“Estoy con una sensación muy esplendorosa de brillo, como un latido permanente de vida”, asegura Edda Bustamante sobre su presente. La artista volvió a las tablas de las manos de José María Muscari con el espectáculo Sex, en el Gorriti Art Center, y se siente subyugada por formar parte de un show que desde hace cinco temporadas arrasa en la cartelera porteña. “Me siento llena de vida pero no es por nada en especial. De repente, todo ese año tuve la maravillosa sensación de que mi vida recién empezaba. Estuve mucho en contacto con amigas artistas y compartí momentos que son fundamentales para cualquier ser humano que vive en comunidad, que es divertirse y reírse. Sobre todo después de la pandemia. El intercambio de ideas, unido al humor y al amor que se tiene por la otra persona es esencial. Y después de todo lo que pasamos con el covid es mucho más fundamental que nunca”, expresa Edda.
-¿Cómo transitaste esa etapa de la pandemia?
-Todo el primer año del covid para mí fue enriquecedor y la pasé muy bien porque me mudé a San Juan a la casa de una de mis hermanas, en el campo. Era un espacio verde inmenso, con pileta y pudiendo escribir, tomar sol, hacer pilates. Estudié mucho, me metí en las redes y busqué lo que me interesaba intelectualmente. Estar encerrada para mí es muy productivo y me enriquezco mucho en esa situación.
-¿Eso es debido a que sos solitaria?
-No es que yo sea solitaria. Me considero una persona profunda y la profundidad necesita un silencio y un espacio propio. Solo recurre al afuera para expresarse. Lo profundo tiene todo su contenido en el interior y en el silencio, para mí.
-¿Pasaste la pandemia en San Juan con tu hermana y alguien más?
-Con mi hermana Negrita, el gatito Bartolo y el perro Rocco, que ya no está acá. Bartolo tiene una cosa de soledad que amo. Hablaba mucho con él y nos comprendíamos un montón. Esos animales son dos seres con una profundidad tremenda. A mí mis amigos íntimos me dicen la Negra Bustamante y a mi hermana desde chica todos la apodamos Negrita. Nos llevamos bien y como en todas las familias, siento que los une el recuerdo.
-¿El recuerdo?
-Claro. La cuestión con la familia no es si uno se lleva bien o mal sino que tiene que ver con un recuerdo y una historia compartidas. A lo largo de la vida, son los únicos seres que están unidos con vos desde el inicio de tu vida. Incluso los hermanos a veces son más importantes que los padres. Porque hay horas que tenés de crecimiento con tus hermanos que no las tenés con tus padres. Además de Negrita, tengo otra hermana en Mendoza que se llama Itatí. Las personas que hemos pasado cosas muy duras en la vida, tenemos que comprender lo que decía Nietzsche: cuando te asomás al abismo, lo estás mirando pero el abismo también te mira a vos. Y eso es interesante, entonces todo me parece buenísimo y más en este momento esplendoroso de mi vida.
-¿Cómo se dio tu desembarco en Sex?
-Cuando se estrenó, antes de la pandemia, estuve esa noche y amé la obra. Siempre fue un espectáculo al que miré deseando hacerlo. Pero tengo un código con mis amigos directores y dramaturgos: jamás les diría que quiero trabajar con ellos o que me gusta una idea. Nunca, jamás en la vida. Eso se tiene que dar cuando la parte creativa de ellos pide una imagen como la mía. Ahí me dirán: “Negra, hay algo que me gustaría que hicieras” y ahí sí lo charlamos y lo vemos. Tenía muchas ganas de hacer Sex.
-¿Y por qué no se dio en su momento?
-Muscari me llamó el año pasado pero ya había firmado para hacer teatro con Rodolfo Ranni. Esa temporada no salió bien por el covid en Carlos Paz, fue mala y ahora me llamó, pudimos juntarnos y que podamos hacerlo para mí es muy significativo. Sobre todo por lo que fue este año para mí. Hice una ficción que se llama Previa, dirigida por Chaya Miranda. Son ocho capítulos, se está editando y se está vendiendo a plataformas. Chaya escribió un capítulo para Esther Goris y para mí. Está también Inés Estéves en los ocho capítulos. Previa tiene que ver con el inicio de algo, dentro de lo sexual. La previa de lo sexual. De eso se trata esa ficción y Sex viene a cerrar toda esta energía.
-El sexo es un tema recurrente en tu vida.
