"Contar que no todo es lo que se ve y que hay siempre una lucha interna y que lo que vale es eso, no eso que tenemos", dice Silvia Pérez. La actriz está presentando en teatro La última Bonaparte en el Camarín de las musas los sábados a las 20.30 y visitó el programa radial Sola en los bares para hablar de su reconversión personal y profesional de una mujer que como chica Olmedo explotó su belleza exterior y hoy apuesta a reflejar su luz interna.
"Yo digo que me voy reciclando. Quizás es un poco la apuesta en esta vida, ir viendo qué es lo que va sucediendo a lo largo de la historia de la humanidad y estar un poco a tiro con la evolución. Y eso tiene que ver con un trabajo personal para poder después sumarte a lo que pasa en el afuera también, pero siempre desde un lugar de uno poder entender quiénes somos, por dónde caminamos y qué es lo que estamos haciendo", comenzó diciéndole a Karim González (@Karim.gonzalez.periodista) la conductora del programa que se emite por Radio Conexión Abierta. Luego se explayó sobre la obra que está protagonizando, en la que confluyen la biografía de la última descendiente de Napoleón y discípula del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, con momentos de la propia vida de Silvia. "Son dos mujeres que aparentemente son tan diferentes, pero vamos llegando a una unión que tiene que ver con no solo con la lucha de la mujer, sino con la persona, con el ser humano en esta lucha por poder ser quienes queremos ser y por no estar tan pendientes de la mirada de los otros y quizás nosotros los artistas estamos más expuestos", afirmó Pérez,
Durante años la montaña rusa que implicaba el éxito impedía encontrar los tiempos para esa mirada introspectiva. "Yo lo asumía de una manera muy natural. Decía 'es mi trabajo, está todo bien, no tengo problemas. Me saco la ropa y tengo que trabajar'. Yo trabajaba mucho para poder mantener a mi hija, entonces nunca me ocupaba de ese rincón de mi corazón donde estaba sufriendo, donde me estaba pasando lo que me pasaba que hoy cuento. Qué me pasaba en relación a mi familia o qué le pasaba a mi familia con esta sex symbol. Qué le pasaba a la gente, los ratones de la gente, los almanaques... Yo lo tomaba con naturalidad, pero la realidad es que dentro mío pasaban cosas. Creo que eso es como ir a lo más íntimo de cada uno. La muerte del Negro Olmedo me hizo como un parate para preguntarme ¿a dónde voy?, ¿quién soy?, ¿qué estoy haciendo? Yo creo que en la vida toda la humanidad en algún momento se pregunta quién soy, qué estoy haciendo y por ahí lo terminás tapando porque las respuestas no son tan fáciles de encontrar".
Sobre la dificultad de potenciar la mirada interior en esa etapa de chica Olmedo, Silvia reflexionó: "Ni siquiera tenía tiempo de pensar en salirme. Tampoco quería porque tener ese éxito que traía el Negro, que arrasaba con todo, que teníamos guardaespaldas para salir de un teatro, una cosa que hoy es increíble, todo eso que sucedía ni siquiera te dejaba tiempo para pensar en vos. Nosotros hacíamos cine, teatro, televisión de corrido todo el tiempo. Llevaba a mi hija que era chiquita y a la niñera a todos lados, entonces, aunque algo hacía ruido adentro, era un ruido que tratabas de callar todo el tiempo, porque había que maquillarse, había que ir a hacer la foto, había que hacer la nota, había que hacer la función de teatro. Era como un un tren del que era muy difícil bajarse y el día que ese tren frenó, tal como digo en la obra, no sabía donde estaba parada."
