Jimena Barón siempre cuenta que la llegada de Momo fue un antes y un después en su vida. Independientemente de todas las cosas que estaba atravesando en su vida cuando dio a luz, sintió que esa personita sería de ahí en más, lo único que importara y no se equivocó.
El destino quiso que tuviera una separación complicada y que tuviera que hacerle frente a la crianza de un niño prácticamente sola, pero ella se las ingenió para darle lo mejor. Y ahora que acaba de cumplir 8 años, se emociona al ver qué clase de persona es Morrison.
Dejándose llevar por las emociones, volcó en un papel todos sus sentimientos: "Celebrar su nacimiento me inunda de sensibilidad, me acuerdo de todo y un poco me angustia sentir que fue ayer pero no. Ser mamá para mi es compartir mi vida entera empezando por mi propio cuerpo. Todo lo que soy pasó a ser importante porque no era solo para mi. Y así hasta hoy. Mi hijo es mi foco cuando pasa algo, cuando se enferma, cuando no está bien, todo queda fuera de foco y el mundo gira igual pero borroso. Ser mamá es no tener la más p... idea pero hacer como que sí porque él me mira y tiene unas expectativas inmensas".
"Intento estar a la altura de su bondad, de su ingenuidad, de su ilusión y felicidad. No puedo decirle que es mi maestro absoluto y que es mentira que yo le enseño. Yo lo cuido con uñas y dientes, como una leona. Lo amo desde que me enteré y ese amor crece con el tiempo. Es una sensación en el pecho que se puede hasta tocar. La vida lo va a cacheterar como a todos y eso ya me duele".
Y cerró con una reflexión con la que cualquier mamá puede sentirse identificada: "Lo crio para que no me necesite porque sé que va a volar como corresponde. Lloro cuando se duerme pero está bien. Los hijos te roban la vida entera de un segundo a otro. La quiero sólo con él y si la necesitara, se la daría".