A CORAZÓN ABIERTO

Fuertes revelaciones de Tamara Paganini: drogas en la adolescencia, el infierno al salir de Gran hermano y la muerte de sus mellizos al nacer

La ex participante de Gran hermano estuvo en el programa de Gastón Pauls en Crónica y habló de los duros momentos que vivió a lo largo de su vida

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Quienes vieron aquella primera edición de Gran hermano que fue un furor en la Argentina seguramente recuerdan a Tamara Paganini. Rubia, de una personalidad arolladora, extrovertida, con una sensualidad casi agresiva, pendenciera como reclamaba el reality. Aquella exposición altísima le pasó factura y terminó bajando el perfil para tratar de encauzar su vida.

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Pero la vida previa a Gran hermano de Tamara también fue una montaña rusa. Delincuencia, alcohol, drogas. De eso habló en Seres libres y su testimonio sirve una vez más como ejemplo de cómo esos caminos conducen a los peores infiernos, salvo que, encuentren esa difícil salida que los pueda ayudar a salvarse.

"Creo que la primera vez que perdí el control fue con la cocaína. Yo era muy chica, tenía 16 años, tomé cocaína desde los 16 hasta los 19 años. Mi familia no tenía plata, o sea, yo ni siquiera podía robarle a mi viejo. Entonces salí a robar autos. Yo trabajaba, pero no me alcanzaba el sueldo para ese "lujo", porque yo en ese momento lo tomaba como un lujo ir comprar cocaína", comenzó sub relato sentada frente a su entrevistador, Gastón Pauls.  

Después Tamara describió un cambio de personalidad que experimentó en su adolescencia y que de alguna manera la empujó a meterse en las adicciones. "En la primaria no tenía amigos, por ejemplo. No sabía hablar con la gente, no sabía sacar una conversación o sentía que todo el mundo me miraba. Me afectaba mucho la pobreza, el no poder tener unas zapatillas sin agujeros, no te digo una zapatilla de marca porque la verdad es que yo iba a un colegio público y muy pocos tenían zapatillas de marca. Pero por lo menos tenían zapatillas sin agujeros. Todo esta introversión fue hasta los 14 años, en segundo año de la secundaria no sé qué me pasó, se me explotó algo. Dejé el colegio, empecé a a tomar alcohol a escondidas de mis viejos con mis amigos, para hacerme la canchera. A los 14 años dejé de ser virgen, como que en ese periodo salió algo de mí, o sea, salió una extroversión. Era como una adolescente avasallante ,era incontrolable. Me decían 'volvés a la una de la mañana', y yo aparecía tres días después."

Como todo adicto, hay un momento fundacional que es la primera vez que consume. La puerta de entrada al infierno, aunque en ese momento no solo no lo sepa sino que incluso lo perciba como un momento de éxtasis o al menos de alivio. Y es bueno conocer toda su narración para que se entienda bien como funciona el engaño de la droga. "Recuerdo ese día. Primero me pareció como que me dio ganas de estornudar, me acuerdo de la sensación de los dientes dormidos y fue por también por cancherear. Yo me había mudado a Lugano, había como un rejunte de gente de todos lados y era bastante picante. Yo venía de ser una niña muy frágil, o sea más allá de lo que parecía y sigo siendo. Y me sentí tan aceptable por decirte alguna manera, sentí el que estaba todo bien, no contenta porque no es que te pone contenta. Sentí que estaba todo bien, que todo lo que yo decía era genial, que mi cabeza pensaba más allá del ser humano y tenía bueno mis amigos que festejaban mi bautismo como se dice".

Tamara tuvo un período de consumo fuerte. "Fue cuando empecé a afanar. Fue un periodo de seis o siete meses
en el que quería tomar todo el tiempo. No hacía falta que se me vaya el efecto para querer tomar más. Si me ponías una bolsa me la tomaba toda, me ha sangrado la nariz y yo en vez de estar preocupada por eso estaba preocupada porque no se me vaya la merca, que no se me vaya con la sangre. Una locura". 

De a poco, el escenario que la rodeaba empezó a teñirse de negro. Y logró escarmentar en la tragedia de sus compañeros de adicción para salvarse ella. "Vi cosas muy feas, eso también me ayudó mucho. El ver un montón de cosas malas, lamentablemente la tuvieron que pasar ellos para que a mí me sirva. Pero el ver cómo se empiezan a meter en situaciones de caos, porque uno tiene la cabeza en caos, entonces todo lo que te rodea, todo lo que atraes, es quilombo, caos. Y uno terminó con un tiro de la policía, el otro que se pegó un palo con la moto por escaparse de la policía."

De todas maneras, el día que su mente dijo basta, fue por un hecho que la conmovió profundamente. Y de alguna manera fue por amor, por amor a su verdadero "gran hermano". Así lo cuenta: "Había un departamento en Lugano donde vivía un chico y ahí nos juntábamos todos. En una habitación estaba una mesa de vidrio toda sucia de merca, del resto que quedan de las rayas. Y un día fui y estaban los chicos de siempre. Cuando entro a la habitación estaba mi hermano que tenía 15 tomando. Ya me daba cuenta que yo estaba haciendo una cagada por las cosas que le pasaban a los demás. A veces necesitás ver en otro para darte cuenta, porque uno dice que tiene que mejorar por uno pero a veces no es tan fácil. Quizá te sirve tener hijos y ahí como que te rescatás. En mi caso creo que mi clic fue cuando lo vi a mi hermano ahí arrodillado en la mesa ratona con mis amigotes justo metiéndose el canuto en la nariz.  Me acuerdo de la angustia de sentir angustia y no poder llorar. Porque cuando estaba dura, no podía llorar. Me dolió tanto... Pensaba ´¿cómo hago?, ¿cómo le digo que no lo haga si yo....?' . Yo nunca había tomado adelante de mi hermano ni nada. Mi hermano era mi mejor amigo, era mi Dios, era mi alma gemela y a partir de ahí como que acepté un poco más la ayuda del Mono, un amigo que quería ayudarme a salir. Terminé dejándola por suerte sin internación. Y nunca más, me genera rechazo incluso".

