Cada noche, cuando se sube a las tablas del Teatro Broadway y se mete en la piel de Mama Cora, el emblemático personaje de Antonio Gasalla en Esperando la carroza, Campi se conmueve puesto que siente una admiración profunda por el artista que, además, es su amigo.
En diálogo con el periodista Nico Peralta, Martín Campilongo habló sobre el desafío de trabajar en un rol clave dentro de la versión teatral de la película de Jacobo Lagsner y se refirió largo y tendido a su amistad con Gasalla. "¿Qué significa para vos interpretar al personaje más emblemático de Antonio?", preguntó Peralta y Campi contestó: "Una sorpresa más de mi carrera".
"Hacer un personaje tan fuerte que creó un amigo mío me llena de orgullo. No me la esperaba y de movida dije que no. Después, me pasó algo. Denise me dijo: “¿Cómo que no? ¡Es el personaje de Antonio! ¿Cómo que no, Martín?”. Y sentí que Mama Cora no se podía quedar en un cajón. Lo mismo me pasó con Tato Bores, cuando le pedí a Tinelli hacerlo en el Bailando y fue un furor. Lo empezaron a imitar y la foto de Tato volvió a estar en la pared pegada", confió.
-Te emocionaste, Martín.
-¿Cómo no me voy a emocionar? Con Antonio me pasa constantemente. Tengo la posibilidad de hacerle ver a las nuevas generaciones quiénes somos. Y nosotros somos eso: Mercedes Sosa, Tato Bores, ¿Qué gusto tiene la sal?, el gol de Maradona. La frase ¿Qué gusto tiene la sal? yo no la tengo que explicar en ningún lugar del país. Si me voy a Ecuador, sí que la tengo que explicar. Entonces, todo eso me da una cosa de pertenencia a este grupo que somos los argentinos que a mí me encanta. En este grupo somos esto gracias a esa gente también y a esos momentos en nuestra historia. Todos juntos por Malvinas y el último mundial de Messi que nos unió más que nunca; todo eso somos nosotros.
-Es una manera de mantener viva la memoria.
-Claro. Cada tanto hay que sacar esas fotos y a los pibes nuevos que no saben, hay que decirles: ??Este es el Polaco Goyeneche”. Después podés elegirlo o no pero tenés que saber quién es. Porque está en nuestro ADN. Y con el personaje de Antonio me pasó eso y dije: “Claro que sí”. Antonio no está en un buen momento y la foto de Gasalla tiene que estar puesta constantemente.
-¿Dónde nació tu amistad con Gasalla?
-Cuando hicimos Los Roldán, hace ya 18 años. Crecí con Antonio escuchando los casettes. En mi casa estaba el casette de Perciavalle y Gasalla. Me lo sabía de memoria. Una vez, me empecé a cantar una canción que él cantaba en el casette y no podía creerlo. “¿Cómo te acordás de eso? ¡Estás re loco Campi!”, me decía. “Ni yo me acordaba”, agregó sobre esa canción que hablaba de Villa Ballester. Cuando estaba en Los Roldán, me comentaron que arrancaba Gasalla a hacer de la mamá del Puma Goity. Para mí era como estar viviendo un sueño. “Está acá en el camarín de al lado”, me contaron.
-¿Le golpeaste la puerta?
-Sí. Golpeé la puerta, salió Antonio y me empezó a temblar el cuerpo. “Antonio, soy fanático tuyo, te sigo de siempre, conozco a todos tus personajes”, le dije y él me respondió: “No, Campi, yo soy fanático tuyo y conozco todo lo que hiciste”. Me empezó a hablar de mis personajes desde que empecé y yo me puse a llorar. Le dije: “Por favor, aflojá porque no puedo ni hablar”. ¡Estaba llorando yo!
-Qué hermoso momento.
-(Campi se quiebra) Uff, sí… Me emociona recordar eso. Empezamos a hacernos amigos y una vez él me dijo: “Dale, basta con ser fanático mío. Somos amigos, hablemos de igual a igual”. Ahí, después de un tiempo, aflojé. Me pasa eso: uno tiene cierta admiración por sus amigos y por eso son amigos. Lo mismo pasa con una pareja. Es como un punto de partida del amor. Desde la admiración uno empieza a construir una amistad, una pareja. Se ve que era mutuo porque armamos una amistad linda con Antonio. Nos juntábamos todos los meses.
-Como amigo, ¿qué te provoca conocer el estado delicado en el que se encuentra?
-Venía notando esto hacía rato pero no sabía si me estaba jodiendo o qué carajo. Hasta que al final supe todo. Empecé a hablar con Polino y con Carlitos, el hermano de Antonio. A mí lo que me pasa es que lo extraño horrores. Lo extraño, ¡tengo unas ganas de verlo! Pero no se puede. Los médicos no autorizan más que al hermano y a los sobrinos. Tenerlo a Carlitos en la sala de Esperando la carroza la noche del estreno fue tenerlo un poquito a Antonio de alguna manera.
-¿Con el hermano te hablás?
-Sí, lo llamo cada 15 días para ver cómo está Antonio. Lo invité al teatro para que me diera su opinión y me dejó un audio divino al final de la función, lo cual me dio mucha tranquilidad. La misma tranquilidad que cuando me llamaron los Borensztein después de hacer a Tato. Ay, qué bueno porque a mí me encanta que le guste a la gente y que me dé el ok el hermano es como cuando Fito Páez me dijo: “Gracias porque el papel de mi papá es impecable”.
La entrevista completa con Campi está en la edición digital de mayo de revista Pronto, se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este link