Fue el 3 de enero de 1991. Esa noche se estrenaba Brujas en Mar del Plata y las actrices jamás imaginaron que la obra se convertiría en un verdadero clásico del teatro para los argentinos. En su elenco original estaban Nora Cárpena, Thelma Biral, Moria Casán, Susana Campos y Graciela Dufau y hoy, 32 años después, la mayoría de ellas siguen subiéndose a las tablas para darle vida a una obra que no puede faltar en la cartelera porteña.
En lugar de la recordada Susana Campos está María Leal y las otras cuatro actrices siguen estoicas contando la historia de un grupo de amigas, ex compañeras de un colegio de monjas, que se reúnen para recordar viejos tiempos y sacar trapitos al sol. En esta última vuelta, a Graciela Dufau (81) le costó decidirse y el productor, Carlos Rottemberg, tuvo que trabajar mucho para persuadirla. Sucede que a la actriz no le resultaron fáciles los últimos años ya que a la repentina muerte de su marido, el médico psiquiatra y director teatral Hugo Urquijo, se le sumaría lo difícil se transitar sola y aislada la pandemia, sin la compañía del hombre con el que había compartido los últimos 35 años de su vida.
En diálogo con Pronto, Graciela contó: “En esta última vuelta, mis compañeras retomaron en 2021 con la inclusión de María Leal y Carlos Rottemberg me llamó pero yo no estaba todavía en condiciones de volver a la actividad. Estaba muy replegada, obviamente porque la pandemia tuvo que ver y en ese momento le dije que no. Se me había juntado la muerte de mi marido con la pandemia y era un combo de todo”.
-Qué difícil, ¿no?
-Sí, muy. Hugo murió el 26 de enero y en marzo comenzó la pandemia. Ellas retomaron en enero de 2021 y Rottemberg me volvió a llamar para preguntarme quién se me ocurría que podía hacer el personaje. Le sugerí el nombre de Sandra Mihanovich, entonces el elenco se conformó por Moria, Thelma Biral y Nora Cárpena, de las originales, más María Leal y Sandra Mihanovich. Después de unos meses, más o menos en junio, Carlos volvió a llamarme porque habían tenido una reunión, Sandra quería retomar sus recitales y me pidió que me sumara. “Dejame ver una función para ver cómo me siento”, le respondí.
-¿Te sentaste en la platea?
-Sí, claro. Fui a ver la función y le dije que sí. Quedamos para el mes siguiente pero hubo un imprevisto: al día siguiente me pidió que fuera porque María había tenido un problema en un pie, estaba la actriz reemplazante en el lugar de Sandra y necesitaba una actriz más. Estuve 24 horas estudiando el guión y le pedí que le advirtiera al público que en algunos momentos iba a utilizar el libreto. No podía arriesgar todo el espectáculo por un olvido mío. En julio retomé.
-¿Qué te pasó cuando volviste a pisar el escenario?
-Me sentí muy bien. Siempre todas tuvimos otras actividades pero conservamos la consigna interna de que todas en el escenario nos poníamos la camiseta de Brujas. Cuando regresé, básicamente hubo muchos cambios porque a todas nos pasó la vida por encima. Ya son 32 años y nos encontramos todas viudas, salvo Moria que actualmente está en una relación. Empezamos con el nacimiento del primer nieto del grupo, que fue el nieto de Nora que hoy tiene 30 años y me acuerdo de que estábamos en Salta cuando nació Federico. Pasaron tres décadas y ahora estamos llenas de nietos y nietas. Es muy gracioso porque mi hija, que tiene más de 50 años, me dice: “Pensar que la cuidaba a Sofía Gala, que tenía cuatro años. Y ahora Sofía tiene una hija de 15, Helena, y uno de 10: Dante. Los chicos van a los camarines y les gustan las mismas cosas que nos gustaban a nosotras”. Fueron pasando los hijos y ahora pasan los nietos.
-Eso habla del paso del tiempo y el transcurrir de la vida.
