"Yo no soy la dueña del dolor". Marta González tuvo cáncer, se le fue y volvió. Después sufrió un ACV. Y esos ni siquiera fueron los dolores más profundos que atravesó. En 2001 perdió a su hijo Leandro, fruto de su relación con el ex futbolista y entrenador Chiche Sosa. Leandro tenía apenas 29 años cuando volcó con su auto en una ruta en Méxíco junto a su pareja y ambos fallecieron.
Entrevistada por Karim González (@karim.gonzalez.periodista) para el programa Sola en los bares, Marta habló de los momentos duros que atravesó pero también de resiliencia y de sanación. De cómo hizo para sobrellevar tanta pesadumbre y poder seguir adelante. "El cáncer mío, siempre digo que para la persona que tiene un callo y le duele, es más importante el callo que el cáncer mío. O sea, es como lo vivimos cada uno. Yo trato de vivir las cosas como que 'esto también pasará'. Hay dolores que no pasan nunca... Pero hay que transformarlo en amor. Esta es la transmutación que hago yo", afirma.
Sin embargo, Marta admite que la trágica muerte de su hijo la sumió en una angustia de la que solo una frase de su hija, María Mercedes, logró rescatarla. "En el momento que yo perdí a Leandro, estaba que no me importaba nada de verdad. Y mi hija me dijo "¿mamá, vos tenías un solo hijo?" Y esto me sirvió siempre. Siempre encuentro algo a lo que aferrarme. Ahora tengo a mi hija que la amo, la idolatro, tengo a mis nietas, tengo a mis hermanos... Mi hermana, María Esther, cumplió 83 años. Hace dos años creíamos que estaba muerta. Tres veces llamaron a los hijos para decirle que se despidieran, que era la última noche y Dios sabe; uno no sabe nada pero Dios sabe."
En otra parte de la charla por Conexión Abierta, la actriz habló de su particular mirada sobre la muerte y de cómo siente cerca la presencia de su hijo. "Cuando muere un familiar que está enfermo, uno se va preparando. Pero cuando es un accidente es muy duro. Y el dolor sigue, no como el primer día porque uno lo va transformando... Yo creo que la muerte no existe y tengo muchas comprobaciones. Yo todos los días antes de salir a escena con Madre hay una sola, con Lorena Paola, yo invoco al Espíritu Santo, invoco a la Virgen, invoco a Jesús y después le digo que bajen los ángeles para que esta gente se divierta. 'Y vos Leandro bajá´ y, Leandro baja. Yo lo siento, dirán que estoy loca, pero lo siento. He escuchado por ejemplo "mami", como me decía él y darme vuelta y no está obviamente. Pero yo siento que está en cada cosa y cuando estoy necesitando algo, yo le pido, no lo molesto mucho porque pienso que ellos están en un plano muy arriba y que necesitan descansar también, estar en una evolución distinta."
Como si Marta no había ya enfrentado demasiados retos de un destino que parecía ensañarse, hace poco estuvo angustiada por que a su hija también le diagnosticaron cáncer. Afortunadamente pudo tratarlo a tiempo y más allá de que tiene que hacerse chequeos cada seis meses, se recuperó y a fines del 2022 hicieron un viaje hermoso, Marta con su hija y su hermana. "Gracias a Dios hicimos ese viaje maravilloso que me invitó ella para festejar la vida. Porque en un momento creíamos que... En ese momento sí dije si le pasa algo a mi hija no sé lo que voy a hacer de verdad. No había motivo para vivir."
En el medio, también hubo una pandemia que la afectó,. "Desde la pandemia que estoy tomando todavía antidepresivos. Yo soy muy amuchera, siempre tengo gente en casa. Necesito la gente, por eso me hace tanto feliz hacer teatro, porque tenés a la gente ahí, sentís cuando se están riendo... Sentir su alegría, cuando se emocionan y eso es fuerte. Y siento que la pandemia es como si nos hubiera borrado de un plumazo dos años".
Además de su familia, por suerte Marta tiene el teatro. Hacer Madre hay una sola, obra de Sergio Rodolao y con dirección de Hernán Bonsergent, junto a Lorena Paola que hace de su hija, es otro fuerte aliciente para seguir adelante.