“Cada vez que me convocan para sumarme a un proyecto que ya está armado, me gusta llamar por teléfono a la actriz que hacía antes ese papel y tener una charla. Me parece que corresponde por ética”, afirma Mirta Wons (58). Y eso fue lo que hizo cuando José María Muscari le propuso hacer la Perdida Mente en lugar de Karina K, que se bajaba del proyecto. “Karina dejó la vara muy alta y es un desafío ocupar ese lugar. Si tengo eso como norte, estoy frita porque a Karina la admiro maravillosamente. Dejar un elenco por otro proyecto es difícil y en mi caso, siempre aviso que voy a llamar a la actriz anterior. Tuvimos una charla súper amena y ahora ya estamos casi a punto de estrenar”, agregó la actriz que se subió a las tablas del Multiteatro el 10 de mayo pasado. “Estoy chocha de la vida de sumarme. Del elenco original cambiaron Patricia Sosa, Karina K y Julieta Ortega y nos sumamos con Iliana Calabró y Emilia Mazer. Hubo un recambio y nosotras nos sumamos a Leonor Benedetto y Ana María Picchio, que siguen. Con Muscari había hecho Julio César hasta septiembre, después me ofreció sumarme a Sex y no me animé”, sostuvo.
-¿Por qué no te animaste?
-A Sex la vi tres veces y me encanta pero una cosa es verla y otra ponerte en un rol en el que no te vas a sentir cómoda. Son limitaciones mías. No iba a estar cómoda actuándolo o mostrando tanto mi cuerpo. Porque la sensualidad es propia, de cada uno y uno elige mostrarla o no. Sé que es un proyecto súper cuidado pero no acepté porque sabía que no iba a estar cómoda o quizás podía hacer sentir incómodo al resto. Aparte no quería poner condiciones porque un trabajo lo aceptás o no lo aceptás y listo.
-¿Muscari te entendió?
-Perfectamente. Soy un poco pudorosa con mi cuerpo y dejo eso para la intimidad. No siento vergüenza pero tampoco quiero salir en bolas en un trabajo. No es una cuestión de mostrar o no mostrar sino que siento que forma parte de la intimidad. Qué se yo, quizás en un personaje en la tele alguna vez… No sé. Aparte a un trabajo tenés que disfrutarlo. Es lo que me pasa con mi personaje de Perdidamente. La idea es salir al escenario a disfrutar y jugar un rol. Eso corre para el trabajo y la vida en general: tenés que disfrutar y pasarla bien porque todo se pasa tan rápido. Y arriesgar cuando sientas que tenés que hacerlo.
-¿Entonces?
-En Sex no iba a mostrar partes de mi cuerpo que no quería y tampoco iba a condicionar el laburo del resto. Me cuesta mucho decir que no pero ese papel no era para mí. Con Muscari me encanta trabajar y cuando recibí su llamado para Perdidamente me fascinó. Cuando el otro es de buena madera y buena gente, es fácil hacer equipo y trabajar. Eso me pasa con José. Es respetuoso, amable y presente: hace 900 proyectos pero cuando está con vos, está con vos y no en otro lado. Laburar con gente respetuosa y educada es lo mejor que te puede pasar.
-Perdida Mente es una comedia sobre un tema delicado, que es el Alzheimer.
-Sí, habla del Alzheimer en primera persona porque el personaje de Leonor Benedetto lo tiene y si bien es un tema muy duro, acá se lo trata de una manera muy real. Hablar de algo que para el resto es tabú a mí me parece fantástico. El libro está muy bien escrito por Muscari y por Mariela Asensio, que es una persona a la que admiro profundamente. Es una maravilla. Un libro está bien escrito primero porque te gusta y porque te resulta fácil leerlo. Soy malísima de memoria y cuando la letra me queda es porque el libro es buenísimo. Eso me pasa con Perdidamente. Es orgánico, los diálogos son reales y eso se agradece mucho.
-¿El cambio de elenco modificó en algo?
