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La nueva vida de Virginia Da Cunha: "La pandemia me encontró en un hotel boutique en Mendoza y decidí quedarme a vivir acá"

La cantante está abocada de lleno a crear nuevas canciones y para eso se instaló en Mendoza, donde comparte sus días con su pareja, un emprendedor social llamado Ale Malgor que trabaja en la sustentabilidad y fabrica zapatillas con neumáticos descartados en un penal de Mendoza.

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A los 40 años y con un largo recorrido musical, Virginia Da Cunha disfruta de un presente diferente ya que está lejos de Buenos Aires pero más conectada que nunca con ella misma y su artista. La ex Bandana está viviendo en Mendoza, ciudad en la que la encontró la pandemia allá por 2020 y decidió instalarse en la provincia del buen vino. Está en pareja, creando nuevas canciones y disfrutando del contacto pleno con la naturaleza. “Estoy feliz, viviendo en Mendoza pero cada tanto viajo a Capital por algún tema puntual, como por ejemplo un DJ set que hice hace poquito en Chana Club de Puerto Madero”, contó del otro lado del teléfono Virginia a Pronto.

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-¿Cómo tomaste la decisión de irte a vivir a Mendoza?

-En realidad, la pandemia me agarró acá. Estaba paseando con quien había comenzado a salir hacía un mes acá, justo me había salido trabajo y si bien tenía el pasaje de regreso a Buenos Aires para el 16 de marzo, tomé la decisión de posponerlo para el 18 y mi vuelo original fue el último que salió porque luego arrancó el confinamiento.

-¿Dónde te agarró?

-En un hotel boutique divino, donde viví durante seis meses. Por suerte, la pandemia se flexibilizó mucho antes que en Buenos Aires así que empecé a disfrutar y a enamorarme del lugar, de la gente y de mis días aquí. Cuando pude volver lo hice pero nada más que a buscarme todas las cosas y me quedé a vivir directamente en Mendoza.

-Estabas empezando una relación, ¿seguís de novia?

-Sí. Estaba recién empezando un noviazgo cuando se decretó la pandemia y por suerte hemos sobrevivido y seguimos juntos y muy bien. Mi novio no tiene nada que ver con la música y con mi mundo: es un emprendedor social que trabaja en la sustentabilidad y fabrica zapatillas con neumáticos descartados en un penal de Mendoza.

-¿En una cárcel?

-En una cárcel, sí. Es muy lindo lo que hace porque es una nueva manera de emprender negocios y no solo es la plata sino que hay un propósito y un cuidado ambiental y social muy importante. Me ha permitido abrir mi cabeza a otros caminos y a gente diferente y es admirable lo que hace.

-¿Cuánto lleva con este emprendimiento?

-Hace ya ocho años que él está con esto. Lo acompaño y lo apoyo en todo lo que hace. Los neumáticos descartados que hay en la provincia ellos los usan para hacer las suelas de las zapatillas y el engranaje de la parte de arriba con la suela lo hacen en un penal, que es el penal San Felipe de Mendoza. Hay un montón de personas privadas de su libertad que tienen la oportunidad de hacer algo, tener un oficio, generar un ingreso y les dan la posibilidad de salir mejor de lo que entran, básicamente. El proyecto se llama Xinca eco shoes.

-Lo que contás está bueno porque además de la ayuda social, es a favor del medio ambiente.

-Sí: es una empresa de triple impacto; así se dice y él fue elegido Young global líder por el One Economic Forum, que es una especie de comunidad global de jóvenes líderes en el mundo y lo distinguieron por esto que hizo con la empresa. Se llama Ale Malgor mi novio.

-¿Cómo fue pasar la pandemia en un hotel boutique? Suena glamoroso.

-(Risas) Sí, la verdad que fue espectacular al lado de lo que hubiera sido pasarla encerrada en un edificio. Fue como estar en Disney porque eran casi dos hectáreas de parque, un hotel ecológico, con huerta y yo estaba sola con mi novio. Nos entregaron las llaves maestras de las nuevas habitaciones y no era difícil ingeniárselas con todo lo que había. Para mí era un sueño ir a la huerta, tenía el jardín para hacer yoga, tenía la guitarra, la cava, un cine, el spa.

-¿Había mucha gente al comienzo de la pandemia conviviendo en el hotel?

-No. Quedé yo sola con mi pareja y a los dos meses empezaron a caer personas que querían de algún modo comenzar a socializar. No se podía estar en lugares públicos pero llegaron los dueños del hotel, que es una pareja súper joven: ella del mundo de la biocosmética y él del mundo de la biodanza, así que fue genial porque éramos todos del palo de la espiritualidad, la medicina natural; todos muy conectados.

-Va de la mano de tu filosofía de vida.

-Sí, sin dudas. Uno atrae lo que es y lo que busca. De repente, me sentí en la Universidad de la Luz y estaba realmente feliz de cómo aprendía y sanaba día a día en ese lugar, con la montaña ahí al lado. Me dio una sabiduría muy especial para remar el momento de la pandemia. La vi como una oportunidad y para mí fue una bendición estar ahí.

-¿Te inspiró para crear nuevas canciones?

