Mira al cielo, respira aire puro de las sierras, cierra los ojos, se emociona. Para María Fernanda Callejón es muy importante y especial estar trabajando en Carlos Paz. Primero, porque en su extensa trayectoria artística nunca había tenido la oportunidad de hacer temporada en su ciudad natal. Y segundo porque tiene la posibilidad de compartir el verano con su hija, Giovanna (7), en la villa serrana que la vio nacer y en la que aun hoy viven su papá y su hermana Sandra. La actriz es una de las protagonistas de la obra Los vecinos de arriba, que se presenta en el Teatro del Sol 1 y en cuyo elenco también están Esteban Prol, Adriana Salonia y Gastón Ricaud.
Espléndida a los 56 años, en 2022 se separó de su ex marido y padre de su hija, Ricky Diotto, y actualmente está comenzando una apasionante historia de amor con el ex campeón del mundo con la Selección Argentina Fernando Gamboa (52). En medio de este intenso presente emocional y laboral, la Callejón se hizo un tiempo para posar para Pronto en traje de baño y se predispuso a hablar de todo. “Estar acá haciendo temporada en mi Carlos Paz querido es de una emoción y una felicidad enormes. Parece un sueño. Todavía no caigo”, se sincera.
-¿Por qué nunca antes habías trabajado en Carlos Paz?
-No lo sé, no se dio. Me fui a los 17 años de acá y a los 15 días ya estaba protagonizando una revista con Moria Casán como media vedette en el Teatro Tabarís de la calle Corrientes. Siempre me capturó Mar del Plata a la hora de hacer temporada y cuando nació Giovanna elegía hacer Buenos Aires para estar más cerca de casa y porque ella era muy chiquita. Recién hace cuatro años que me vienen convocando para Villa Carlos Paz pero en el medio estuvo la pandemia y no se pudo dar. Llevo 39 años de carrera artística y si hacés la cuenta, hace relativamente poco que me convocaron para trabajar en Córdoba.
-¿Y antes por qué no cerraste?
-Porque prioricé mi proyecto familiar y en el verano siempre Ricky tenía vacaciones, entonces yo elegía no hacer temporada para estar con la familia. Decía: “Cuando Gio sea grande se va a dar”. En el 2022 tuve muchísimos cambios, fue una especie de tsunami para mí por la separación y no me resultó fácil afrontarlo. Encima, cuando hay hijos en el medio todo es más difícil.
-¿En qué mes te separaste?
-En junio pero lo mantuve en silencio y a los medios se lo comunicamos en julio o agosto. Igual, ya venía en crisis hacía rato. Soy espontánea y si bien no voy a contar mi vida a la televisión, si me lo preguntás tampoco lo voy a esconder. No sé mentir. Fueron 12 años juntos con Ricky y ocho de casados, más siete tratamientos de fertilización asistida para ser padres. Una pandemia en el medio y la vida misma.
-¿Hoy por hoy tenés vínculo con tu ex?
-Muy poco. Sobre todo por Giovanna pero muy poco. Venir a Carlos Paz a hacer por primera vez temporada, para mí era una aventura gigante y elegí venir para encontrar un poco de paz. Aunque en el medio se dio una cosa conflictiva porque él salió a acusarme en la tele de que yo había incumplido mi régimen comunicacional. Y eso aun no existía, nosotros no habíamos cerrado ningún régimen de nada.
-¿De qué régimen hablás?
-Simplemente él mandó a su abogada, Elba Marcovecchio, a los medios a decir en vivo en LAM que yo había incumplido con mi régimen comunicacional. Pero todavía no había ningún acuerdo. Solo teníamos un régimen de visitas exigido por él pero de repente él comenzó a exigir ciertos días y yo no quería cortarle el colegio a la nena. Ahí arrancó el conflicto, independientemente de todos los que habíamos tenido porque por algo nos separamos. Yo ya no sabía cómo manejarme y cuando le pedí a la nena para venirme a trabajar a Carlos Paz, sabía que se iba a armar. Porque al venirme a Córdoba, no puedo estar llevando y trayendo a la nena de tal día a tal otro porque tengo que estar en el teatro. Por más que descanse un solo día a la semana, no me dan los tiempos ni el cuerpo para hacerlo. Son 800 kilómetros a Buenos Aires y no puedo ir y volver en mi único día de descanso.
