Se sabe: Ariel en su salsa es mucho más que un programa de cocina. El éxito del ciclo, que la rompe en los mediodías de Telefe, se debe a varios factores: el carisma de Ariel Rodríguez Palacios para explicar las recetas, su docencia a la hora de hablar, la diversión y buena onda del equipo y las historias que surgen inesperadamente entre plato y plato.
Eso sucedió en las últimas horas, cuando Ariel contó una particular anécdota de su infancia que derivó en historias con sus abuelos y sus extraños oficios. "Me acuerdo que de chico en la casa de mi abuela siempre se tomaba sopa con fideitos, cabello de ángel, municiones y así se abría la comida siempre. Son tradiciones que a veces se pierden. Recuerdo que mi abuela estaba en su casa trabajando, donde tenía su negocio: La Tienda de Doña Lela", relató.
Y siguió: "Me crié en una tienda, en la que vendía camisas, telas, botones, cierres. Me acuerdo que tenía una tijera grande, ponía las telas ahí y las cortaba. Iba al Once mi abuela con el colectivo y ahí compraba todo. Y el abuelo, Julio, hizo muchas cosas. Tuvo una fábrica de mecheros de kerosene, que se usaba para las heladeras y no solamente para dar calor. Cuando vino el gas, el abuelo no se supo reciclar y los mecheritos le quedaron todos ahí. Quedó tecleando y después probó haciendo fideos".
Entusiasmado, el reconocido cocinero contó cómo terminó la historia: "Hacía los fideos y los colgaba en un secadero. Se llamaban fideos Bethania recuerdo. Nos cansamos de comer fideos porque éramos los únicos que los consumíamos. Su intención estuvo bien pero toda la vida criticó a mi abuela y le decía: ´Vos, con esa tienda...". Era la época ¿y saben quién terminó manteniendo a mi abuelo? ¡La tienda de mi abuela! El viejito se ponía en la caja nomás y la gente iba con la libretita a pedir fiado".