ENTREVISTA

Boy Olmi festejó los 300 programas del ciclo que conduce en El Nueve: "Parece un juego liviano pero se tocan teclas muy profundas de nuestra reflexión"

Durante una cena de producción, el actor diálogo con Pronto sobre que siente por la cantidad de programas cumplidos. Los detalles.

Boy Olmi
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“Hay algo distintivo de este programa, que tiene que ver con que, en ese juego liviano, frívolo y veloz, hay una producción primero. En la que no sólo hay gente de televisión; hay sociólogos, psicoanalistas, historiadores en todo un equipo que genera contenidos que muy hábilmente tocan teclas muy profundas de nuestra reflexión” señala Boy Olmi, durante el festejo de los 300 programas de La hora Exacta.

Me sorprende gratamente, pero al mismo tiempo siento que es fruto de algo que está muy bueno: una conducción en la que Teté y yo somos un complemento muy particular, porque somos muy diferentes y yo, desde mi lugar de actor y de comunicador, me dejo atravesar todo el tiempo” confiesa en esta entrevista con Pronto.

El actor, que además produce, dirige y escribe, es el conductor junto a Teté Coustarot de La hora Exacta, un programa de entretenimiento con un juego de preguntas y respuestas que se emite en el prime time de El Nueve. Un formato novedoso, que durante su segunda temporada estrenó nuevas sesiones, nueva escenografía, con los reconocidos informes históricos que lo caracterizan y que hoy, está festejando sus 300 programas

Boy Olmi en el restaurante El Corralón festejando los 300 programas de La hora exacta 

- ¿Cómo viene la dupla con Teté en esta segunda temporada?

Teté es ordenada, correcta, formalmente impecable y yo soy un poco desordenado, pero al mismo tiempo tengo algo muy lúdico que me permite jugar todo el tiempo, me dejo atravesar. Entonces se arma una cosa muy divertida entre los dos en donde nos respetamos mucho en la diversidad. Y respetamos mucho a los participantes y a los espectadores que tienen que consumir algo más que información liviana, de golpe hay cosas muy divertidas, pero también cosas muy emocionantes. Y de pronto cosas que nos permiten reflexionar sobre cómo venimos viviendo los seres humanos en la tierra, algo que nos permite pensar en la construcción de un mundo mejor.

- Los invitados antes iban de manera grupal... y este año van a pareja ¿Qué efecto generó este cambio?

Hay una dinámica en el programa, en la segunda edición de este año donde hay que parejas agregan un componente muy lindo. Esas parejas vienen enganchadas afectivamente, por ejemplo; un padre que sabe mucho de fútbol de hace 40 años y un hijo que sabe de trap o de tecnología, entonces se arman equipos complementarios como somos Teté y yo. Ella es una caja de información y es muy acertada en su mirada. Tiene una postura muy aplomada de conductora porque tiene muchísima experiencia y al mismo tiempo tiene una sensibilidad como mujer que la hace colocarse en un lugar donde puede abordar cualquier tema.

Boy Olmi celebrando junto a Teté Coustarot

- ¿Qué cambios generaron en vos estos 300 programas?

Yo intento estar cómodo donde estoy y sentirme libre. Tengo un deseo de aprender y que eso que estoy haciendo me mejore como profesional, pero sobre todo como persona. Intento aprender de los temas que me sorprenden, y también de todo el funcionamiento de los espacios que se proponen. Lo mismo con los espectadores, me interesa mucho escuchar a la gente y además, tengo muchas cosas para contarles. Yo soy el conductor del programa, pero también soy alguien que puede dejarse conducir por el espectador para que me lleve a un lugar inesperado.

- ¿Qué mirada tenés hacía los programas de entretenimiento en general?

Entrenarse, entretenerse a veces tiene que ver con un ejercicio mental porque... ¿Por qué es entretenido jugar al dominó, al ludo o la generala? Hay juegos más complejos, como el ajedrez o el Bridge pero sin embargo, todos ocupan nuestra mente en tiempo presente de tal manera que funcionamos con una parte distinta de nuestro cerebro. Otra cosa, es cuando ese entretenimiento está basado en el contenido cultural que requiere de un conocimiento más que de un ejercicio, como este programa.

- ¿Encontraste alguna diferencia entre la primera temporada y la segunda?

Cuando las papas queman, como ocurrió en estos años, se ve muy claramente la necesidad de comunicarnos, de encontrarnos, de festejar, de salir de la cueva. De hecho, hubo televisión que se hizo por zoom, ahí había una tensión que se estaba viviendo en la tierra. Y ahora somos sobrevivientes, estamos curando esas heridas. Estamos tratando de seguir fluyendo en esa realidad. Y el hecho de que participen en pareja permite que ya vengan con un componente emocional muy grande. Yo sigo atento a ver de qué cosas importantes podemos hablar en un juego como este.

El equipo de producción de La Hora Exacta cenando por el festejo de los 300 programas junto a Teté Coustarot y Boy Olmi

- ¿Podemos confirmar sorpresas para el futuro del programa?

Permanentes, es probable que vuelvan algunas de las columnas que teníamos. Cosas que tienen que ver con la observación de nuestra sociedad; con el pasado o con el futuro. La participación de figuras invitadas, también es muy importante. Nos gusta que el programa no sea todo el tiempo previsible, para que la gente tenga que asomarse a ver qué está pasando hoy ahí. Porque un día es de una manera, y al día siguiente se pueden sorprender porque haya una visita; que haya un músico, que haya un show en vivo. Eso es la dinámica donde la hora exacta, es exacta, y sin embargo todos los días hay una hora diferente para cada uno.