Ocho años tenía Miriam Lanzoni cuando, de la noche a la mañana, abandonaron con su mamá y su hermano la localidad chaqueña de Pampa del Infierno para instalarse en Resistencia. El motivo era tremendo: víctima de violencia de género, la mujer necesitaba escapar del monstruo que la torturaba para tener una mejor vida ella y sus pequeños hijos. Todas las vicisitudes y los embates que debió afrontar Liliana hoy cobran otro sentido en la pantalla grande gracias a que su hija actriz decidió plasmarlo en una película.
Eso es lo que cuenta Partida, la verdad no le tema a nada, que ya está en las principales salas del país. “Está basada en hechos reales y es la historia de mi mamá, por ende también la mía”, argumenta Miriam. Y relata cómo vivió la previa del filme. “Fue muy particular el proceso con mi madre en todos estos años, que son más de 30, porque nunca había hablado tan así de todo esto. En realidad, es la historia de mi mamá pero también es mi historia. Son cosas que pasaron muy fuertes y que las sabemos ella, mi hermano y yo, además de otra gente que estuvo involucrada también. Pero nunca nos sentamos a hablar. Cada uno hizo su proceso”.
-¿Y cómo surgió contarlo en un filme?
-En un momento, lo había empezado a escribir porque lo necesitaba hacer, sin que tuviera forma de película ni nada. Tampoco es que lo arranqué a escribir con el fin de hacer una peli. Luego vino una cosa orgánica de sacarlo a la luz y contar cosas que nunca había contado en la vida, ni siquiera a gente muy allegada a mí. Y mi mamá tampoco. Entonces, cuando eso empezó a surgir, lo hablé con ella y le comenté que tenía ganas de escribir un guión y armar una peli. Había empezado a estudiar cine, hacía cursos de guión y se juntó todo. “Hay algo acá que necesito expresar y esto ya es una necesidad de contarlo”, le dije a mi mamá. Le ofrecí leer lo que estaba escribiendo pero ella no quiso. Metí primera y cuando empezó a tomar forma la película y ya estábamos en pleno proceso de pre producción, tampoco quiso ver nada ella.
-Para tu mamá debe ser fuerte chocarse con su historia en una pantalla tan grande.
-Sí pero contrariamente a eso, ella quiso y aceptó hacer la película. En ningún momento objetó nada y se ve que también era su necesidad sacar esto para afuera, más allá de que se vea en una pantalla. Lo sanador que es esto le gana a todo, incluso a que se haya hecho una película. En el único momento que la involucramos fue cuando Lucila Gandolfo, que es una de las protagonistas, empezó a trabajar en el personaje y ahí tuvimos que hablar con mi mamá. Ahí recién fueron las primeras charlas que tuvimos de todo esto. Fue muy fuerte y a la vez reparador. Si bien la peli es fuertísima, también es muy luminosa y esperanzadora. Habla de la resiliencia. No está puesto el foco en el drama sino en todo lo que pasó después, que fue hermoso. Ese pasado nos trajo a todos hasta acá.
-Cuenta la historia de tu mamá, víctima de violencia de género.
-Sí, de un hombre al que prefiero decirle progenitor en vez de papá. Mi mamá fue víctima y estuvo al borde la muerte. Presencié todo y tengo todos los recuerdos de esos episodios violentos. Los recuerdo porque eran siempre y todo el tiempo. Por eso te digo que es la historia de mi mamá y también la mía. Nunca antes lo había podido contar. Sí lo traté en terapia y en el ámbito indicado pero nunca lo había hecho público. Por suerte lo pude transitar y convertirlo en arte. He estado ahí, a mí nadie me lo contó y no entiendo de dónde mi madre sacó las fuerzas para salir adelante. La he visto a mi mamá tirada en el piso sin vida. Entonces, sé todo.
-¿Tan fuerte fue todo lo que vivieron?
-Sí, tremendo. Además, quiero desmitificar esto de que el violento es violento porque se droga o toma alcohol. No, no: hay gente que es monstruosa porque es monstruosa y ya. Hoy mi denuncia es la película. Pero de chica no pude hacer nada porque un niño no puede hacer nada. Ves lo que está pasando y es desesperante. Mi mamá se fue reconstruyendo y con mi hermano también lo hicimos.