-¿Entonces?
-Al principio, tenía temor por su reacción pero por suerte ahí empezó a aflojar un poquito. Me entendió un poco de que venía a Córdoba a trabajar. Me estoy reiniciando como mujer divorciada y como mamá sola. Y hacer temporada es parte de mi trabajo. Toda la vida me vio hacer esto.
-¿Ya estás divorciada en los papeles?
-No. Estoy separada de hecho, esperando el divorcio. Está en trámite pero me parece extremadamente extraño el tiempo porque el divorcio exprés sale rápido en teoría. Lo pedí en septiembre pero cuando judicializamos el tema, la jueza decidió esperar.
-¿Por qué?
-No tengo ni idea. Le pregunté lo mismo a los abogados pero yo ya tenía la cabeza puesta acá. Primero iba a venir con otra compañía y cuando Fabián Vena me convocó para dirigirme en Los vecinos de arriba, cambié de rumbo. En el medio, hice el reality de Telefe, que conduce Marley y que va a salir ahora. Se llama The challenge Argentina y fue genial hacerlo. Ahí tuvimos una adenda yanqui bastante leonina, no podía hacer otra cosa y no me daban los tiempos para ensayar. Entonces, cuando el período de exclusividad de The challenge terminó, me convocó Vena y le dije que sí. Ahí entendí que sí o sí tenía que venir este verano a Carlos Paz.
-¿Habías visto la obra en Buenos Aires con Diego Peretti y Flor Peña?
-No, no pude y la vi grabada pero no me gusta el teatro grabado porque se pierde lo más importante que es eso del vivo. Igual la vi y con todo el respeto que se merecen Peretti y elenco, ¡nuestra versión está mucho mejor! Es una obra aprobadísima en todo el mundo. No tuve la oportunidad de ver todas las versiones y aunque vi la versión argentina grabada, nosotros buscamos otra propuesta.
-¿Cuál?
-El acento está puesto en la actuación y no en la escenografía. Ese es el color que queríamos tocar. Cuando Fabián hizo la propuesta, dijo que la música iba a ser el quinto actor y la eligió nuestro melómano, que es Esteban Prol. Cuando me contó el elenco me encantó porque somos cuatro amigos y hemos trabajado mucho juntos. Somos contemporáneos porque somos todos cincuentones, es un elenco muy fresco y la historia es hermosa para contar. A Vena lo tenía como el enorme actor que es y acá me flasheó por cómo nos dirigió.
-¿Cómo repercute la obra en el público?
-¡Espectacular! Básicamente contamos una problemática de pareja, lo cual a mí me sana hacer esta obra. No es casual que esté haciendo en este momento este espectáculo, después de todo lo que viví con mi divorcio y con la separación. Me siento totalmente representada en Ana, el personaje de Salonia. Y yo hago de psicóloga, así que imaginate que lo que es para mí analizarme en escena.
-¿Te costó separarte?
-Sí, mucho. Mucho. Tenía terror a romper el proyecto familiar y a lastimar a mi hija. Nos costó mucho ser padres pero acá el foco estaba puesto en Giovanna. No quería verla sufrir. Si hubiese estado sola, me hubiese separado mucho tiempo antes y con mucha más honestidad conmigo. Me hizo titubear mucho la presencia de mi hija, tan chiquita y me pasaba la historia en común que habíamos escrito. Me pesaba en el sentido de que quería estar segura de lo que quería hacer.
-¿O sea que fue una decisión más tuya que de tu ex?
-Sí, fue mía. Vine naturalizando un montón de cuestiones, como muchas mujeres solemos hacer dentro de un matrimonio con la cotidianeidad y la vorágine del día a día, y cuando te querés dar cuenta, notás que te fuiste postergando mucho. Hablo por mí, fue lo que me pasó a mí. Del otro lado, no sé. Imagino que habrá otro poco porque nunca todo es de uno sino que es de a dos. En mi caso, estaba atravesando situaciones que eran muy dolorosas para mí y tardé mucho tiempo en tomar la decisión. Creo que hace dos años estoy duelando esta relación. Las mujeres duelamos antes.