-Soy una mujer sensual pero no sexual. Eso lo tiene el otro en la cabeza. Es como algo que a través del tiempo se fue largando. Yo, Edda, soy alguien que tiene un latido dentro de lo sensual, no dentro de lo sexual como se interpreta al sexo. Me considero en la otra punta, en el recorrido del camino para llegar a lo sexual. Soy la previa. Pero también soy Sex, de Muscari.
-¿Cuál es tu rol en Sex?
-Hago lo que me pidió Muscari, que es quien dirige todo. Es la primera vez dentro de mi carrera en la que me tengo que entregar de esta manera. Con Muscari no hay vuelta atrás: es lo que él propone y lo que tiene en la cabeza. Es un artista creativo con ese latido. Por eso tiene tanto éxito lo que hace. Tiene una muñeca popular muy grande y yo, que capturo todo eso y siento ese latido, lo acepto. Aporto mi brillo y mi magia. Debutamos el 11 de enero y estoy fascinada con formar parte. Para el artista es una experiencia teatral inmensa y para el público es una experiencia sensorial porque tenés todo ahí. Está todo en la parrilla y es de los espectáculos musicales más completos que he visto en mi vida.
-Es transgresor y provoca.
-Sí pero no con el texto en sí sino con la forma de decirlo. Lo transgresor que es Muscari va por su forma de decir. José María te confronta con lo directo y lo inesperado. Mi encuentro con él dentro de nuestras místicas es lo inesperado. Con él trabajé en el circo rojo, que fue donde nos conocimos y que también fue filmado. Luego hicimos Fetiche y Derechas.
-En todas tus notas se te pregunta por qué no fuiste madre. ¿Te aburre el tema?
-Me mata de aburrimiento y te voy a decir por qué: por la falta de creatividad del que pregunta. Me aburre la gente que me pregunta por cosas que leyó en internet. Me parece muy básico. Prefiero bucear por todos lados y sacar cosas de mi interior, como me pasa con vos. Hago muchos reportajes y me mata de aburrimiento aquella persona que no me da su cabeza. Me pregunto para qué cornos hace reportajes. Los grandes entrevistadores tienen que ser buceadores. Soy una persona que lee mucho. Ahora está internet pero siempre he leído muchísimos libros.
-¿Qué estás leyendo ahora?
-Ahora estoy leyendo mi propia vida. Me llegó una persona que conocí hace 15 años y que me demostró que las relaciones amorosas son posibles desde el punto de vista que siempre sentí que tenían que ser y que no fueron. El me buscó nuevamente, nos juntamos, charlamos y yo encontré algo muy especial. Lo llamo el hombre dorado y le tengo que agradecer a mi hombre dorado esta cosa de comprender y traerme a la vida lo que siempre supe: el lugar en donde se asienta una relación para que el amor, el sexo y todo crezca. Es que te apoyen en lo que vos sos; que comprendan lo que sos. Soy una persona que comprende al otro. Tengo esa facilidad y no lo digo de soberbia. Tengo la cualidad de comprender al otro, de ver su fisura y su genialidad. Por eso es que busco en la literatura aquello grandioso o doloroso y me enriquece. Y por eso tengo cultura. Mi mente es abierta porque leo mucho y buceo en la grandiosidad de la tristeza y el dolor.
-Qué interesante lo que contás Edda.
-Esto es lo que hizo Nietzsche, que llegó a la grandiosidad de sus ideas a través de una cosa personal muy dolorosa. Rescato y me enriquece el dolor de Nietzsche. Me acerqué a él por su dolor más que por su grandiosidad como filósofo y las puertas que abrió a una nueva filosofía en cuanto al ser humano. El tipo abrió un nuevo camino a la sociedad.
-Hablaste de un dolor personal fuerte. ¿Eso te acercó a Nietzsche?
-No. Cuando lo toqué a Nietzsche, a los 15 años, mi vida era inmortal. Después, con la muerte de mi hermana, mi vida se tornó mortal. Te voy a contar algo que me une con Marguerite Duras, la autora de El amante entre tantas otras obras. Ella tenía dos hermanos: uno de 14, que era la bondad hecha persona, y otro de 18, que era malo. Marguerite tuvo un amante a los 16 años y en ese momento su hermano de 14 muere. Ella siente que él se lleva la inmortalidad. Cuando leí ese reportaje, me mató porque la amaba a ella y había leído El amante. Yo que ya venía arrastrando la muerte de mi hermana hacía diez años y no podía colocar en una definición a su partida, pude comprender muchas cosas. Cuando se te muere alguien tan cercano, ahí sí que sentís el abismo.
-¿Qué edad tenía tu hermana cuando murió?
