"Tamara a los tres años me dijo: 'Mis hermanos son distintos. ¿Qué se puede hacer con ellos?' Y como es una nena muy madura en muchas cosas, la tengo que cuidar mucho. Sé que cuando nosotros no estemos más va a ser ella la que ordene lo que dejamos para que ellos estén bien". Corría el año 2003 y todavía faltaban muchos años para que Alicia Zanca contrajera un cáncer de colon que terminaría con su vida el 23 de julio de 2012. Y en una entrevista con Pronto se refirió así a su día a día con sus dos hijos varones, Juan y Mariano, que nacieron con síndrome de down, y como su otra hija, también fruto de su relación con el actor Gustavo Garzón, desde muy pequeña comprendió la situación familiar en la que se encontraba.
Diez años después de la muerte de la recordada actriz y directora, Tamara lee con una sonrisa esa declaración de su mamá, que de alguna manera se convirtió en un vaticinio de lo que fue su vida unos años después. Porque desde los 21 años, edad que tenía cuando perdió a su madre, ayudó a su papá en todas las tareas que demandaban sus hermanos. Ese amor y dedicación la llevó desde hace un tiempo organizar con mucho éxito actividades para chicos con discapacidad tanto en forma presencial como por zoom en la escuela de teatro de su papá.
-Se cumplen 10 años de la muerte de tu mamá. ¿Te pasa algo con esos aniversarios o después de tanto tiempo ya son recuerdos que te vienen de vez en cuando sin que tenga que ver con alguna fecha puntual?
-Me pasa que yo tengo un muy buen vínculo con la muerte. No tengo esa nostalgia, si no me decías vos que eran los diez años de la muerte de mi mamá cuando me llamaste para la entrevista, ni me acordaba. O sea, capaz en algún momento iba a decir "Ay, el 23", pero no es que se acerca "La" fecha... Lo mismo el día de la madre o el día de su cumpleaños. Obvio que me acuerdo pero la verdad que nunca me pesó su muerte. Yo tenía un vínculo muy cercano con mi mamá, muy profundo. No sé, tal vez es algo en mi personalidad, pero es como que cerré la etapa con mi mamá con un moño. Siento que me dejó criada, me dejó educada, me dejó andando y yo pude cerrar su vida. Acompañándola y cuidándola y dándole un final con mucho amor. Entendí durante ese proceso que mi vida con mi mamá iba a ser hasta un momento y que después iba a ser sin mi mamá. Lo entendí, lo acepté y después nunca me pesó la muerte. Siempre entendí que empezaba otra instancia de mi vida. Es más, me veo muy parecida a ella y es como si dijera que la tengo incorporada.
-¿Esa manera de elaborar su muerte la fuiste pensando durante la etapa en la que estuvo enferma, te cayó la ficha cuando murió o se dio con el paso del tiempo?
-Fue rápido, yo tenía 20, 21 años. Un día me dijeron "tu mamá se va a morir" y yo les dije "jaja qué graciosos, todos nos vamos a morir, ¿cuánto falta?", y me respondieron "más o menos seis meses". Y fueron seis meses de duelo, tiempo en el que entendí que las cosas iban a ser así. Sufrí, la pasé mal, estaba pasada, atravesando esa situación y haciéndome cargo de todo. Y ahí duelé, de anticipado. También cuando ella se murió para mi fue como un placer en un punto porque yo la veía sufrir y eso es lo que a mí no me gusta. Abracé a la muerte y dije 'gracias por llevarte a mi mamá de este calvario'. Siempre digo que para mí la verdadera muerte es la enfermedad. Eso es lo feo, ver sufrir a una persona.
-Dijiste recién que te parecías a ella. ¿En qué?
-Primero la voz. Hay algo físico y después en la manera de ser. Yo me siento una mezcla muy de mis dos padres, pero identifico muy claramente algo de la pasión de mi mamá, del empuje, de las ganas de viajar, de siempre estar craneando algo y ser muy ambiciosa, pero bien, con muchos emprendimientos. También soy muy posesiva, muy celosa, muy amorosa y con la intensidad a flor de piel, todo el tiempo.
