En total, Romina Pereiro (43) estuvo cinco años al lado de Jorge Rial (60): tres de novios y dos de casados. Si bien se separaron en buenos términos y firmaron el divorcio, la nutricionista no quiso impedirles a sus hijas, Violeta (11) y Emma (9) que continuaran su relación con el periodista, con quien siempre tuvieron un gran vínculo. Es más, Rial se hizo un tatuaje en su momento en honor a las pequeñas.
Hoy, a más de siete meses de haberse separado, la panelista de Ariel en su salsa, el ciclo de cocina de Telefe, habló por primera vez de la relación que el ex Intrusos mantiene con sus hijas y cómo hacen para verse. "Nosotras vivimos las tres solas. Al papá lo ven y tienen sus horarios en los que están con él pero viven conmigo. Está todo organizado y nos ordena a todos. Eso es fundamental", confió en una nota exclusiva con Pronto.
-¿Cómo son ellas?
-Totalmente diferentes las dos. Viole es mucho más introvertida, es más observadora, sensible y Emma que es la más chiquita es extrovertida, graciosa, pícara. Se lleva el mundo por delante y si bien las dos son distintas, son recontra buenas y están en una edad en la que compartimos todo. El otro día, por ejemplo, fuimos a ver Fuerza bruta y nos encantó a las tres. Fue salida de chicas y la pasamos genial.
-¿A Jorge Rial lo siguen viendo?
-Sí. Se siguen viendo y tienen recontra buena relación. Para mí está buenísimo que eso sea así. El vínculo con ellas sigue y es independiente del nuestro. Cuando se quieren ver, hablamos y las pasa a buscar. Si bien no hablamos como antes y es de vez en cuando, Viole tiene su celular y lo llama directamente y arreglan. Después él me avisa y sino lo llaman desde mi celu. Está todo bien. Hablan con él independientemente de mí y me parece lo más sano para todos. Tuvimos una separación en buenos términos, entonces me parecía importante que la relación de ellas siguiera siempre y cuando ellas quisieran. Se dio así y está bárbaro.
-¿Cuánto tiempo estuviste con Rial?
-Cinco años: tres de novios y dos casados. El casamiento duró solo dos años y lo viví como una frustración total. Imaginate que no me casé para que durara solo dos años. No sé si iba a ser para toda la vida porque ya uno no se casa planteándose eso pero al menos pensé que iba a ser por más tiempo. Uno se casa para compartir un tiempo y la vida te va llevando. Hoy me siento distinta con respecto a este tema.
-¿Por qué lo decís?
-Porque maduré mucho los vínculos en general, desde que me separé. Entendí que nada es para siempre y me enfrenté a ciertos mandatos que venían conmigo y que tienen que ver con el afuera y con la forma en la que nos criaron. No solo nuestros padres sino una sociedad en la que desde que sos chiquita, de alguna manera entendés que la felicidad pasa porque te tenés que casar, tener una carrera, ser mamá. Y uno va en esa dirección muchas veces sin preguntarse si es feliz. De repente, decís: “Che, pará, está todo bien ¿pero estos no serán mandatos impuestos? ¿Qué pasa si no es así?”. Hay otras formas también de construir una vida, un vínculo y ser súper feliz. Para entenderlo pasaron años y años de terapia.
La entrevista completa con Romina Pereiro está en la edición digital de septiembre de revista Pronto y se puede descargar y leer de forma gratuita haciendo click en este enlace