Impulsiva y segura, Lali Espósito es de esas personas que no se quedan jamás con las ganas de hacer algo. Aquellos que la conocen bien saben que, cuando tiene algo en mente, no hay quien le ponga un freno y el fin de semana lo volvió a demostrar.
Lali había avisado que no podría estar presente en la marcha del Orgullo porque tenía el casamiento de una pareja muy querida por toda su familia. Obviamente que la artista llegó junto a sus papás y sus hermanos y disfrutó como nunca de esa celebración del amor.
Pero en plena fiesta había un detalle insólito: un tatuador profesional estaba en el salón con todo listo para hacer su arte en la piel de los invitados y Lali no se lo quiso perder. A paso firme, se acercó hasta el stand en cuestión y pidió que le tatuaran una copa de vino en la nalga derecha.
Sin dudar ni por un segundo, puso su cuerpo y se llevó lo que esperaba: un recuerdo inolvidable de ese día.
Ustedes, ¿qué opinan? ¿Se hubieran animado?