-Sí. Nosotras ya somos familia y conformamos un equipo muy fuerte, donde nos ayudamos y artísticamente nos sugerimos cosas y las probamos desde el mejor lugar siempre. Humanamente nos ayudamos y si una se tiene que hacer un estudio o si está enferma la nuera de fulana, tenemos un chat en el que nos contamos todo y nos tiramos buena onda. La última semana vino Asia, la nieta más pequeña de María Leal que tiene cuatro años y vio la función desde la tercera fila encantada. ¡Miraba al público reírse y se reía ella también!
-¿Cómo están tus nietas?
-Divinas. Se llaman Milagros (16) y Victoria (11) y son hijas de mi hijo Federico. Milagros tiene un año de diferencia con Helenita, la nieta de Moria, y de chicas venían juntas a jugar en los camarines. Me encanta que las chicas vengan al teatro. El otro día me acompañaron las dos y como Moria y su asistente, Galo, estaban un poco atrasados, mi nieta le puso la base a Thelma. A mí me pintaron los ojos y luego una de las chicas le arregló una cosa del celular a Moria. Como te digo, estamos en familia. Pero de verdad, no es una cosa que se dice para afuera: es verdad. Somos un elenco longevo porque la más péndex tiene 76. Yo tengo 81.
-Y se te ve estupenda.
-Bueno, sí, pero tenemos nuestros achaques. Por el chat grupal nos preguntamos si nos hicimos tal estudio, cómo fue el resultado y esas cosas. Tenemos muchas ganas de seguir haciendo. Una semana nos tocó hacer dos funciones el sábado, dos el domingo y una el lunes así que fue de miércoles a lunes y esa semana fue agotadora. Veníamos descontando: “Faltan dos, falta una…”. Tuve un problema de salud pero por suerte se resolvió bien. Estuve internada por neumonía y las chicas me mandaban mensajes, a lo que les respondía con videos agarrada al palo donde colgaban los antibióticos. Le puse todo para mejorarme y acá estoy. Nos hace mucho bien el trabajo.
-¿Cómo es tu vínculo con Moria?
-Hermoso. La llamo a ella y a Galo todas las noches para comentarles lo que vi en el Bailando y lo que me divirtió. Muy breve pero lo hago todas las noches. Está mi amiga ahora, ¿cómo no lo voy a mirar? La veo a Moria y me distraigo.
-No te imaginaba mirando el Bailando.
-¿Por qué no? Cuando hay alguien que querés mucho y sabés que está en un lugar, lo mirás. Sé que ella hace un gran esfuerzo porque los miércoles termina la función de Brujas y sale rajando para el canal. Moria se va directo desde el escenario, no baja a cambiarse. Desde el punto de vista actoral, la capacidad de improvisación que tiene Tinelli es asombrosa e interesante. Es un aquí y ahora permanente y en el mundo de la actuación eso muy importante.
-¿Alguna pareja te gusta más?
-Hay muy buenos bailarines pero no podría mencionarte a alguna puntualmente. Marcelo Tinelli cuando fue a ver la obra me sorprendió mucho porque luego de la función no paraba de llorar en el hombro de Moria. Fueron dos minutos llorando, se dio vuelta, me miró a mí, me abrazó y siguió llorando un minuto más. Estaba muy emocionado. Después le mandó a Moria un audio, que ella nos lo reenvió a nosotras y allí le dijo, entre otras cosas, que le gustaría una noche fuéramos todas las Brujas al piso de ShowMatch para compartir el jurado.
-¿Irías?
-Lo primero que le dije a Moria es que yo no sabría hacer eso que hace ella. Ella tiene mucha experiencia, tiene muchos años en ese show y es un lugar en el que no sabría cómo moverme. Hay que tener la convicción de que uno lo puede hacer y a la vez hacerlo bien.
-Se habla del romance de Tinelli con Milett Figueroa y fueron juntos a ver Brujas. ¿Qué percibiste?