-¿Fue duro?
-Muy. Fueron muchas noches sin dormir, muchas noches de llanto a escondidas porque no quería que mi hija me viera y él tampoco.
-¿Seguían funcionando como pareja o ya no?
-No sabría cómo definir eso. Si estamos conviviendo bajo un mismo techo, estamos en un proyecto familiar y somos equipo. Desde que nació Giovanna, nosotros éramos equipo y quiero que volvamos a serlo incluso estando separados; esa es mi utopía.
-¿Del otro lado hay voluntad para eso?
-No sé si la palabra es voluntad. Me parece que hay cosas que uno no puede procesar. Hay un poco de enojo. De mi parte, estoy abierta a tener un buen vínculo e hice de todo para eso. Creo que el tiempo todo lo cura. Fue muy doloroso para los dos y Giovanna lo tomó con un poco más de naturalidad.
-¿La sentaron y le contaron que se estaban separando?
-Voy a obviar contarte esa parte. Me psicoanalizo hace un año con una psicóloga especializada en familia porque en algún punto inconscientemente algo había premonitorio dentro de mí. Podría haber buscado tantas psicólogas y, sin embargo, elegí a una que hace familia. Hablamos mucho de cómo decírselo a la nena, de qué manera. Yo enseguida se lo comuniqué a mi ex pero no ocurrió así y no fue por mí.
-¿Perdón? Me perdí.
-No ocurrió que los dos le pudiéramos transmitir a la vez en una charla familiar a nuestra hija que estábamos separados. Mi ex me primereó y se lo dijo antes. Si bien yo estaba presente, él tiró la frase y yo quedé recalculando porque no iba a ser así. Horrible pero prefiero no ahondar ahí. Fue una situación muy difícil porque sufrí mucho en ese momento y no me podía imaginar cómo decírselo a mi hija. Eso me angustiaba tremendamente.
-¿Cómo está Giovanna hoy?
-Bárbara porque la fuimos llevando y la contuvimos. Después de que se lo dijimos, no de la manera en que lo habíamos pautado sino unilateralmente, elegí protegerla. Empecé a charlar mucho con mi hija y hacer el traslado de una casa a la otra. Es más, subí en mis redes esa parte cuando lo ayudamos a él a mudarse. Me pareció que era algo que ella tenía que hacer con su papá y su mamá.
-¿Cómo reparten los días?
-Vive conmigo y lo ve al papá. Ahora, hicimos un convenio específico para la temporada. El va a venir a verla unos días y como trabaja todo el tiempo como odontólogo en Buenos Aires, era imposible que viniera a buscarla y yo tampoco la podía llevar. Entonces, acordamos que se quede acá conmigo y que él venga a verla algunos días. Aparte Gio pasa mucho tiempo con su abuela por parte de padre en Buenos Aires y acá ahora aprovechamos a que vea a mi papá y comparta tiempo con su abuelo materno. “Ya que en el año fin de semana por medio te la llevás a lo de tu mamá, está bueno que este verano pueda compartir con mi papá”, le dije a Ricky y aceptó. Le quería hacer entender que no era un capricho mío sino que necesitaba que me acompañe en esta aventura de hacer temporada en Carlos Paz.
-¿La nena te acompaña al teatro?
-Sí, a veces. Está bueno que ella vea a su mamá en acción, trabajando y realizándose como mujer y como profesional. En Capital, ella se queda en el colegio y yo me voy a laburar, entonces acá que está de vacaciones me ve en actividad full time. Acá está toda mi familia: mi padre, mi hermana, mis primos y está bueno que pueda compartir con ellos ya que en el año nos cuesta encontrarnos. Ahí Ricky entendió bastante y pudimos llegar a un acuerdo, vía judicial por supuesto. Así que acá estamos, disfrutando de la temporada y de mi proceso personal también.
-Estás nuevamente en pareja.