-Veinte años. Era dos años menor que yo y fue por un accidente. Ahí comprendí el abismo que había sentido, aparte de todo lo inexplicable de esa muerte. Como en cualquier familia que se ama, fue tremendo. Sentí el dolor de todas las madres y de todas las hermanas. Marguerite Duras me colocó en la inmensidad del dolor que sentía.
-¿La extrañás? El duelo no debe terminar nunca, ¿no?
-Es mucho más tremendo cuando uno convive con esa persona y luego no la ves en el lugar de convivencia. El dolor es insoportable y por eso me vine a Buenos Aires: porque no podía soportar eso. Mi forma de sentir el dolor, que es universal y no quiero decir con esto que mi dolor es más profundo que el del otro, era insostenible. No podía seguir ahí y le dije a mi papá: “Me vas a tener que internar porque acá no puedo”. Entonces, me vine a Buenos Aires, que era una ciudad que no me interesaba. No me gustaba, no conocía a nadie pero me vine igual. Y acá estoy. Dejé en San Juan una Edda, con unos canales abiertos que se iban a desarrollar allá. Estoy en Buenos Aires y soy otra Edda, distinta a la de San Juan, con los canales que me abre o que me puedo abrir en esta ciudad. Y si hubiese podido llegar a Nueva York, que para mí era mi destino final, me hubiese completado como artista y ser humano.
-¿Por qué no se dio? ¿No lo buscaste?
-No, yo no busco nada, a mí en la vida me llega todo. Así como me llegó la muerte de mi hermana y me cambió el rumbo porque tendría que haber sido arquitecta en San Juan, me tendría que haber casado y haber tenido hijos seguramente, de pronto dejé Arquitectura, llegué a Buenos Aires, me puse a trabajar con bailarines y entré en la actuación. Posteriormente me llegó la comedia musical de Estados Unidos y descubrí un nuevo mundo. Me quisieron llevar a Broadway y todos me decían que tenía que estar allá. La persona que me quería llevar a Nueva York fue asesinada en Puerto Rico después de una comida y se truncó el proyecto que tenía para mí. Y a su vez mi novio neoyorkino me quiso llevar pero no me fui porque no estaba enamorada. Era el pianista de Liza Minnelli y hoy podría estar con Liza. Pero era un péndex y no me la podía jugar. Me papá me podría haber ayudado para irme pero nunca se lo pedí porque me parecía muy doloroso eso. Habían perdido una hija y encima mantener afuera a otra que se iba era muchísimo.
-¿El hombre dorado sigue estando en tu vida?
-El está siempre en mi vida. No necesitamos ponerle un rótulo a nuestra relación. Podríamos haber sido pareja el tiempo que durara pero no estaba preparada este año, con todo mi esplendor, para recibir todo el esplendor de alguien con tanto esplendor. ¿Se entiende? Iba a ser mucho. Hay amores que trascienden la palabra. Mucho no puedo sostener el esplendor del otro en mi vida porque cuando me genera mucha magia, como me pasa con él, quedo colocada en una parte creativa distinta. Tengo una familia de realismo mágico porque mi familia es muy tipo García Márquez. Hace 15 años, él trajo muchísimo de eso a mi vida pero estaba recién separada y no estaba preparada para tanto. El hombre dorado me da su magia y siento que el resto de la gente no se da cuenta de lo que es: un mago emocional, intelectual y físico. Es hermoso. Es lindo. Es guapo. Es intelectual. Es místico. El captura mi mística. De golpe, después de 15 años apareció alguien que me confirma que tendría que haber tenido en mi vida una relación completa porque nunca me apoyaron en mi parte artística y espiritual. Les he dado todo pero mis ex parejas no han capturado eso.
-¿No te descubrieron?
-¿Sabés qué pasa? He tenido varias parejas y han convivido con el brillo de Edda pero no con la mística de Edda. Era lo que recibían y no la vieron, no se dieron cuenta. Yo se las daba, me divertía y estaba bien. Pero me faltaba algo: el hombre dorado, que tiene todo. Cuando fui a Broadway, me subí al escenario y bailé en Cats, confirmé lo que es ser una super star. Buenos Aires me mantiene un latido equis pero no me devuelve mi brillo. Sí me lo devolvió subir a Cats en Broadway porque me aplaudió todo el mundo y confirmé lo que realmente soy y es lo que vieron siempre los de afuera que me quisieron llevar. De haberme ido, estoy convencida de que hoy sería una súper estrella.
Por Nicolás Peralta
Fotos: Gentileza Agencia AB
La entrevista completa con Edda Bustamante está en la edición digital de enero de revista Pronto, se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este link