Desde que debutó en televisión, en 1994 en Montaña rusa, Malena Solda (45) no paró de trabajar como actriz. Dueña de una prolífica trayectoria en teatro, cine y televisión, entró a la casa de todos los argentinos con personajes inolvidables en novelas como Carola Casini, Verdad consecuencia, Gasoleros, Buenos vecinos, Tiempo final, Rebelde way, Soy gitano, Jesús el heredero, Mujeres asesinas, Don Juan y su bella dama, Los ricos no piden permiso y hoy se destaca en la segunda temporada de ATAV, Argentina tierra de amor y venganza, que emite Eltrece en el prime time y donde le toca darle vida a Ethel, la mujer de Horacio (Juan Gil Navarro).
Además, acaba de volver al escenario con Plagio, de José María Muscari en el Teatro Regina. “Es una propuesta súper interesante porque son distintas versiones de la misma obra y el mismo amor. Es el mismo texto interpretado por cuatro parejas diferentes: dos mujeres, dos varones y dos parejas heterosexuales con distintos roles cada uno. En una es más fuerte la mujer y en otra es más fuerte el hombre. Es para divertirse y reflexionar también, emocionarse y sentirse identificado”, comenta la actriz.
-¿Es una pareja por función?
-Exacto. Somos cuatro parejas pero no nos cruzamos en el escenario. Depende a quién quieras ver o en qué horario quieras ir al teatro, vas a ver distintos actores. En la página web claramente podés ver para qué dupla estás comprando la entrada. En mi caso, me toca los viernes a las 22, los sábados a las 19 y los domingos a las 17 junto a Inés Estévez, que es mi pareja en la ficción.
-¿Habías trabajado antes con Inés?
-Una sola vez, hace mucho tiempo en un solo capítulo de Verdad consecuencia. En el capítulo que entraba Inés a la historia era el que yo salía y creo que hacíamos de amigas o algo así. Compartir el escenario ahora con Inés es genial, nos llevamos bárbaro y hay mucha complicidad. Nos entendemos muy bien a la hora de ensayar y trabajar, tenemos una mirada de la profesión muy similar. Es muy placentero y fluido.
-Les toca contar una historia de amor entre mujeres.
-Sí y es re lindo el desafío. Es la primera vez que me toca contar una historia de amor con otra mujer. Me encanta hacerlo con ella porque nos divertimos muchísimo y nos matamos de la risa. Es muy natural. ¿Si hay besos? Todavía el director no lo marcó pero creo que va a haber. Aun estamos ensayando y no te podría decir qué hay del todo porque vamos de a poco.
-¿En qué momento de tu vida te llegó esta propuesta?
-En un año muy lindo, viendo al aire ATAV, que es la novela que grabé el año pasado. Ya está toda grabada y eso me deja tiempo para concentrarme en el teatro y en Plagio. Trabajar con Muscari es maravilloso pero al mismo tiempo los ensayos con él son muy exigentes porque son cortos y muy intensos. Me encanta esa modalidad. Te tenés que saber la letra muy bien, de memoria y no hay tiempo para dudar. Por supuesto que podés dudar pero si lo hacés, sentís que perdés tiempo porque él avanza con la puesta en escena y uno se queda un poco atrás. Me llevo bárbaro con José y con Inés. Lo disfruto mucho. Ya la pasamos muy bien en Julio César, que no nos conocíamos y para mí fue todo un desafío poder entender lo que quería y lograr su visión de la historia. Con Muscari ya tenemos esa parte de confianza ganada.
-Con Julio César viajaste a España. ¿Qué tal resultó esa experiencia?
-Maravillosa. Estuvimos en el Festival Internacional de Mérida, en España. ¡Increíble! Un teatro de dos mil años de antigüedad y toda la gente de allá fue súper macanuda y nos recibía con mucha admiración. No paramos de recibir cariño y tienen muy bien catalogado al teatro argentino en España. Lo sentimos así, tal cual. Fue muy emocionante trabajar en un edificio donde hace dos mil años ya se hacía teatro. Nos sentíamos parte de un mito, de una tradición y una fuerza más grande que nosotros.