-¿Cómo lograron escapar?
-Fue a mis ocho años. Nos mudamos a Resistencia con mi mamá y mi hermano. Pero el foco, repito, está puesto en el presente y en que mi mamá pudo volver a armarse y a confiar en un hombre. Ella no se reconstruyó sola sino de la mano de mi padre, Miguel Lanzoni, que fue quien la ayudó. Como tengo una mirada muy positiva de la vida, no focalicé en contar lo dramático sino que reparé en la resiliencia. Soy una persona muy feliz y todo lo que pasó, lo usé para armar quien soy. Me quedo con Miguel, que apareció en el camino cual ángel para salvarnos. Mi madre logró realmente salir de la mano de un hombre y eso me parece hermoso. Siempre hay nuevas oportunidades para volver a creer y confiar. A partir de ahí, todo puede salir muchísimo mejor de lo que uno esperaba.
-¿A qué se dedicaba Miguel cuando lo conocieron?
-Trabajaba en la construcción, era obrero. Hacía de todo un poco mi papá. El primer feminista que conocí es mi papá. Y cuando digo mi papá me refiero a Miguel. Era un tipo absolutamente amoroso, lo sigue siendo, comprensivo y a favor de un montón de cosas que son genuinamente de él; no es un discurso. A mi mamá la ayudó a reaprender a ponerse linda, a usar minifaldas, a quererse. De eso fue responsable mi papá y lo armaron entre los dos. Por eso te digo que la peli es luminosa. Todo lo otro es una excusa espantosa para haber llegado hasta acá.
-¿Tu progenitor vive o murió?
-No lo sé, no tengo idea. Nunca más tuve vínculo. Después de mis ocho años, lo he cruzado alguna que otra vez pero fortuitamente y nada. Por suerte, nunca más. Cuando crecí y me hice conocida por mi trabajo, sé que ha tratado de acercarse pero no prosperó. A través de algunos conocidos, sé que quiso aparecer cual fantasma de película de terror pero no le di lugar a esas cosas. Esa gente sigue dañando siempre. En los 80 era muy difícil denunciar y que te creyeran. Una persona de estas características tiene que estar presa de por vida porque el daño es irreparable. Mi mamá tuvo la suerte de encontrar a un hombre como mi papá y cómo entre los dos salieron adelante. Pero hay un montón de mujeres que no tienen una familia en la cual apoyarse, entonces un monstruo de estas características tiene que estar preso de por vida porque sino sigue haciendo daño. Eso es lo dramático: acá las penas siguen siendo muy blandas respecto a eso.
-Por suerte, lo podés contar.
-Sí. Tengo un carácter muy especial y por suerte tengo otra mirada sobre la vida, además de una fortaleza heredada de mi madre y mi papá, que es inusual. Pero en la general no es así: lo que se rompe, se destruye y no se repara nunca más. ¿Y la persona culpable de eso adónde está? Es tremendo.
-¿Estás metida en la producción de la película también?
-Sí. La idea original es mía pero el guión es de Mery Putrueli y el director es Diego Suárez. Estuve colaborando a la par de ellos y estoy como productora general junto a Juan Crespo; estoy en todas las áreas. La dirección es de Diego Suárez, que estaba en otros proyectos pero no bien se la ofrecí, le fascinó la historia y se sumó. Ni hablar de mis colegas: Osvaldo Laport, Claudio Rissi, Guillermo Arengo, Mónica Villa, Nicolás García Hume y Daniel Pacheco. Fue automático y fue muy inmenso que hayan aceptado todos porque esta historia es muy de mis entrañas. Son gente a la que le sobra el laburo y no hubo nadie que no se haya querido sumar a contar esta historia. Eso lo súper valoro y agradezco. Incluso estuvieron felices de ir a filmar a Chaco ya que se rodó el año pasado íntegramente allí.
La entrevista completa con Miriam Lanzoni está en la edición digital de diciembre de revista Pronto, se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este link