"¡¡¡Amor mío, feliz día de la niñez !!! Deseo que sea muy feliz como lo fui yo, en el lugar que sea. Deseo que todos los niños tengan un día especial y reciban el mejor regalo del mundo que es un beso y un abrazo. Deseo que la preocupación de un niño solo sea jugar. Feliz día de la niñez en especial a mi niña tan desea y amada Sarah".
Con este mensaje saludó Barby Franco a Sarah, la hija que tiene con Fernando Burlando, en el Día del Niño, de la Niñez o de las Infancias, como cada uno se seinta más a gusto llamándolo. La particularidad es que junto al texto en el posteo de instagram puso dos fotos: una de ella cuando era chica y la otra de Sarah. La diferencia es notoria: la de Barby es en la villa, donde se crió.
La historia de la modelo parece sacada de un guión cinematográfico: creció en la Villa 21-24 de Barracas, desde pequeña experimentó dificultades económicas, su madre Verónica fue quien la crió sin la presencia constante de su padre, y en ocasiones incluso tuvo que recurrir a los vecinos para obtener dinero debido a la escasez de alimentos. A los 20 años, entró como azafata en el programa de Guido Kaczka, se enamoró de Fernando Burlando (52), y hace 11 años que están juntos. De haber vivido en condiciones extremadamente modestas en la villa, ahora reside en uno de los sectores más exclusivos de Buenos Aires.
En una entrevista con la Revista Pronto, en 2019. Barby habló de ese pasado con carencias. "Tenía 10 años, a mi vieja no le
alcanzaba y me mandaba a los comedores porque no me podía dar de comer y mi viejo, obviamente, nunca aportó
nada. Pedíamos 50 pesos prestados a los vecinos para que ella se subiera al colectivo para ir a trabajar y no tenía mos ayuda de nada ni de nadie. ¿Si llegué a pasar hambre? El otro día con Burlando estábamos viendo un documental de Africa y tuvimos una charla re profunda. En un momento, le dije: “Fer, vos no sabés lo que es el dolor del hambre. Es como si te metieran una piña muy profunda entre la boca del estómago y un poco más abajo y no te dejan respirar”. El me miraba como sin entender
lo que le estaba diciendo. Empecé a recordar y si bien desayunaba porque necesitaba energía para ir a la escuela y arrancar el
día, por la noche no había comida y me iba a la cama sin cenar. Desayunaba mate cocido con pan, me iba al colegio y ahí volvía a desayunar porque tenía una beca y con eso tiraba para todo el resto del día. A veces, me agarraba la vianda del colegio, me la llevaba a mi casa y comía eso cuando podía de noche. Muchas noches sólo tomaba mate cocido".
Más allá de estos rigores, Barby recuerda su infancia con amor. "Hoy en día soy feliz como también fui feliz en mi infancia. Y te digo la verdad: me siento aburrida en ciertas situaciones mientras que antes, en el barrio, no sentía el aburrimiento. Claro, cuando vivía en la 21-24, en el verano salía de la puerta de mi casa y era una fiesta: te ibas a tomar una birra a la esquina o a la casa de enfrente a comer porque el vecino te invitaba. Ahora, en cambio, salgo acá a la calle y los vecinos te miran medio raro, es todo muy formal. Yo soy la misma de siempre. Ahora el barrio está urbanizado pero cuando era chica, era todo potrero con calles de tierra. Entonces, cuando llovía era imposible salir y para eso agarraba bolsas de nylon, me envolvía los zapatos y pateaba hasta la parada del colectivo. No lo recuerdo con tristeza sino con alegría porque la pasaba bomba y me ponía a jugar en el barro. No conocía otra realidad y todo pasaba ahí adentro. Mi vieja estuvo viva y me llevaba a un colegio estatal en La Boca, afuera del barrio y ahí empezaba a ver otras cosas."