-Lo que vi es un hombre muy sensible y no me corresponde a mí contar lo que le dijo a Moria. En Brujas somos ex alumnas de un colegio de monjas pupilas y eso a él lo tocó profundamente. Demostró ser una persona de una enorme sensibilidad y eso distanció mucho a Milett. El se largó a llorar, como te decía en el hombro de Moria y luego conmigo abrazado porque de casualidad estaba al lado. Yo lo consolaba y eso la dejó a Milett muy relegada. Nos saludó con mucha cortesía y nos felicitó pero el momento era de Marcelo y todo lo que le pasó. Hace unos años, Pepito Cibrián nos vino a ver y le pasó algo similar a lo de Marcelo, ¡no para de llorar!
-¿Y a vos qué te pasa con este espectáculo? ¿Qué significa Brujas en tu vida?
-¡Tanto! Te cuento que cuando me mandaron el libreto por primera vez, era la última a la que convocaron. En realidad, llamaron antes a Betiana Blum, que dijo que no. Después me llamaron a mí, leí la obra original del autor español Moncada y luego Luis Agustoni hizo una adaptación. Mi personaje no tenía nada interesante desde mi punto de vista y recuerdo que la llamé a China Zorrilla. “Me ofrecieron esto para hacer una temporada en Mar del Plata y van a estar fulana, fulana, fulana y fulana pero mi personaje no es interesante”, le comenté. “Hacelo”, me respondió sin dudarlo. “Algo le vas a encontrar”, recalcó. Dije que sí, Agustoni la adaptó y salimos al ruedo.
-¿Alguna perlita?
-Miles. Desde el comienzo nos llevamos bien todas y recuerdo que cuando comenzamos, le dije a Agustoni que me pusiera siempre al lado de Moria. “Como la van a mirar a ella, me van a ver también a mí”, le aclaré en broma. Moria venía de la revista, era una novedad verla en una obra de este tipo y sobre el escenario ella siempre fue un sol. Estuvo muy muy bien como actriz y sorprendió a todos. Brujas la ayudó a consolidarse como actriz dramática y mostrarse en una faceta diferente a lo que venía haciendo en la revista.
-Hablás de Moria con mucho cariño.
-Es que la quiero mucho y me divierte con sus ocurrencias. Ella dice que nosotras somos adultas extremas, no viejas. Esas invenciones de Moria son muy certeras. En el escenario a veces improvisamos y ella a otro personaje le dice que es una desabastecida emocional. ¡Solo a ella se le puede ocurrir eso! Una vez, me tenía que pasar a buscar para ir a una fiesta, llamó a casa, atendió mi hija Dolores y Moria le dijo: “Avisale a tu mamá que voy a ir vestida de alfajor dorado”. Para que me diera una idea de cómo se había vestido para llamar la atención, por si yo iba de jean y remera. Lo bueno es que me advertía cómo iba a ser el impacto. Nos reímos mucho, nos complementamos muy bien y nos sugerimos cosas.
-¿Qué se sugieren, por ejemplo?
-Muchas veces ella viene a mi camarín y me dice, por ejemplo: “¿Por qué no hacés una pequeña pausa en tal parte?”. Y tiene realmente razón porque su noción del tempo escénico es enorme. Moria sabe cómo provocar en el público y su intensidad va creciendo de tal manera que termina generalizando el aplauso para todas. Es muy generosa. En el verano volvemos. El 3 de enero retomamos en el Multi Tabarís. En el medio, tenemos un descanso para volver con todo.
-Perdiste a tu marido, Hugo Urquijo, en 2020. ¿Cómo sobrellevás su ausencia?
-Con mucha dificultad, con muchos problemas. Estoy muy replegada y los días que no voy al teatro, directamente no salgo de mi casa. Hoy voy a comer con dos amigas y ellas lo hacen para sacarme un poco. Pero no salgo casi nada. Me resulta muy difícil. Cuando trabajo estoy bien pero me cuesta.
-Tendrás gente que te acompaña.
-Sí, por supuesto. Tengo amigas y ahora me voy una semana de vacaciones con mi hija. Luego se suma mi hijo y mi hija se vuelve. Tengo dos hijos excepcionales y además es maravillosa la relación que tienen entre ellos también. Mis nietas y mis amigas han sido un sostén desde el primer día. Me han acompañado mucho. Encima se sumó la pandemia, que nos atravesó a todos. Federico, mi hijo, es jefe de cirugía del Hospital Ramos Mejía e iba todos los días a trabajar; mi nuera también porque es médica pero la pandemia fue muy difícil para todos. Cada uno ha salido como pudo y a mí me salvó muchísimo el trabajo.