-Cada actriz claramente tiene su impronta pero la obra, que es la protagonista, conserva su esencia. Siempre que se suman actores nuevos es un volver a empezar. Iliana hará el personaje de Selva, una abogada representante legal poco clara en sus asuntos; yo soy Keka, la hermana menor con algunas incertidumbres psicológicas e inestable emocionalmente y Emilia Mazer es la hija de la jueza, que es Leonor Benedetto, que llega con ciertos reclamos adolescentes. Anita Picchio es la mucama, que conoce todos los secretos como nadie. La vi en el estreno y me encantó cómo está tratado el tema. Es una comedia muy fuerte porque el humor siempre es una muy buena forma de entrarle a las cosas más duras.
-Una manera de exorcizar demonios.
-Algo así. Pero acá no es un humor de cátedra, de ese que te tenés que poner serio para entrarle. No se baja ninguna línea, no es solemne la obra y se habla respetuosamente y con humor del Alzheimer. Eso es lo bueno porque es lo que entra. Es una comedia inteligente.
-En lo cotidiano, ¿cuánto humor tenés?
-¡Muchísimo! Mucho y más en esta realidad que si no te reís, quedaste. Hay que reírse porque si te tomás en serio todo sería una amargura total. El dólar vuela por las nubes y me empiezo a reír porque si ves que está por encima de los 420 pesos, no lo podés creer. No te podés amargar porque sino sería una angustia permanente. Me acuerdo de que durante la pandemia todo era incertidumbre, ansiedad y el espanto que todos pasamos. Un poco ya estamos del otro lado de la orilla y con el diario del lunes podemos empezar a reírnos. Hoy hacemos chistes con la pandemia: “Che, ¿te acordás cuando no podíamos salir y hacíamos tal cosa?”. El humor es una hermosa válvula de escape cuando venís muy golpeado.
-¿Cómo sería?
-Es como una olla a presión, que se cocina, se cocina y si no desenroscás la válvula, explota. Creo que esa válvula de presión es el humor, que nos da cierta flojedad y nos descontractura. Tengo un humor negro muy fuerte y me río mucho con quienes me puedo reír porque entendemos el mismo humor. Hay gente que maneja otro código y lo respeto también. igual hay temas de los que no me río porque no, ahí no va el humor. Pero en otras cuestiones sí. Acá no nos reímos de la enfermedad. En la obra no nos reímos del Alzheimer para nada. Pero sí es una comedia que gira alrededor de las situaciones que se generan en las personas sobre el tránsito que cada uno pasa y que todo el tiempo las lleva a preguntarse quiénes son. “¿En quién me convertí? ¿Cuáles son mis sentimientos más horribles?”, se preguntan y cada una se ríe de sus personajes. Son situaciones ridículamente humorísticas.
-Hace poco perdiste a una amiga que querías mucho: María Onetto y escribiste: “¿Cómo seguimos sin vos?”.
-Eso lo quiero aclarar. Ahí hubo un error: María y yo no éramos amigas. La admiraba profundamente. Son de esas actrices que considero imprescindibles. No era amiga suya. Fui alumna de ella, siempre que podía la iba a ver al teatro porque la consideraba un referente fundamental del teatro argentino. Trabajé con María en la película El rompecabezas y me di el gustazo de rodar con ella. Una mina muy interesante, con un nivel de profundidad en sus pensamientos y por eso, para mí, cuando puse “¿cómo seguimos sin vos?” fue en el sentido de que el teatro ya no será el mismo. Hay personas que son referentes absolutos del cine, el teatro, la pintura, la escritura o la disciplina que sea. Por supuesto que lo escribí con mucho dolor.
-¿Habías sido su alumna?
-Sí, en sus clases de teatro. Me dolió muchísimo su partida y al día de hoy, digo: “Ay, qué raro todo”. Pero te aclaro que no era su amiga y no sé por qué quedó eso. Viste que se levanta, se pega, se copia, se tergiversa. Me llamaban ese día y aclaré que no era su amiga sino simplemente la admiraba muchísimo.
-¿Con quién vivís?
-Con mi gato colorado, que se llama Mac Allister y con mi perra Bella. Lamentablemente, Hércules partió el año pasado y nos dejó. Somos un familión hermoso y hay una vida muy interesante adentro de mi casa. Hoy, por ejemplo, entre Bella y Mac Allister me echaron de la cama los dos. Se van corriendo, tomaron la cama y en un momento les dije: “Paren, paren, acá todavía la que pagó la cama soy yo. ¡Se retiran inmediatamente!”. La convivencia es hermosa y a veces me agoto un poco pero no soy de dormir con la perra y el gato. No sé, hoy se fueron apoderando y cuando me desperté, Bella estaba durmiendo como si fuera cucharita.
