El sábado 23, Jorge Lanata y Elba Marcovecchio vivieron una de las jornadas más felices de sus vidas. El casamiento que los une como marido y mujer quedará por siempre en la retina de aquellos que fueron parte tanto de la unión como de la fiesta. Uno de ellos fue Chano Charpentier.
La presencia del músico no pasó desapercibida, ya que los días previos se conoció su internación en la clínica de rehabilitación, Vida Sana, en Entre Ríos. En aquel entonces, cuando faltaban tres días para la boda, se supo que fue a “ponerse a punto” para poder estar.
A medida que fue saliendo material desde adentro, se conoció que el artista estuvo en la mesa principal, sentado enfrente de Lanata y Marcovecchio, muy cerca de Mauricio Macri y Juliana Awada. Por la amistad que lo une al periodista, se ganó un lugar de privilegio.
En Lanata sin filtro, en el clásico pase radial con Eduardo Feinmann le preguntaron por la llegada de Chano. Jorge comentó que lo fue a buscar Bárbara, una de sus hijas y que ella fue la encargada de entrarlo sin que lo vean, para que no lo molesten. Ese dato, no pasó por alto y Feinmann no aguantó la oportunidad de preguntarle por los rumores de romance.
“¿No querés ser el consuegro de la mamá de Chano?”, fue la pregunta al hueso de Eduardo, haciendo referencia a una posible relación familiar con Marina, la madre de Chano, si sus respectivos hijos se ponen de novios.
Sin vueltas, el marido de Elba Marcovecchio respondió: “Sí obvio, pero los que tienen que querer son ellos. Yo a Chano lo quiero y mi hija, Bárbara, es muy amiga. Creo que hoy esa posibilidad no existe”.