Con su agenda completísima, Gastón Cocchiarale (31) va de aquí para allá y no se detiene un segundo. El actor, que se hizo conocido con la serie El clan junto a Guillermo Francella y que luego se lució en la primera temporada de la novela ATAV Argentina tierra de amor y venganza, tiene un extensísimo recorrido en teatro. Docente de formación actoral, actualmente da clases de actuación, protagoniza la obra La gran renuncia, los viernes a las 22 en El Picadero, dirige Amantes, casados y desconocidos los sábados a las 20 en El patio de actores (Lerma 568), forma parte de Nada -donde se dio el lujazo de actuar con Robert De Niro y Luis Brandoni- y está preparando la tercera temporada de El encargado, donde juega pases de comedia imperdibles con Francella. De todo esto, de su recorrido hasta llegar al presente, de sus sueños y pasiones habla en esta entrevista a fondo con Pronto. “Estoy en un muy lindo momento, haciendo mucho y disfrutando el proceso”, se sincera Gastón.
-Vayamos por partes. ¿De qué va La gran renuncia?
-La obra es una versión libre de La fiaca, que es un clásico del teatro argentino de fines de los 60, escrito por Ricardo Talesnik y en su momento lo protagonizó Norman Briski. Fue una obra muy fuerte, que catapultó a Norman Briski a la fama porque fue muy exitosa. A los dos años, se hizo una película que él protagonizó junto con Norma Aleandro. La leí cuando estudiaba teatro en lo de Agustín Alezzo, que fue mi profesor, y me partió la cabeza.
-¿Qué edad tenías?
-Era chico, tenía 18 años y recuerdo que me había encantado porque la temática es muy sencilla: un tipo que un día se levanta y de la noche a la mañana decide no ir a trabajar. Le preguntan por qué y responde: “Porque tengo fiaca”. Entonces, todos se quedan asombrados y le preguntan si se siente mal, si está triste o enfermo pero no. “Solo tengo fiaca”, contesta él y eso genera una revolución en su pareja, en los afectos, su mamá. Es una obra muy divertida sobre una persona que se antepone al sistema. Se rebela al sistema impuesto.
-Es una comedia.
-Sí, muy divertida. Me reí mucho cuando la leí, me encantó y a los 18 años le pedí a Talesnik los derechos. El tipo, con mucho sentido común, me respondió que no, que era un alumno, muy amateur y no me podía dar los derechos en ese momento. Me explicó que si en el futuro llegaba a ser un actor con cierto recorrido, que lo llame. Me quedé con eso y a los diez años, en medio de la pandemia, lo llamé y le pedí tomar un café virtual para volver a charlar sobre el tema. Ya había hecho ATAV, El clan, Permitidos y muchos laburos de reconocimiento. Ricardo tenía un poco mi camino recorrido y armamos un zoom.
-¿Y te dio los derechos?
-Empezamos a charlar, hicimos varios zooms y le pedí la posibilidad de hacer la obra pero una versión libre. O sea, tomar el mismo espíritu pero adaptarlo a los tiempos que corren: la modernidad actual, el sistema laboral, las nuevas tecnologías, los celulares, el home office, los mails. Y la bajada que propuse es: “¿Qué pasaría si un día dejás de atender el celular?”. Es lo que pasa en la nueva versión de La fiaca, que se llama La gran renuncia y la escribió Lisandro Fiks, que es mi socio en este proyecto y un gran amigo.
-¿Entonces qué cuentan?
-La misma historia: la de un muchacho que de la noche a la mañana decide dejar de atender el teléfono y no quiere trabajar más de lo suyo. Se empieza a preguntar por sus deseos, los tiempos feroces y vertiginosos que estamos viviendo, esta cosa de no poder estar presente en ningún lado porque todo el tiempo estamos sobre estimulados de información, de fotos, de imágenes, redes sociales. A partir de ahí se desencadena la trama y la obra la protagonizo yo con Laura Cymer, Abian Vainstein, Romina Fernades y Lisandro Fiks, que además de dirigir también actúa. Y está Luis Brandoni con una participación virtual en el rol de mi abuelo.
-Admirabas a Luis Brandoni y ahora hace de tu abuelo.
-Sí, es espectacular. Tuve la posibilidad de actuar con Beto en Nada y fue muy amoroso conmigo. Siempre le tuve una enorme admiración, de ver todas sus obras de teatro y sus películas y me parece un tipo que vive el teatro de una manera muy admirable. Toda su vida hizo teatro, militó por los artistas y la cultura y siempre me dio mucha admiración. Tuve el honor de actuar en la serie Nada junto a Brandoni y Robert De Niro, ni más ni menos, y todas mis escenas eran con Beto. Pegamos mucha onda y en los baches, tomando café, nos poníamos a charlar del teatro argentino, la formación del actor, la vida de los artistas y congeniamos un montón en las charlas. Un día se me ocurrió llamarlo para La gran renuncia.
