Benjamín Vicuña encontró en la escritura su manera de liberar el alma. De sacarse esa mochila de sus hombros que se fue llenado de plomo el mismo día que su hija Blanca, fruto de su relación con Pampita, falleció. En los últimos días sacó a la luz Blanca, la niña que quería volar, ejemplar en el que contó vivencias y situaciones.
En cada entrevista, Benjamín deja en claro que su intención es ayudar a quienes pararon por lo mismo y no encuentra consuelo. Él necesitó ayuda, un hombro en el cual apoyarse. Ya con el libro a la venta, se van conociendo detalles de lo que hay en esas páginas cargadas de emoción.
En uno de los capítulos hizo referencia al día del velorio y a esa charla con su hijo Bautista, de tan solo 4 años en cuando murió su hermana. Fue Rodrigo Lussich quien leyó ese fragmento en Socios del espectáculo. Tal vez, el de mayor angustia.
“Mi hijo Bautista se había quedado dormido en mis brazos, y con él así, en el momento de la paz de la misa, empecé a saludar a los que estaban a mi lado, pero terminé saludando a todas las personas porque con cada una tenía diferentes grados de cercanía. Fue muy emocionante pero también muy especial porque sentí que mi hijo, pegado a mi pecho, era como un escudo que me protegía”, leyó el periodista.
Y cerró ese capítulo: “Cuando hubo que dejar a Blanca, yo no me quería ir, quería quedarme ahí. Hasta que Bautista, que ya se había despertado, se me acercó y me dijo: ‘Papá, vámonos. Ella ya no está acá’, y señalándome el corazón, agregó: ‘Está ahí adentro’. Mi hijo me estaba diciendo lo que cada mañana escuchaba en el colegio cuando cantaban que Jesús está en el corazón, pero en ese momento sentí que me estaba hablando el mismísimo Dios, y eso me sirvió para poder irme”.