La impresión invitaba a intuir que después del fallecimiento de Diego Armando Maradona, los conflictos intrafamiliares comenzarían a reducir su calibre. Es decir, ya sin el astro entre nosotros, la continuidad de las agresiones y de las disputas parecía perder sentido. Si bien resulta lógico que cada una de las partes defienda sus intereses patrimoniales con respecto a la herencia, no se explica que aún en su entorno se sigan disparando con munición gruesa por temas definitivamente menores.
Este recrudecimiento de la confrontación se desató cuando Dieguito Fernando no pudo ingresar al palco asignado históricamente a su padre, en la Bombonera. Ojeda interpretó que la orden de prohibirle el acceso fue de Gianinna, quien al intentar comunicarse con el pequeño para saludarlo por su cumpleaños, comprobó que, a raíz de lo ocurrido en el estadio, Ojeda la había bloqueado.
“Hola Verónica. Cómo estás? Quiero llamar a mi hermano y llamo pero no me puedo comunicar”, decía el mensaje que nunca obtuvo respuesta. Luego, el intento de Gianinna fue con Mario Baudry, abogado y novio de Ojeda: “Hola buenas tardes, disculpame que te escriba a vos pero me di cuenta que tu novia me tiene bloqueada. Lejos de querer hablar o saber de ella, quiero hablar con mi hermano por su cumpleaños. ¿Podrías facilitarme el contacto? Te agradezco desde ya”.
Baudry efectivamente le trasladó la comunicación a Ojeda, pero Verónica fue lapidaria: “Decile de mi parte que nunca más va a ver a Dieguito”. Luego vinieron las capturas y los posteos, más extensos, de un lado y de otro, con evidentes indirectas. Nuevamente, quedó claro que al margen de un descanso que se dieron, entre Dalma, Ginaninna y Verónica, sigue estando todo mal.