Llegó la muerte de Olmedo, el tren arrollador que se frenó abruptamente, el trabajo que cesó y un vacío. Silvia reconoce esa fuerte sensación pero en retrospectiva siente que ese momento fue también una oportunidad para cambiar. "A mi me llevó mucho tiempo pero hoy estoy agradecida. Pasé por muchos estados de ánimo, estar enojada con el medio, estar triste, querer dejar mi carrera... De hecho tuve gimnasios, por eso soy profesora de yoga, escribí tantos libros. Igual todo es bueno porque como soy una persona hacedora, que no me puedo quedar quieta, fui encontrando dentro de este camino hacia dentro mío formas para expresarme. A través de la actividad física, del yoga que también me ayudó mucho. Pero pasó mucho tiempo y yo creo que pude capitalizar eso. Estoy agradecida a eso que me pasó", aseguró.
La actriz también destacó la importancia de su hija Julieta como un motor para activar ese camino resiliente. "Todo lo hacía porque tenía una hija. Por ese motivo no me caí. Cuando fue el peor momento, el punto de inflexión con la muerte del Negro, que no sé que me hubiera pasado, si no tenía mi hija... Porque para mi era 'mi hija, mi hija y mi hija y que nadie me la toque'. Realmente tengo mucho para agradecer en la vida, y eso también es algo que trato de decir. Estar agradecida, inclusive a mis padres, y a esa madre con la que tuve tantas dificultades, porque lo que uno sufre también sirve".
En cuanto a cómo ve actualmente aquel humor de Alberto Olmedo que bajo la mirada de los paradigmas culturales actuales podría ser cuestionado, Silvia se sincera: "No lo veo mucho, pero cada tanto se viraliza algo. Y la verdad que me encanta, tengo que ser sincera, hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo, cuando se utilizaba a la mujer, se la cosificaba, como lo de Benny Hill y un montón de de humoristas de ese momento. Pero no lo condeno, porque era una época de la vida. Entiendo que no lo haríamos ahora, sin ninguna duda, pero hay un montón de sketch donde yo, por ejemplo, me patoteo con el Negro Olmedo, que son alucinantes, que estamos de igual a igual, yo lo empujo. Eso yo lo expongo porque hay una cosa de humor que es muy linda y que hay una igualdad entre nosotros que está bien."
Si admitió haber sufrido situaciones de acoso a lo largo de su carrera. "Me han echado de un programa porque no quise salir con el autor. ¿Quién? Prefiero no decirlo porque toda la nota se va a ir alrededor de ese nombre. Y no me gusta cuando se expone a una persona de hace 20 años por qué no es necesario. Que me pasó, sí y estuve en mi casa llorando porque yo vivía y mantenía a mi hija de los sueldos que ganaba. Y me han echado también de otra tira porque no quise salir con el galán. Me ha pasado un montón de veces eso y también en un dado me acuerdo que yo decía 'bueno, mi carrera va a llegar hasta acá si yo no transo o no salgo con alguien' y no importa, seguí adelante. Hoy quizás los hombres tienen un poco más de cuidado, sobre todo en un ambiente donde se los puede exponer".
Finalmente se refirió a su amor por Alberto Olmedo, a partir de un comentario que Karim González le hizo en la entrevista acerca de que en la obra Silvia dice refiriéndose al Negro -al que en el texto llama "el hombre pelado"- que se enamoró pero de ella no se enamoraban de la misma manera. "Fue una de las personas más relevantes de mi vida pero como amor no. Había como una mezcla de roles en el Negro Olmedo para mí. Era una especie de nuevo padre, un amante, un amigo, un profesional que me enseñó todo, entonces en esa confusión sí tenía un enamoramiento total". Y cuenta sobre el día de su muerte, que "esa noche yo decido que no estoy más ahí con él, esa misma noche y estaba caminando por la playa cerca de ahí". De ese momento también elaboró con el tiempo una enseñanza. "Cuando digo siempre haciendo para afuera y para el otro, pero si yo le digo esa noche que 'no va más', hay algo que me estoy dando cuenta. Quizás no es tan profundo como para el cambio que yo después fui gestando pero algo que me hizo dar cuenta que estaba en un lugar que no me correspondía y que me sentía mal".