-¿Siempre fuiste más de los gatos que de los perros?
-Sí. Bella entró en mi vida en pandemia así que ya son tres años. Vino en julio de 2020. Tengo una relación de amor total. Voy por la calle, la miro y digo: “Ay, estoy enamorada de esta perra que me cambió totalmente la vida y la rutina”. Es una mezcla de border collie y tiene todo el carácter de su raza. Es re inteligente y es gracioso ver cómo corre. Acorrala a los otros perros como si fueran sus ovejas. Corre en círculo, los aprisiona, la miro interactuar en la plaza y lloro de la risa.
-¿Cómo llegó a tu vida?
-Es adoptada. Yo estaba buscando una cachorra en plena pandemia y a través de Anita Padilla, que es actriz y rescata perros, la encontré. Por medio de ella llegué a Priscila, que había encontrado a Bella en un descampado por Escobar. Así apareció esta loca. Tenía siete meses y cuando la vi me morí de amor. El día que la estaba yendo a buscar sentí tantos nervios que era similar a estar yendo a una sala de parto. “Voy a parir, estoy por parir”, pensaba. El encuentro con Bella fue de otro planeta y siento que me la mandó alguien superior.
-¿Mac Allister la recibió bien?
-Sí. En esa época estaban Mac Allister y Hércules. Los dos la recibieron excelente y era la joda pura. Bella era chiquita y todo era un quilombo en casa. Los tres corriendo uno detrás del otro, tipo trencito alrededor de la mesa. Me comió seis pares de zapatos la perra y hubo casi destrucción total del hogar. Pero el amor es más fuerte.
-¿Hércules cuándo partió?
-El año pasado justo una semana antes de que me fuera a España a actuar con Julio César en el Festival Internacional de Mérida. Fue de repente y muy difícil de digerir. No estaba enfermo, fue de repente y me cuesta hablar del tema. Lo extraño horrores. Es así y lo tengo que afrontar. Cada tanto, nos toca despedir a nuestros animales y es una tristeza total.
-Aparte del teatro, ¿estás con algo más?
-Ay, sí, y tan contenta. Te cuento porque tengo algo que es importantísimo y me tiene muy entusiasmada: salí becaria argentina de unas becas de investigación que se llaman Laboratory of Irish Art o Laboratorio de Arte e Investigación Judía. Es una beca que no tiene ninguna implicancia ni religiosa ni política. Nacieron en Nueva York, se sumó Berlín, Buenos Aires, están San Francisco, Los Angeles y muchas sedes más. Ahora se hará en Londres, París, Tel Aviv. Cuando me llegó la posibilidad de aplicar, no tenía la menor idea de qué se trataba y cuando me enteré, me encantó. Es investigación y creación orientada al Judaísmo pero no como religión o movimiento político. Eso me encantó. Incluso no tenés que ser judío o tener conocimientos sobre el judaísmo para aplicar.
-¿Y quedaste?
-Sí. Cada año hay un tema determinado, este año es el tabú, somos 12 becarios por región, hacemos una reunión presencial al mes y fue el sábado pasado. Flasheé porque fueron ocho horas de estudio y por zoom estamos todo el tiempo conectados con Nueva York, Berlín, San Francisco y más ciudades. Te explota la cabeza de creatividad porque conozco otras experiencias de otros países, nuevas personas con distintas idiosincrasias. Es lo que más me gusta en la vida: estudiar y abrir la cabeza. Además, es para artistas de cualquier rubro. Hay plásticos, músicos, dramaturgos, joyeros, cineastas, gastronómicos, directores. La idea es hacer un proyecto general, planteé el mío, lo enviaron a NYC y les gustó. Así quedé. El año pasado el becario fue Peto Menahem y este 2023 me eligieron a mí. Estoy muy contenta y es todo muy libre para crear.
Por Nicolás Peralta
Fotos: Gentileza agencia AB