Todavía pasaría mucha agua bajo el puente. Su entrada a la casa de Gran hermano, las demenciales experiencias al salir y ser famosa sin saber manejar esa locura, la muerte de sus dos bebés al nacer. Hoy Tamara, en retrospectiva tiene esta mirada sobre la cocaína y la adicción que sufrió antes de estos sucesos. "Cuando dejé de tomar, muchos años después la empecé a llamar 'el polvito de los giles'. Aunque parece todo lo contrario. Pero la verdad es que esto de llamar o de considerar gil al que toma era una cuestión de defensa, de que yo prefería odiarla, no podía tener un término medio. Creo que mi cabeza encontró el modo de tenerle un rechazo que hoy me pasen una bolsa acá así abierta y yo te la soplo en la jeta. Yo no creo en el demonio, pero basándome en nuestro concepto cultural del demonio es el demonio.  

La fama después de Gran hermano 

Paganini vivió en carne propia algo que hoy en las redes sociales es moneda corriente. Los haters, los odiadores, que escupen todo su veneno contra figuras públicas o también contra gente común y corriente. Pero ella lo vivió de otra manera. "La fama me hizo mucho daño. Ahora los haters te escriben o te mandan un audio, en esa época los haters me escupían gallos en la cara, en el cuerpo. Me pasaba cuando iba a hacer una presentación a algún boliche, porque no tenía otra manera de trabajar porque no podía conseguir un laburo normal. Lo intenté y fue uno de los peores momentos de mi vida. Lo que más daño me hacía era lo que decían de mi. Las barbaridades, las cosas tan crueles, oscuras e inimaginables que escuché directamente de la boca de alguien. La cantidad de barbaridades que dijeron de esta gran mujer que tenés adelante tuyo no te puedo explicar. Y hasta el día de hoy. Hace poco una persona, supuestamente mujer según su Instagram, me escribía que estaba muy contenta de que se hayan muerto mis dos hijos porque yo hubiera sido una madre de mierda. Tenés que estar re bien para bancarte eso"

Para una personalidad frágil como la de Tamara, el perturbardor escenario con el que se encontró al salir de Gran hermano podía ser un terreno fértil para volver a caer en las adicciones. A su favor, había logrado poner a la cocaína definitivamente como algo a lo que no iba a volver. Pero sí cayó en otros consumos nocivos. "Recién salida de la casa entré en el alcohol. Mucho alcohol. Iba de la mano con algún ex compañero o compañera de la casa. Eramos varios que estábamos en la misma de salir y tomar porque aparte donde pisabas te regalan todo lo que querías. Por suerte ahi comprobé que la merca para mí terminó, No me interesaba nada. Sí me da un poco de impresión cuando escucho tomar a alguien. (...)  Cuando salí de Gran Hermano era salir, salir, salir, alcohol, borracha todos los días, probé por primera vez el éxtasis. Creo que habré tomado cuatro veces éxtasis en mi vida. La última vez me grabé. Me encantaría encontrar ese video, eran esos casetitos 8 mm.  Se había acabado la fiesta y yo llegué a mi casa y no podía sostenerme. Vivía en un departamento de un ambiente y puse la camarita ahí y y no solamente era la cara, era la todo, era una cosa que parecía que me estaba por salir un alien de adentro. Y le hablé a la cámara y le hablé a la cámara. Me hablé a mí nombrándome". Ese video lo devolvió como un espejo el retrato del daño que se estaba provocando.   

El presente la encuentra alejada de esas adicciones y en tratamiento. "Hoy estoy tomando clonanzepam recetado por el psiquiatra después de la muerte de mis hijos. Ahí me salvó la vida mi novio y mi psiquiatra. Creo que mi adicción fue la violencia, lo que más hice en mi vida desde los 14 años fue defenderme. Y creo que yo fui la que más sufrió este después de Gran Hermano, porque no acepté, porque me dio tanto miedo que dije no quiero. O sea si salir en la tele provoca esto en mi vida, no quiero. Me fui, me escondí y ahí me persiguieron más porque era la figurita difícil y no quería ningún trabajo en los medios. Quería que la tierra me trague, es tremendo. Yo venía recuperándome de todo esto, de Gran Hermano y empecé a tomar pastillas psiquiátricas en dosis muy altas. No podía dormir. Igual me agarró como nueve meses después o un año después del fallecimiento de mis bebés. Ahí se me ahí como en el momento. En el primer momento que no estuve acompañada por mi novio me fui a mi casa, fui al cajón de los cubiertos y agarré la cuchilla y me puse a llorar tan por todo...  Porque digo, "dale, ¿más?" Creo que si no lo hice en ese momento ya no lo voy a hacer. Con mucha terapia y la pastillas se me fueron esas ideas, empecé a ver las cosas de otra manera, es re loco decir que también me sirvió un montón la muerte de mis hijos, es paradójico, pero la verdad es que aprendí mucho de mí. Me conocí un montón, tuve que deconstruir y me hice estas preguntas. ¿Qué es la felicidad? No existe, es nada más vivir y tratar de ponerle buena onda a todo y a veces no se puede. Y no quiere decir que esté mal . Venimos a aprender, no vinimos a ser felices y la verdad si tenemos ratos de alegría, es una bendición."