-Diría más bien que es un reencuentro. El Negro no es nuevo para mí porque fui novia de él en los 90 y fuimos novios casi dos años. Estuvimos muy enamorados y ahora nos reencontramos porque él me empezó a escribir por Instagram en enero del año pasado, sin ninguna intención de nada. Me ponía: “Qué lindo verte en familia”. Apareció de la nada y yo estaba aun con Ricky. Es más, estábamos vacacionando en Pinamar.
-¿Pero cómo se dio el reencuentro entonces?
-Nunca dejé de ser amiga de la hermana del negro, Alejandra. Siempre nos escribimos y nuestras familias se conocen porque él es cordobés, aunque toda la vida vivió en Rosario. Lo conocí en los 90 cuando había salido campeón Newells: él estaba entrenando para la Selección Nacional y yo estaba trabajando con Gerardo Sofovich en La noche del domingo y Hoy estamos de remate. Nos conocimos en Mar del Plata y tuvimos una relación de dos años, en la que incluso conocimos a nuestras familias. Yo pegué buena onda con su mamá, su hermana, después el papá de él falleció. Y no supe más nada. Hacía 30 años que no tenía noticias suyas. No sé si él de mí, aunque hace poco me confesó que sí, que nunca se había olvidado de mí. Igual tuvo un matrimonio de 29 años, se separó hace un año y medio y tiene dos hijos.
-¿Qué te pasó cuando te escribió por las redes?
-No, nada, fue tranqui. Le respondí con un “hola, ¿qué haces?” y no mucho más. ¿Podés creer que hace dos meses estaba llevando a mi hija a Nordelta a hacer gimnasia artística, como todos los lunes y miércoles, y ahí me la crucé a Alejandra? Siempre hablábamos, pero nunca nos veíamos en persona. Cuestión que vivía a media hora de mi casa, nos pusimos al día y un día me dijo: “Sé que mi hermano te está escribiendo” y se dio todo de manera natural.
-¿Alejandra fue la celestina, entonces?
-Sí porque la primera vez que nos encontramos fue en la casa de ella, en un festejo familiar. Giovanna también lo conoció en un evento familiar, aunque hasta ahora nunca estuvimos los tres juntos solos. Siempre Gio lo ve en ámbitos familiares, de mucha gente y somos todos amigos.
-¿No sabe que es tu novio?
-Hace poco, Gio volvió de pasar unos días en Pinamar con su papá y ahí hablamos del tema. Como mi hija pasó los primeros once días de enero con Ricky en la costa, yo me quedé sola en Carlos Paz y ahí el Negro me vino a visitar de sorpresa. Estuvo en mi estreno, me acompañó y como a mi hija no le oculto nada, lo primero que hice fue contarle. “Vino el Negro a verme”, le comenté y ella lanzó la frase: “Me parece que el Negro está enamorado de vos”.
-¿Qué le respondiste?
-Ahí le empecé a contar un poco que habíamos sido novios de jóvenes y que nos estábamos reencontrando. Hablo muy naturalmente con mi hija y jamás haría nada que la incomode. Soy muy libre a la hora de hablar las cosas, no le miento ni le oculto nada. Trato de buscar, por supuesto, las formas y las palabras porque es una niña de siete años y hablo mucho con mi psicóloga para tener ciertos cuidados y demás. Sobre todo se lo cuento porque soy una persona pública y prefiero que se entere por mí antes que por la tele. Si no, no se lo hubiera comentado tan rápido.
-¿Te daba miedo de que se lo contara algún amiguito o que le llegara el comentario por un tercero?
-Sí pero más allá de eso se lo conté porque el que hizo pública la noticia fue mi ex. En el mismo contexto que te conté que me acusaba por medio de su abogada de incumplimiento del régimen, Ricky mandó a su abogada a contarle a Pía Shaw en Lam que yo estaba nuevamente en pareja. El también después salió a hablar y a mí no me quedó otra que contarle a mi hija todo.
-¿Diotto cómo tomó que estés nuevamente en pareja?