-Trabajaste ahí con Moria Casán. ¿Cómo fue compartir con ella las tablas?
-Fue bárbaro porque Moria es súper profesional y además le encanta su laburo y generar equipo. Tiene tanta experiencia que sabés que lo que pueda llegar a suceder, ella lo va a resolver. Además, es tan profesional que jamás había un problema con ella. Al contrario, facilita todo: el buen clima, el compañerismo, promueve la buena onda, la solidaridad con los compañeros. Fue divina la experiencia.
-Moria es muy mediática y vos súper perfil bajo. ¿Pudieron compatibilizar bien?
-Sí, claro. En el Teatro San Martín no pasa por ver quién tiene más cartel o quién va a cobrar más sueldo. Es teatro oficial y lleva otra movida. Pasa por lo artístico y por encontrarnos a hacer un texto que normalmente otros teatros no pueden hacer porque no tienen el presupuesto para pagar tantos actores. Entonces, es una vez única, se disfruta desde otro lugar y sabés que es una experiencia que no se va a repetir. Para todos fue muy valorada y además veníamos de dos años de pandemia. Era todo muy movilizante.
-¿Estás viendo ATAV? ¿Sos de mirar tus trabajos?
-Sí, re. Me encanta. Me parece lindísimo todo, es muy buena la puesta y la historia es súper original, además de que la época permite reflexionar sobre un montón de cuestiones. Al mismo tiempo es atractiva y divertida. Estoy re contenta, ¡por fin salió a la luz! Se hizo esperar bastante pero lo bueno es que ahora que ya está al aire, todos la podemos disfrutar y eso también nos trae más gente al teatro.
-¿Funciona así?
-Sí, tracciona. La gente tiene una referencia concreta de quiénes actúan y que estés al aire en televisión, ayuda a que el público te venga a ver en el teatro. Nosotros lo aprovechamos.
-Tu carrera siempre fue muy perfil bajo. ¿Por qué?
-Porque a mí me gusta trabajar pero no lo escandaloso. No es mi lugar, me sentiría muy incómoda ahí. Entonces, siempre lo evité. Me llevo muy bien con el público, hay un cariño compartido que se construyó a lo largo de los años. Siempre recibo algo muy cálido por parte de la gente en la calle y este agradecimiento de que con muy poquito, uno puede hacer pasar un buen momento al otro. Sacarse una foto, sonreír y contestar con amabilidad no cuesta nada y para el que lo recibe está buenísimo. A lo largo de tanto tiempo, pareciera que ya sos parte de su vida y de su familia. Antes, con la tele abierta sobre todo, la gente cenaba en familia mirando las novelas y eras un miembro más. Entonces, aparecías en una historia y ellos cenaban con vos todas las noches.
-¿Hay algún trabajo del que te hablen puntualmente?
-Sí: de Montaña rusa me hablan mucho todavía. Fue mi comienzo en televisión y ese programa fue tan fuerte que marcó a una generación, que lo miraba en la adolescencia. Cuando miro hacia atrás y me descubro en tapes actuando de más chica, me sorprende ver cómo resolvía situaciones de manera más intuitiva, sin tanta formación como tengo ahora. “Mirá qué bien cómo hice eso, mirá cómo lo resolví”, me analizo. Me da un poco de ternura y también me pongo más reflexiva porque en el día a día uno no está pensando en todo lo que hizo. A veces, verte en programas de hace un tiempo te hace dar cuenta de todos los lugares por los que transitaste.
-Y toda la gente con la que trabajaste, ¿no?
-Sin dudas. Todos los artistas con los que trabajé y que conozco. Eso es muy lindo. Ser parte de una comunidad artística es precioso, con gente diferente y valiosa. Tuve la fortuna de trabajar con muchas personas que admiraba, como Leonor Manso, Ingrid Pelicori que es una gran actriz, del elenco estable del San Martín; Elena Tasisto, Marilú Marini, Alberto Segado. Con Leonor trabajamos en Los ricos no piden permiso, en Cuéntame cómo pasó y me dirigió en Esperando la carroza, en Mar del Plata. La amo.
-¿Tenés amigos en el medio?