-¿Hacés terapia?
-Sí. No con frecuencia, voy una vez por mes y tengo medicación también. No es fácil. Pensá que son más de 35 años juntos con Hugo. Además, del modo que sucedió… Para él fueron cinco minutos pero para mí fue eterno y tremendo. Eso lo hizo más difícil. Un domingo a la mañana, me dijo que llamara a la ambulancia porque no podía respirar y se cayó al piso. Horroroso. Encima mis hijos no estaban, se habían ido de vacaciones los dos y volvieron al día siguiente porque a mí me internaron, además.
-En tus notas es inevitable mencionar a Gabriel García Márquez. ¿Te molesta que siempre se te pregunte por él?
-No, al contrario. Tengo el honor de ser la actriz a la que él le escribió su única obra de teatro: Diatriba para un hombre sentado. Después de verme actuar en el Festival Internacional de La Habana, en donde hice un espectáculo de poesía y monólogos que se llamaba La maga, nació todo. El lo fue a ver con Mercedes, su mujer, y luego nos invitó a su casa. Ahí me habló de una idea que él tenía hacía 20 años y que nunca la había llevado a cabo. Estaba escribiendo una novela, hizo un impasse y escribió la obra de teatro. A los nueve meses, me llamó por teléfono, atendí y dijo: “Conozco esa voz”. Y yo me quedé pensando quién cornos era. “Soy Gabo, terminé la obra”, me dijo. ¡Así que imaginate mi reacción! Me tuve que sentar en el piso porque no caía. Charlamos como 40 minutos y me dijo: “Como escribí esto para ser escuchado, el primero que lo quiere escuchar soy yo”.
-¿Y cómo siguió?
-Con muchas llamadas telefónicas y se organizó un encuentro. Hugo fue a México a hablar con él y luego hubo otro encuentro en La Habana. Ahí nos reunimos los tres en una sala de la escuela internacional de cine. Leí el texto, estábamos los tres con Gabo y Hugo y cuando terminé de leerlo en voz alta, él comentó: “Funciona, carajo”. Nunca me voy a olvidar de ese momento. Se estrenó en 1987.
-Qué emocionante, ¿no?
-Muy. Recuerdo que en la primera llamada que tuvimos, Gabo me preguntó si se podía hacer nevar en el escenario y un poco en la platea. Recuerdo que mentí descaradamente y dije: “Sí, por supuesto”. Después veíamos cómo nos arreglábamos, pero le respondí que sí. ¡Y se pudo! Fue muy complicado pero se logró y se estrenó en el Teatro Cervantes. La obra es sobre una marquesa, que en sus 25 años de casada le hace una cantaleta al marido, es decir que le canta las 40, y cuando culmina lo incendia.
-¿Gabo vino al estreno?
-No. Iba a venir pero era muy supersticioso y parece que alguien le dijo que ir al lugar donde había comenzado su éxito, ya que acá se publicó Cien años de soledad en una editorial argentina y el consiguiente boom mundial de su novela, podía ser el inicio del fin de su éxito. Entonces, vino su mujer, su agente literaria catalana y una poetisa cubana; o sea que mandó a una delegación de mujeres. Pero él no vino. Sí la vio en Cuba ya que me presenté durante un mes en La Habana.
-¿Lograste ser amiga de Gabo?
-No. Te digo que Gabo tenía pocos amigos y eran de toda la vida. Yo tuve una excelente relación con él porque, durante los ensayos, lo llamaba mucho por teléfono y como no podía hacerlo desde mi casa porque costaba un dineral, lo hacía desde la Secretaría de Cultura de la Nación y el Instituto de Cine. Le iba consultando todo durante los ensayos, entonces él agarraba el guión e íbamos página por página. Es un recuerdo imborrable.
Nicolás Peralta // Fotos: Gentileza @atomonit y Maxi Cardaci