-¿Y en eso de ser parecidas, en tu época más adolescente, chocaban? Porque por ahí si las dos eran tan ambiciosas a veces las ambiciones de cada una no siempre coincidían.
-Pasa que cuando ella vivía yo estaba un poco a su sombra. Era como una diva y es muy difícil siendo chica y siendo hija de una diva estar a su altura. Yo era un poco como su confidente, su hija, su amiga, su psicóloga, su asistente; estaba mucho con ella, mirándola, fascinada con ella. Por eso siento que me empecé a ver más parecida a ella como individuo una vez que se murió. Ahí empecé a nacer de otro modo que no fuera como compañera de mi mamá. En ese sentido yo también siento que a mí se me abrió una puerta a la individualidad cuando ella falleció. Y pude ver también aspectos positivos de la muerte en ese sentido; la muerte como un sentido general, no la de mi mamá. Eso de que muere una cosa y nace otra, está bueno.
-En determinado momento viviste con ella sola porque tus hermanos se fueron a vivir con tu papá, ¿no?
-Yo siempre viví con ella. Y justo había decidido irme a vivir sola, me alquilé un departamentito a los 21 y al toque ella se enfermó. Y me volví, llegué a vivir sola un mes.
-Te quiero mostrar una foto.
Tratá de volver a esa etapa de tu vida, a esa edad en la que eras una nena y por ahí veías que lógicamente tus padres debían ponerle mucha atención a tus hermanos. ¿Te afectaba esa situación?
-Mis hermanos eran muy lieros, entonces yo siempre fui como una nena muy sobreadaptada. Inconscientemente, no es que yo era chiquita y decía 'me tengo que adaptar a esta situación porque los chicos son muy quilomberos', sino que siempre fue como 'bueno, hay dos nenes que están corriendo, que hay que cuidarlos para que no se escapen. yo no voy a estar haciendo lo mismo'. Así que siempre fui muy responsable, nunca requerí demasiada atención. Por otro lado, como yo era la única nena y la única que no tenía discapacidad, también tuve mi atención especial por ese lado. Porque imagínate que para mis papás yo era un respiro, sobre todo para mi mamá. Ella encontró en mi como hija mujer eso de la confidente, la compañera. También me ocupaba mucho de los melli, a pesar de que era chiquita. Incluso era la única que los reconocía porque eran iguales. Yo nací con ellos, somos casi trillizos, nos llevamos diez meses de diferencia. Mis propios papás decían "¿cuál es cuál"?, porque acá en la foto eran iguales, ahora ya no.
-¿Te contó alguna vez tu mamá cómo fue esa etapa en la que los tres eran bebés? Debe haber sido complicado para tus padres.
-Era otra época de la Argentina y del mundo en general, donde si vos eras clase media y trabajabas bien podías tener empleadas. Nosotros teníamos dos empleadas o tres a veces. Con cama incluso. Mi mamá nunca dejó de trabajar, tenía mucha ayuda, lo cual me parece maravilloso. Los padres que sin tener hijos con discapacidad inmolan su vida por ellos teniendo plata para pagar una empleada, yo no lo entiendo. Siempre dije que voy a tener hijos a partir de que tenga plata para tener empleada, porque lo viví. Después todos íbamos a la escuela doble turno, a mi mamá no le gustaba despertarse temprano para llevarnos a la escuela, iba la empleada. En ese sentido siento que mi viejo es más "papá", de hacer planes con los chicos y eso de 'comemos todos juntos'... Con mi mamá comíamos en la cama, cada uno hacía lo que le pintaba, eran otros horarios. Yo siempre empaticé más con la manera de mi mamá, más rock and roll, mas fóbica también, que con la de mi papá que es la familia Ingalls. Son las crianzas de cada uno, mi mamá era hija única, no le gustaba tanto el concepto familia...
-Seguro que tampoco tenía esas exigencias de cierto concepto de la maternidad de que tenés que hacer todo vos porque si no, no sos una gran madre.