-¿Te costó convencerlo?
-Fue así: Lisandro estaba armando el libro, apareció el personaje del abuelo que habla por zoom con el nieto y le dije: “Se lo voy a proponer a Brandoni, a ver qué opina”. Le conté del proyecto, le encantó la idea, me pidió leerla para ver si le gustaba, nos tomamos varios cafés en un barcito cerca de su casa, le llevé el material y lo leímos juntos. Afortunadamente, se interesó y se sumó de una forma muy romántica y amorosa. Es más, vino al estreno en La Boca cuando debutamos el año pasado. Es un fenómeno.
-¿Actuar con Robert De Niro fue una experiencia de otro planeta, no?
-Sí, sí, absolutamente. Fue un sueño hecho realidad. Es más, un sueño impensado. Imaginate que uno tiene muchos sueños pero jamás te imaginás que podés llegar a actuar con un actor de ese calibre en una serie en Argentina. Eso habla muy bien de nuestra ficción. Que un tipo de su talla artística haya elegido este país para hacer una ficción junto a un actor como Brandoni, que es un número uno acá, habla muy bien de nosotros y es un orgullo enorme. Para mí poder compartir escenas con él, como joven actor argentino, fue alucinante. Parecía un holograma, no podía creer que lo tuviera enfrente.
-¿Pudiste charlar con De Niro fuera de cámara?
-Sí pero brevemente porque tengo una dificultad enorme con el inglés. Nos presentamos pero como no hablo inglés, me era muy difícil poder hablarle de algo de manera fluida y mantener el diálogo. Lo poco que compartimos en el set, fue muy amoroso, muy caballero y tuvimos una pequeña escena muy divertida. Un señor con todas las letras porque es un tipo grande ya y se bancó todos los días las 12 o 14 horas de rodaje. Siempre muy amable, ameno y profesional. Fue un verdadero lujo.
-¿Seguís dando clases?
-Sí, en mi escuela de teatro que se llama Creer es crear y queda en El patio de actores, en Villa Crespo. Tengo cursos todos los días y más de 180 alumnos. Me requiere de mucha atención porque sigue siendo una escuela muy artesanal y estoy en todo. Le aboco mucho tiempo y energía porque, además, me apasiona dar clases y ser docente. También estoy dirigiendo una obra en El patio de actores, que surgió de un grupo de alumnos y se llama Amantes, casados y desconocidos. Son cuatro relatos de amor atravesados por la tecnología. Amores modernos marcados por la forma de vincularnos de hoy. Es muy divertida la obra que dirijo y que adapté de una pieza de Broadway.
-¿Vas a estar en la nueva temporada de El encargado?
-Sííí. Ya me estoy preparando porque en octubre empezamos a filmar la tercera temporada de El encargado y en noviembre se estrena la segunda por Star+. Trabajar codo a codo con Guillermo Francella es un honor. Habíamos hecho El clan, lo admiré de muy chico, siempre fue un referente para mí y de pronto apareció El encargado, que fue una serie hermosa de hacer. Me convocó él, Guillermo pidió que yo haga uno de los papeles y cuando me llamó Gastón Duprat fue muy emocionante enterarme de que Francella me había recomendado. Fue un honor porque que él crea que puedo hacer un papel como el de Miguel, me llenó de orgullo.
-Sos su ladero.
-Sí. Tenemos todas las escenas juntos, estamos mano a mano y si bien me llenó de orgullo su recomendación, me dio a la vez una enorme responsabilidad. Soy el ayudante de portería del encargado y nos divertimos mucho haciendo las tareas domésticas del edificio. Miguel es una especie de aprendiz o ayudante del portero. Es muy divertido, con escenas muy graciosas y he aprendido un montón al lado de Guillermo.
-¿Sos consciente de la gente grosa con la que tenés la posibilidad de trabajar?
-Por momentos no y por momentos, sí. Cuando te digo que no me viene bien porque me sirve como cable a tierra para no sentirme que estoy en esos niveles de talento y de gente. Si te ponés a pensar muy seriamente en eso, te inquietás y condicionás o ponés inseguro. Trato de tomarlo desde el lado de la responsabilidad y pienso: “Qué bueno que toda esta gente me llame, me convoque, se interese por mi laburo”. Lo más difícil del actor es entrar en el radar para ser tenido en cuenta y que tu nombre aparezca en la mente de los productores o directores. Es lo más complejo de este oficio y de pronto tener esta racha de laburo y con artistas tan talentosos, me llena de emoción. Es un sueño cumplido poder hacer lo que amo y encima con gente de ese nivel.
