Leandro Rud decidió hablar de cáncer. Decidió ponerle el nombre que corresponde a esa enfermedad tan cruel y que con tan solo nombrarla atemoriza. El año pasado le dijeron que la tenía y desde entonces, lejos de decaerse, puso todas sus energías en recuperarse. En la etapa final para curarse definitivamente, contó su historia para que sirva como aliento para otras personas.
A mediados de años se hizo estudios porque no estaba bien. Todos le dieron optimo. Sin embargo, seguía perdiendo peso –bajó hasta 10 kilos-y todo lo que intentaba comer no lo toleraba. Sus médicos no bajaron los brazos y fueron con un estudio más complejo. El 1 de noviembre de 2021 uno de sus médicos -Nicolás González- lo reunió en su consultorio. “Me dijo ‘las biopsias dieron mal’”. El diagnóstico fue: cáncer en las glándulas salivales de la parótida.
“Era lo que nunca había querido escuchar”. “Me fui a mi casa, llamé a mi hermana, que me había acompañado en la internación. Le dije a ella y a mi madre que tenía cáncer. No quería ver a nadie, vivía durmiendo, me agitaba al afeitarme. Lloré un rato y dije, me voy a caminar”, comenzó a hablar del tema Rud en una charla con Infobae.
A tres meses de comenzar con el tratamiento, se siente mucho mejor. Su estado de ánimo es otro y eso tuvo que ver con el cambio de hábito. Hacer ejercicios, cambiar la alimentación, fueron pasos claves, admitió. “Mi cáncer no tiene cura pero, si se logra detener, queda como una enfermedad crónica, como una diabetes”.
“Hoy estoy asintomático, me quedo mucho tiempo en la naturaleza, con mis perros, nado mucho en agua fría porque me hace muy bien, me relaja, me deja cansado y me hace dormir. Fue una lección de vida. Hoy me siento bien y hace cuatro meses me sentía muy mal”, agregó el empresario y conductor televisivo.
De todos modos, no siempre está igual, pero la enseñanza que deja es la de levantar la cabeza y enfocarse en uno mismo: “No todos los días son buenos, le pongo garra. Hay días que me levanto mal y digo ‘me tengo que levantar igual’ y me voy a la pileta y nado hasta que me agoto. Y me voy de mi casa porque no me voy a quedar tirado. Hay que meterle mucha voluntad”.
Por otro lado, en esto que busca concientizar, remarca la importancia de darle valor a lo que dice el cuerpo: “Yo venía muy cansado hacía muchos años y siempre se atribuía a un tema de estrés, de trabajo, de separaciones, de la vida, la angustia, pero lo que tenía era que las células del cáncer, que iba muy despacito, me iban comiendo la energía y me dejaban agotado”. “Cuando uno está mucho tiempo cansado ya no es estrés, hay algo en el cuerpo”.
“Lo peor que uno puede hacer es quedarse en la cama. Salí, caminá por el pasto, abrazá a un animal, un perro o un gato, que tienen buena energía y te quieren. Quedate con los árboles, nadar en agua fría, que refuerza el sistema inmunológico, está probado”, finalizó con la fuerza que le imprime a la situación.