-Sobre todo porque tenía dos hijos discapacitados. Yo podría decir "mi mamá nos dejó mucho con empleada" y, sin embargo, a la distancia digo, "bien mamá, te felicito".
-Y habrá hecho todo desde un lugar mucho más feliz al no renunciar a su carrera y lo que la apasionaba.
-Además, gracias a eso nos llevaba a Disney de vacaciones, teníamos todo lo que necesitábamos, una casa gigante con pileta. Todo hace a la crianza, ¿no? A pesar de lo que hablo con mi psicóloga, de los efectos de tener hermanos con discapacidad y toda la perinola siento que tuve una infancia muy linda.
-Incluso a pesar de la separación de tus padres.
-Yo no la viví porque tenía seis meses, lo mismo que la discapacidad, nunca fue un tema para mí. Incluso me parece bárbaro, si dos personas se separan es porque no quieren estar juntas. Me parece que quedó viejo eso de que tiene que ser un problema para los chicos que los padres estén separados. Puede ser un problema para algún chico como puede ser un problema que estén juntos.
-¿Y en el colegio? Porque hoy es muy habitual pero tal vez ahí no había tantos hijos de padres separados.
.-Fui testigo de cómo se iban separando todos igual, o sea, arranqué yo solita y se fueron separando todos. Además fui a una escuela muy progre, mucho artista, entonces había bastante ya de eso. Pero como a mí nunca me pesó, nunca fue un tema para mí, lo mismo que la discapacidad de mis hermanos o la fama de mis papás. Incluso yo de chica soñaba con ser famosa. Y hoy me encanta que la gente me hable, que me diga cosas lindas.
-¿Cómo elaboraron tus hermanos la muerte de su mamá? Porque más allá del grado de comprensión que pudieran tener del concepto de la muerte, si iban a notar su ausencia.
-Lo que tiene la discapacidad en cuanto a lo intelectual es que no tienen mucha capacidad de abstracción. Cuando a uno se le muere alguien, más allá de la ausencia concreta, lo que te angustia también es pensar "ay, mi mamá no va a estar cuando yo me case", "no va a ser la abuela de mis hijos", "no va a estar en mis cumpleaños". La gente con discapacidad no va hasta esa instancia, solo sufre, probablemente, la ausencia en el momento. Eso les ahorra un poco de dolor. Sufren pero uno no termina de saber, porque no expresan tanto. Yo estaba hecha mierda, lloraba y mis hermanos estaban ahí, medio tristes, pero al toque nos adaptamos. Somos una familia muy sobreviviente, todo lo transitamos con bastante alegría, con energía y siempre para adelante. No había mucho espacio para quedarse. Mi papá se puso la 10 fuerte, agarró la tutoría absoluta de los chicos. Siempre fue un papá muy presente, y yo durante muchos años me traje a mis hermanos casa dos veces por semana. Hasta el año pasado que dije 'bueno, necesito un rato de independencia absoluta'.
-Que tu papá haya sido un padre tan presente y afectuoso ayudó seguro a que la ausencia de tu mamá se sintiera un poco menos.
-Ni hablar, sobre todo para los chicos. Yo capaz era más apegada a mi mamá y mis hermanos más a mi papá porque él era más de hacer planes de familia. Yo quería estar con mi vieja viendo una película hasta las cuatro de la mañana. En ese sentido tal vez fui la que sintió más el cimbronazo de perder a mi compañera. Pero todos nos acomodamos.
-¿Cuando tu mamá estaba enferma, sentiste que ella estaba tranquila de que el futuro de tus hermanos iba a estar bien con tu papá y con vos? ¿Te habló de ese tema en esos momentos?
-Es que ella no sabía que iba a morirse, no quería saberlo. Yo no se lo dije claro, prefería negar. Viste que cada uno tiene su estilo y yo me di cuenta que ella no tenía ganas de saber. Mi papá es distinto, cuando se enfermó (sufrió un cáncer de lengua en 2009) estaba programando todo por las dudas. Pero para mi mamá era demasiada angustia, entonces ella transitaba lo que le pasaba día a día y no tuvo que preparar nada. Mientras lo preparaba yo jaja.
Así fue.