Su nombre es sinónimo de alegría y de buena onda. Cantante, bailarín y coreógrafo, se hizo popularmente conocido de la mano de Susana Giménez y luego pudo despegar y lograr su nombre dentro del mundo del espectáculo. A los 53 años, Marcelo Iripino vive un gran momento ya que en lo personal sigue casado con su pareja de siempre, Marcelo Frezzia, y en lo laboral la está rompiendo un año más en Carlos Paz con el espectáculo Bien argentino.
Cada noche, se sube al escenario del Espacio Mónaco de la villa serrana junto a Angel Carabajal y Coki Ramírez, y brindan un show que combina la alegría con la emoción del folklore y la música nacional.
En medio de su temporada cordobesa, Iripino brindó una entrevista telefónica al programa radial Detrás de escena, que conduce Daniel Gómez Rinaldi por la AM 770 y allí se entregó a una charla súper íntima, en la que habló de uno de los capítulos más tristes de su vida.
"Quería dormirme y no despertar nunca más", expresó el querido coreógrafo frente al estupor de Gómez Rinaldi. En pleno éxito de Bien argentino, repasó cuando se fue a vivir a Miami con su marido en plena pandemia y confesó: "A los dos meses de estar instalados en Estados Unidos, viviendo en Miami entré en un cuadro de depresión muy grande y no podía siquiera levantarme de la cama".
"A pesar de estar acompañado por Marcelo, con quien estoy hace 36 años en pareja, me sentía solo. Fue terrible. Pero él se dio cuenta, fuimos a ver a un psicólogo, a un psiquiatra y de a poco fui saliendo a flote. Confieso que quería dormirme y no despertarme nunca más", relató con la voz entrecortada en la nota radial.
Y cree haberle encontrado origen a su depresión. "Fue muy fuerte lo que viví. Me fui con 15 valijas a Miami pero acá en la Argentina había dejado todo: mi familia, mi gente, mi carrera, mis amigos, el olor de mi casa. Dejar mi país fue durísimo y si bien estoy mucho mejor, aun hoy continúo con parte de la medicación porque es un proceso y no se cura de un día para el otro", cerró.