-Sí. No muchos pero sí. De repente no te ves por mucho tiempo porque cada uno está por su lado. Pero tengo algunos amigos, sí. Por ejemplo, con el elenco de Montaña rusa seguimos siendo muy amigos y nos juntamos bastante seguido. Nos queremos muchísimo y cada encuentro es una fiesta. Siempre que podemos, nos juntamos. ¿Quién es el que nos reúne? Es un poco cada uno. A veces, tracciona uno y otra vez, otro. Nos adoramos y somos muy amigos.
-En ATAV sos un poco mala. ¿Lo disfrutás?
-Me encanta ATAV. Mi personaje está casado con el de Juan Gil Navarro, que es el capo del teatro y yo la productora. Las tengo a todas las vedettes muy cortitas porque necesito que estén en forma y sanas para hacer muchas funciones durante la semana. En esa época se hacían dos o tres funciones por día. Tenían que estar en forma, sanas y fuertes para enfrentar ese desafío. Cumplo ese rol de mamá gallina: las quiero y las tengo cortitas pero no les demuestro cariño porque me hago la dura y la reacia. Tengo mi corazón y las protejo como puedo, en un medio que antes era muy machista.
-¿Pero sos buena o malvada entonces?
-Un poco de todo. Lo interesante de los personajes es que se pueden mostrar con matices. Ethel es bravísima y esa es su característica más importante pero a la vez tiene matices y momentos en los que la ves sola y melancólica, entonces la entendés. También hay momentos en los que la ves maltratando a las chicas y ahí la querés matar. Con los capítulos van a ir pasando distintas cosas y lo bueno es que no tiene un solo color porque los seres humanos no somos de una sola manera: depende con quién estemos y en qué momento de la vida nos encontremos, ¿no es cierto?
-Seguro. ¿Y qué vínculo tenés con el teatro de revista? ¿Fuiste alguna vez?
-No, nunca y me arrepiento. Hubiera querido ir pero nunca se me dio. Me llama mucho la atención, me encanta el género y me parece admirable porque lo que hacen esas mujeres arriba de semejantes tacos y con tantas plumas y brillos es increíble. El plumaje pesa una barbaridad y es el disciplinamiento en su máxima expresión. Moria nos contaba muchas anécdotas en Julio César. He visto programas en YouTube de la década del 80 en donde hablaban las vedettes sobre el comportamiento que tienen.
-¿Te afecta el rating?
-No. El rating es como el éxito de una obra de teatro o de una película: no depende de uno. Lo único que uno puede hacer como artista es hacer su trabajo lo mejor posible. Después, que algo tenga éxito o no en el fondo sigue siendo un misterio. Sino todos serían éxitos y no existirían los fracasos. Como es un misterio y nadie lo puede controlar, mucho menos una actriz o un actor, tal vez un poco el productor, no le doy mucha bola. Tomo lo que hay, lo que viene y me divierto en el día a día. Lo hago de la mejor manera posible con todo mi cariño pero no le presto mucha atención porque lo que pasa después ya no depende de mí.
-¿Con quién vivís?
-Con mi pareja, su hijo, nuestro hijo en común, Teo, y nuestra nueva perra, que se llama Tita y es muy cachorra. Nos la regaló mi cuñado y estamos adaptándonos todos. Teo tiene 10 años, va a quinto grado y yo me reparto entre mis trabajos y la maternidad. Ser mamá me encanta, lo disfruto mucho.
-Sos hogareña, ¿no?
-Sí. Me gusta mucho estar en mi casa, soy bastante hogareña y también me gusta ir a los estrenos de amigos y ver obras de teatro que me llaman la atención. O ir a los festivales. Eso también lo disfruto pero sí, soy de estar en mi casa mucho. No tengo conflicto con eso.
-¿Tu pareja es el padre de tu hijo?
-Sí. Se llama Mario Gusso, es músico y hablamos el mismo idioma del escenario. Nunca hicimos un proyecto juntos y no lo descartamos en algún momento. Me encantaría, sí. Toca percusión y me encanta lo que hace.
Nicolás Peralta
Fotos: Gentileza agencia AB y álbum personal Malena Solda