-No lo sé ni me interesa. No me interesa cómo lo tome porque es mi vida. Las cosas acá son muy claras, sobre todo si son de adultos. No es que a mí no me importe… A ver: a mí lo único que me importa del padre de mi hija es todo lo que tenga que ver con Giovanna. Después, es su vida y le deseo lo mejor. Quiero que tenga la mejor felicidad porque cuando cualquier niño tiene a sus padres felices, es la única manera de que nuestros hijos también estén felices. Eso le dije a Gio cuando me comentó que el Negro estaba enamorado de mí. Le respondí: “Si el Negro está enamorado de mí, yo estaría muy feliz”. Y Gio me dijo: “Quiero que vos seas feliz, mamá”. Del otro lado siento que también tendría que ser así.
-¿Estás bien con el Negro?
-¡Estoy bárbara! Es un volver a empezar pero diferente; es otra cosa porque nos conocemos de siempre. Ahí no hay posturas ni caretas. A mis 56 años, es otra la relación de amor que pueda llegar a surgir.
-¿Convivirías?
-No, no conviviría ni me casaría jamás. Eso ya está súper claro. No, no. Es otra etapa de mi vida, en la que priorizo a mi hija y a mí porque soy su cuidadora. Después viene todo lo demás. Obviamente que me doy todo el espacio porque es una persona que conozco, que me es afín y siento que es una nueva oportunidad que me da la vida para apostar y volver a creer en el amor.
-¿Conocés a sus hijos?
-Sí, al más grande, Tomás, que tiene 28 años. Tiene dos varones y conozco a uno de ellos pero prefiero no ahondar porque es su intimidad familiar.
-Ok. Estás bárbara de cuerpo. ¿Te cuidás mucho?
-No, vivo tranquila. No es que me cuido y estoy tan pendiente. Si tengo ganas de comer, como y ya no me exijo como antes. No necesito estar ahora diez puntos físicamente. Soy lo que soy. Tengo 56 años y entiendo que no soy eterna. Me encantan mis arrugas y hasta mi panza arrugada porque tienen que ver con mi embarazo y mi hija. Sí me cuido y me hago cosas que me hacen ver mejor porque trabajamos con la imagen y el HD te mata. Entonces, quiero tener la cara iluminada y fresca. Después, hago deporte de toda la vida y ahora estoy a full con el funcional y el cross fit. Bueno, me preparé mucho para The challenge, que fue un desafío personal hermoso y se van a volver locos cuando lo vean.
-¿Es muy jugado?
-Re. No puedo creer las cosas que hicimos ahí. Un grupo humano increíble, con Marley a la cabeza y me hizo muy bien porque estaba en pleno divorcio y hacer ese reality un poco me sanó y me despejó. Fueron varios días aislados, sin celular y me vino muy bien. Volviendo al cuerpo, hago un plan de alimentación keto y no como nada de harinas refinadas. Eso me permite estar más liviana y sin acumulación de líquidos, que es muy común en las mujeres después de los 50. Pero no es que estoy pendiente de mi cuerpo.
-La última. ¿Qué te pasa cuando cerrás los ojos y recordás tu infancia en Carlos Paz?
-Muchas cosas. Esto me emociona. Yo podría haber debutado en teatro acá porque todos los dueños de los teatros me conocen de siempre. El Negro Cava es el dueño del Teatro del Sol, donde ahora estoy actuando en Los vecinos de arriba, y él me contrataba cuando tenía 17 años para trabajar en el verano. Sabía que estudiaba actuación con mi hermana Sandra y la primera zapatería que puso mi hermana en la galería del Sol, la atendí yo. Fue mi primer laburo y todos los años el Negro me contrataba para trabajar: una temporada estuve a cargo de una heladería, otro año atendí el local de ropa de la mujer del Negro en turno completo y finalmente fui boletera en el 85 de la obra de teatro de Andrea Del Boca y Silvestre, en Carlos Paz. Ese verano estalló y yo era la boletera. Imaginate lo significativo que es para mí ese teatro al que voy a actuar cada noche, esa galería y estar en la cartelera. Lo pienso y se me eriza la piel. Estoy viviendo un sueño.
Nicolás Peralta
Fotos: Luis Varela