Los orígenes dejan huellas. Fortalecen, principalmente cuando las vacas son flacas y arreglarse con poco, casi nada, se vuelve una obligación ineludible y en la mesa hay varias bocas para alimentar. Más aún cuando la conformación del árbol genealógico, por situaciones del destino que tienen que ver con lo forzado, está lejos de lo convencional. La niñez de Carlos Tevez tuvo mochilas varias.
A su padre lo mataron, algunos de sus hermanos cayeron en la delincuencia y el entorno escénico cotidiano de Fuerte Apache tampoco ayudó. Sin embargo, el futbolista salió a flote. Llegó a la cúspide de su actividad, jugó en la selección, ganó una montaña de títulos tanto en la Argentina como en el exterior y lo más importante: consiguió que los Tevez de su camada se criaran derechitos. Una transición familiar en la que sin dudas tuvo mucho que ver el ex crack de Boca.
Se sabe, Tevez suele volver a su barrio cada dos por tres. Juega al fútbol con amigos y se divierte con los afectos de toda la vida. Pero en esta ocasión regresó por una razón especial: para celebrar el cumpleaños de su papá del corazón, Segundo Tevez, quien le dio su apellido y lo acompañó a cada uno de sus entrenamientos desde pibe.
Segundo falleció el 21 de febrero de 2021 y ayer hubiera cumplido 61 años. Aunque no esté físicamente, sus hijos organizaron un asado, comieron torta y escucharon cumbia y a Los Manseros santiagueños, el grupo preferido de papá. Todo, frente a una enorme imagen de Segundo, con la camiseta de Boca, con Fuerte Apache como fondo.
Así lo mostraron en Instagram, desde el propio Cartlitos hasta el resto del clan. Como si estuviese realmente sentado junto a ellos. Son los orígenes. Es la humildad y el reconocimiento. Para el Apache, Segundo siempre está primero que todo.