Las últimas horas fueron por demás movidas para Romina Uhrig, quien está siendo investigada por la Justicia por presunto lavado de dinero y, como si esto fuera poco, ayer apareció su mamá Lidia Uhrig y dio una nota en el piso de LAM donde destruyó a su hija en vivo y en directo. "Romina está enferma", dijo entre otras barbaridades la mujer.
En medio de semejante escándalo, Romina está muy angustiada, sobre todo porque ver a su mamá hablando en televisión sobre la historia de vida tan delicada que tuvieron que transitar, a la ex Gran Hermano la movilizó sobremanera. Hace un tiempo, Romina había hablado con el periodista Nico Peralta y le contó con lujo de detalles y como nunca antes, su durísima infancia.
Y ahondó sobre el vínculo con su mamá y sobre la repentina muerte de su papá, a quien conoció de grande cuando ya estaba en su lecho de muerte. "Soy de Malvinas Argentinas, cerca de Grand Bourg. Mi mamá, Lidia, crió a cinco hijos sola y fue muy difícil nuestra vida. Somos hijos de padres distintos. En su primer matrimonio, mi mamá tuvo a Abel, Vanina y Noelia; y luego nací yo, y el más chico de todos se llama Julio, de la tercera relación de mi mamá. A mí me tuvo con mi papá, Osvaldo, con quien estuvo una sola vez y quedó embarazada", relató Romina.
Y completó: "Mi viejo era muy amigo de un tío mío, que se llamaba Cacho. Mi mamá estuvo recontra enamorada de Osvaldo, una vez estuvieron y quedó embarazada pero nunca terminaron de estar juntos. Durante mi primer año me veía pero era siempre mi vieja la que me tenía que llevar porque a él no le nacía venir a verme. Luego nos mudamos de Villa Adelina a Grand Bourg y no lo vi más".
-¿Nunca más?
-Cuando crecí, a los 25 años lo fui a buscar yo. Me crié sin la figura paterna y eso me marcó mucho. Tener un papá al lado te da seguridad y te termina de completar como persona. Al no tenerlo, me dañó mucho como mujer, desconfío de las personas y tiendo a pensar que los hombres son todos iguales. Sin querer, eso afectó mucho mi cabeza.
-¿Lo sanaste?
-Pude sanar mucho pero no del todo. Me cuesta mucho la seguridad. Soy muy insegura y todo me afecta. Se ve que tengo un problema de aceptación mío, que tengo que resolver. Al sentir el rechazo de mi papá, me marcó muchísimo.
-¿Tenés vínculo con tu papá?
-Ya no porque cuando lo conocí, estaba en la cama con cáncer y a punto de morirse. Lo fui a ver al hospital, haciéndome pasar por una amiga de la hija de él. Porque él ya tenía una hija más grande que yo, Analía, de su primera pareja. Tiene 45 años, por ahí. Me comuniqué con ella por Facebook, le dije quién era, me respondió y me contó que le quedaban horas de vida. Fui a verlo a la clínica, jamás le dije que era la hija y como soy cristiana evangelista desde los 10 años, ese día hice ayuno y oré desde temprano con los pastores. Lo fui a ver y milagrosamente mi papá vivió tres años más.
-¿Ahí lo empezaste a ver?
-Sí. Lo pude disfrutar durante tres años. Al día siguiente de que lo fui a ver a la clínica, dejó de drenar y empezó a curarse. Tenía cáncer de páncreas. Ni los médicos podían creerlo. Se fue sanando y cuando salió del coma, en la clínica, lo fui a ver y me comentó que se había dado cuenta de que era su hija. Vivió tres años hasta que el cáncer lo volvió a tomar todo y murió a los 59 años.
-¿Lo perdonaste?
-Sí y me quedé en paz. Desde que conocí a Dios, aprendí a perdonar. Te sana, te libera y para eso hay que orar y conocer mucho a Dios. Nunca fui a reprocharle nada sino a conocerlo y cerrar ese capítulo en mi vida. Me ayudó un montón. Lástima que quedé en el medio de la separación de mis padres, pagué los platos rotos de ellos y sé que si lo hubiera tenido a él, yo hubiese sido otra Romina. Y no la Romina que no confía en ella. Me faltó la figura paterna y siempre desconfié mucho de los hombres.
-¿Tu mamá los crió a todos sola?
-Sí, siempre sola. Su historia es muy difícil y en mi caso, me crió mi tía Fabiana, que era una chica trans. En la casa de Gran Hermano hablé de ella. Mi tía Fabi me crió y cuando crecí, salía con ella. Por eso para mí es tan natural el mundo gay y trans.
-¿Tu tía trans vive?
-No, murió de sida hace tres años. Hoy en día, el HIV se puede controlar pero si no lo hacés, se convierte en sida y te mata. Fabi nunca lo quiso ver. Le agarró de un día para el otro muy fuerte, se dejó estar porque nunca se había hecho un estudio, presentía que algo tenía pero le daba miedo y por eso jamás se trató. Se lo hemos dicho mil veces pero se dejó y pasó lo que pasó.
-¿O sea que te criaste con ella?
-Sí. Mi vida es un quilombo: de Villa Adelina nos mudamos a San Antonio de Padua, luego en Grand Bourg y como mi mamá laburaba mucho, la que nos cuidaba era Fabi. Mi mamá trabajaba en una quesería cuando se separó del papá de mis hermanos y luego, ya cuando crecí, me contó lo que tuvo que hacer de más grande.
-¿Qué tuvo que hacer?
-Una amiga la llevó a trabajar de prostituta. “Vas a tener que tomar unas copas con unos clientes”, le dijo al comienzo pero cuando llegó al laburo, vio lo que realmente era. Así fue como mi mamá empezó a trabajar en la prostitución. Muy fuerte. Como en ese tiempo mi mamá criaba a sus hermanos, además de nosotros porque mi abuelo estaba muy enfermo, tuvo que hacerlo. “Vas a ganar mucha más plata que en la quesería”, le comentó la amiga que la llevó a ese lugar. Pero no la pasó bien: le daba asco su cuerpo y hasta me llegó a decir que no sentía nada por su cuerpo. Después de eso, mi vieja puso un mercadito, que lo tiene hasta el día de hoy en su casa.
-Qué historia dura.
-Sí, muy. Nunca antes la había contado. En la casa de Gran Hermano dije que mi mamá trabajaba en la calle pero no ahondé mucho. Me costó y me cuesta decirlo. No quería exponerla ni tampoco dar lástima. No quería ganar por lástima sino que la gente me eligiera por lo que soy como mujer.