-Sí, a full. Estando ahí no solo aprendí a tocar la guitarra, que fue de autodidacta, sino que empecé a conectarme con músicos y cerca del hotel estaba viviendo uno de los integrantes de Los enanitos verdes así que me escapaba cada tanto y compusimos canciones juntos. Después me armé otra bandita y terminamos tocando en teatros; aun cuando no podíamos tener público hacíamos conciertos online. Grabé un montón de canciones, muy diferentes a lo que venía haciendo. Algo súper desnudo, orgánico y acústico. Toda la experiencia se reflejó en música.

-Lo bueno es que podés trabajar sin estar en Buenos Aires.

-Totalmente. Buenos Aires dejó de ser necesario en ese punto y eso mismo le pasó a mucha gente. Antes la oficina de Dios estaba en Capital Federal y con la pandemia todo se descentralizó muchísimo y uno se puede permitir tener una calidad de vida superior. Y elegir viajar a Buenos Aires cuando uno quiere por determinado estímulo pero puedo vivir en paz en otro lado.

-¿En Mendoza te reconocen y te preguntan por Bandana?

-Sí, ¡olvídate! En el interior fue aun más fuerte el fenómeno y el amor está latente. Es hermoso que me sigan reconociendo, aparte yo sigo manteniendo casi la misma cara de nena de aquel momento.

-¡No te pasa el tiempo!

-Es el vino, el buen vino. ¿Malbec o cabernet? Me gusta el cabernet franc. También los blends; el malbec ya fue, siento que nos cansamos del malbec y ahora estamos con los petit berdot, los blends.

-¿Mirás televisión?

-No, nada de nada. Miro a full Netflix y acá estuve trabajando en la tele de Mendoza con un programa que visibilizaba este tipo de emprendimientos, que están alineados a la sustentabilidad, los nuevos líderes, los valores de la nueva era. El año pasado me dediqué a producir y conducir el programa, que se llamaba Estricta y todo fue para darle visibilidad a la naturaleza, el bienestar holístico, los emprendedores jóvenes. Era semanal el ciclo y lo terminé porque ahora estoy armando otro similar, apuntado a la sustentabilidad pero más grande y con una productora de Buenos Aires.

-¿No la viste a tu ex compañera de Bandana, Lissa, en El hotel de los famosos?

-No, no la vi. En casa solo tengo Netflix y no tengo tele pero he chusmeado cositas de ella en su Instagram y me hace reír mucho Lissa. Siempre me hizo reír un montón y si bien tiene pocas pulgas, es muy divertida ella.

-¿Con las otras chicas tenés contacto?

-Sí, nos mantenemos en contacto. Con Vale Gastaldi hablo cada tanto porque ella está en Miami y a Lourdes cada tanto le agarran ataques de amor y me manda mensajes. Y Lissa también. En Bandana igual te aclaro que Lissa nos hacía reír más que otra cosa, no era cabrona ni peleadora. Es tan auténtica y sin filtro que la terminás adorando.

-¿Cómo tomó tu familia esta decisión de quedarte en Mendoza?

-Todos felices. Nací en Córdoba, mis viejos son de ahí y siempre en algún punto buscamos volver a ese estilo de vida y conectar con la naturaleza. Mi hermano ya se había ido a Portugal, mi hermana a Estambul y otro a Bariloche. La única que quedó en la ciudad es mi madre y también se está viniendo a vivir a Mendoza porque todos entendemos que hay que vivir bien. Todos vamos por una mejor calidad de vida.

-Cumpliste 40 años. ¿Cómo te pegó el cambio de década?

-Me encantó, amo cumplir años. Siempre me gustó celebrar, le encuentro lo positivo a las cosas y cumplir años es una de ellas. Aparte me siento en mi plenitud, empecé a despertar con este cambio de vida a las verdaderas prioridades y lo que realmente me llena. Aprendí a descansar y disfrutar y eso te rejuvenece.

-¿Tenés el deseo de ser mamá?

-Al principio, tenía el molde de que tenía que ser madre y esos mandatos se han desmoronado. Cada cual sigue su intuición y yo no me puse ningún dead line ni siento que tenga que ser ahora. Pero puede llegar a ser en un tiempo. Lo dejo en manos de la vida.

-¿Dónde se puede encontrar tu música?

-En Spotify y YouTube están las últimas canciones que hice y que suelo cantar en mis DJ set. Con mi nombre completo, Virginia Da Cunha, está lo último que hice. Trabajé con un productor de Turquía y ahora estoy con uno de Grecia. Mi etapa actual en la música tiene que ver con lo étnico, lo percusivo, vengo de tocar en Tulum y estoy muy abocada al estilo deep house orgánico. Ahí pueden encontrar de todo.

-¿Tu pareja te acompaña cuando viajás por trabajo?

-Tiene una hija así que en eso se complica y cuando fui a Tulum, él estaba en Harvard porque justo había ido a una reunión de jóvenes líderes sobre talleres de políticas y sustentabilidad. Le tocó viajar y yo aproveché para irme a Tulum a tocar mi música. Por suerte pudimos organizarnos para viajar juntos.

Por Nicolás Peralta

PH: Leandro Oddone/ Jonathan Machuca. Style: @muchopeluqueria

La entrevista completa con Virginia Da Cunha está en la edición digital de julio de revista Pronto y se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este enlace.