cada uno respetara mucho la independencia del otro. Nos sigue ayudando al día de hoy. Cada uno tuvo su trabajo y siempre recibió el apoyo del otro. En momentos donde nos tuvimos que ir a vivir a otro país por mi trabajo, Constanza me acompañó pero no es que postergó su proyecto. Los chicos eran chicos y mi mujer tomó las riendas de la educación de ellos, cosa que por mi trabajo yo no podía hacer. Cuando grabás una novela o una serie, estás muchas horas en un estudio y no es fácil.
-¿Tu mujer te cela?
-No, ¿sabés que no? Yo soy más celoso que ella. Pero los celos no pasan por el medio en el que estás sino que son propios de la condición humana. Hemos trabajado mucho las inseguridades y los miedos personales y siempre estuvo como base el respeto mutuo. Estar afuera nos ayudó a consolidarnos como pareja y como familia. Afuera es un mundo nuevo, gente nueva y nuevas experiencias. El éxito te puede volar la cabeza y en mi caso fue importantísimo volver a casa y encontrarme con una mujer a la que tenía que ayudarle a cambiar pañales y darles de comer a los chicos. Esa vida de verdad, que nada tiene que ver con el Truman show, es lo que me puso en eje y poner el ego en un lugar centrado.
-¿Cómo están tus hijos hoy?
-Enormes. Lucas tiene 32 años y está viviendo hace dos años en Amsterdam. Se fue en plena pandemia y tiene un market place junto con su pareja en Holanda. Es un proyecto online de productos ecológicos, veganos y cruelty free. Se llama Blue house su empresa y está muy contento, con mucho trabajo. María Lucía (30) vivió mucho tiempo en Barcelona, fue la primera de los tres que se fue del país y ahora está viviendo en Hamburgo, Alemania. Ella es licenciada en Comunicación Social y trabaja en producción audiovisual. Ejemplo, filma publicidades. Y Clarita, la más chica, vive en Saratoga, en el estado de Nueva York. Es la última que se fue, tiene 24 años y hace casi un año y medio que se fue. Está estudiando y trabajando, muy contenta allí.
-¡Se te fueron los tres a vivir afuera!
-Sí. Nosotros somos muy tanos en el tema de la educación, estamos muy unidos todos y nos conectamos mucho a las videollamadas para estar presentes en la vida del resto. Hablamos mucho por teléfono y viajamos para vernos. En mayo pasado, por ejemplo, nos encontramos todos en Nueva York y la pasamos bárbaro. No es fácil tenerlos lejos pero entendemos que es una nueva etapa y para nosotros, con Constanza, es un desafío nuevo también. Mi mujer viaja más que yo, los puede ver más a los chicos y como tenemos pasaporte comunitario, ella visitó a Lucas a Holanda y a Lucía a Alemania. Entiendo el síndrome del nido vacío pero estamos tratando de transitarlo y llevarlo de la mejor manera en familia.
Nicolás Peralta
Fotos: Album personal Gabriel Corrado