-¿Estás de novio?
-Sí, con Maru Blanco, que es actriz. Estamos hace un año y medio más o menos. Antes estuve en pareja con Tamara, que es peluquera y actriz, nos separamos el año pasado y luego conocí a Maru. A los dos o tres meses de separarme, empecé a salir con Maru y se armó el vínculo. Ella es actriz, fotógrafa, directora de cine y da clases conmigo en mi escuela. Damos actuación frente a cámara juntos y nos llevamos súper bien. Tenemos muchos proyectos juntos.
-¿Cómo se conocieron?
-Compartimos una obra, que se llama Tres y la hicimos todo el año pasado. Ahí hacíamos de novios y teníamos muy buena onda pero yo estaba en pareja en ese momento y no pasaba nada más que tener un buen vínculo de compañeros de trabajo. Luego, una vez que me separé empezó a suceder con Maru y empezamos a salir. Con mucho miedo también porque compartíamos un laburo, un proyecto y no sabíamos qué podía pasar. El encuentro fue hermoso, nos empezamos a llevar muy bien y a disfrutarnos mucho. Es una persona que me hace muy feliz. Es esa gente con la que uno se encuentra y te ilumina todo. Es un vínculo que me tiene muy contento, además del presente laboral.
-¿Son parecidos con tu novia?
-No, cero, somos muy diferentes en personalidades. Soy muy intenso, súper sociable, de tener muchas cosas a la vez, hacer de todo y no parar un minuto. Y ella es todo lo contrario: es muy de la casa, muy tranca, con una energía más abajo. Entonces, me gusta porque me complementa muy bien. Quizás vengo con un día de locura y de pronto encontrarme a cenar con ella me hace bajar decibeles y vivir un oasis.
-¿Viven juntos?
-Estamos en eso. No es una cosa oficial pero sí es real que pasamos más tiempo juntos que separados. Soy bastante noviero, tengo un tema con eso. me gusta mucho la vida en pareja y me cuesta la relación ocasional. Me entusiasma conocer a una persona bien y de pronto me encuentro con personas que me estimulan a eso. Entonces, es muy lindo porque estar acompañado me gusta mucho. Evidentemente, soy muy noviero. ¡Los datos dicen eso!
-¿Cómo se compone tu familia?
-Mi mamá, Silvia, es maestra de grado jubilada, tengo un hermano más chico, Franco, y mi papá, Claudio, tiene su restaurante de pastas en Ramos Mejía. Le va muy bien y es uno de los restaurantes más conocidos de la zona. Me pasa que a veces quiero ir a cenar un martes a la noche y no hay lugar. Me dice que no porque hay cola para entrar. ¡No puedo ir y eso que soy el hijo del dueño! Está con posibilidad de abrir una nueva sucursal y eso me pone feliz porque habla de su éxito. También está mi vieja en Ramos, que se jubiló después de haber sido docente toda su vida. Los dos me acompañan y me ayudan muchísimo.
-¿Están juntos ellos?
-No. Mis viejos están separados pero se llevan súper bien. Hace diez años se separaron y se llevan excelente; de hecho, si cumple años mi abuelo materno, vamos todos a comer al restaurante de mi viejo así que imaginate lo bien que quedó todo.
-¿Con qué actor te gustaría trabajar?
-Me gustaría mucho trabajar con Ricardo Darín o con Leo Sbaraglia; son dos actores que me estimulan un montón y que me encantan. A futuro, me encantaría poder producir mis propios contenidos. Si bien es algo que ya estoy haciendo porque La gran renuncia es una obra que surgió de mí y que la produzco yo en este momento, mi aspiración es poder llevar mis ideas a una peli, una serie, una obra y poder fabricarme mi propio trabajo. Además de seguir actuando y protagonizando esas historias, tengo muy presente ahí para el futuro cercano ser mi propio productor. Ya estoy empezando a sembrar las semillas necesarias para que eso ocurra en algún momento.
-Con todo el desafío que implica en la Argentina hoy invertir y producir.
-Sí, ni hablar. Justo ahora estamos produciendo La gran renuncia y son números enormes. No es lo mismo producir teatro independiente que comercial, entonces de pronto uno se encuentra con un montón de dificultades que desconocía. En el off uno muchas veces va por el pancho y la coca pero acá no, estamos armando un proyecto enorme y mucha gente depende de esto. Hay empleados, asistentes, productores, ejecutivos y una movida que te lleva a pensar: “Qué caro y difícil es producir en la Argentina”. Y más con una situación tan inestable, con el dólar que no para de subir. Pero bueno, la pasión es más grande y la idea siempre es apostar.
Nicolás Peralta
Fotos: Album personal Gastón Cocchiarale