Cinco años pasaron del día en que debutó con Sex, el transgresor espectáculo de José María Muscari que se presenta en el Gorriti Art Center y Diego Ramos sigue siendo la cabeza de una compañía que llena noche a noche, incluso los sábados con tres funciones al hilo agotadas. En charla con Pronto, el actor habló del fenómeno en que se convirtió Sex y contó historias tremendas que le han pasado con la gente.
-¿Alguien del público te avanzó en estos años? A algunos de tus compañeros hasta les han propuesto tener sexo después de la función.
-No, no, a mí no me propusieron tener sexo ni nada por el estilo. No me avanzó nadie. Los mensajes que me llegan son de halagos hacia mi físico y hacia el espectáculo en general. Creo que tiene que ver con el rol que ocupo dentro de Sex: soy el nexo entre el show y la gente. No me manejo en la vida de una manera muy sexual tampoco. No entro a los lugares pensando que todo el mundo va a querer tener sexo conmigo. No me relaciono de esa manera con las personas. Soy extremadamente clásico y tranquilo y así también me manejo en la obra. No hay peligro conmigo en el show porque soy súper tranquilo. Voy por el lado del humor.
-En una parte comentás: “Nunca se imaginarían al papá de Violetta haciendo esto”, linkeando con tu trabajo en la serie de Disney. ¿No tuviste prejuicios a la hora de aceptar hacer Sex o pensaste que te podía jugar en contra?
-No, cero. No porque me parece que es un espectáculo que suma y mucho. Si vieras los mensajes que nos llegan de la gente después de ver el show, no lo podrías creer. Más allá de que te podés calentar o erotizar, hay mensajes poderosos. Una mujer que había engordado mucho por una enfermedad y no se sentía gustada ni deseada, fue a Sex y se sintió diosa, erotizada y la pasó genial. Me escribe también gente grande, de 70 u 80 años que tiene una sexualidad activa y en el show alienta, grita y se divierte. Hasta una mujer que me contó por Instagram que tenía miedo de ir porque había sido abusada de chica y temía pasarla mal ya que se habla de sexo pero se animó a ir con el marido y me dio una devolución que me emocionó. Se quedó a saludarme, la pasó genial y destrabó algo que tenía ahí sin resolver.
-Qué fuerte.
-Sí. Y como esas hay muchas historias que nos cuentan. Tenemos muy metido en la cabeza que el sexo es algo oscuro, prohibido y de lo que no se puede ni hablar pero no. Acá no hay culpa y Sex rompe con todo eso. Siempre, obviamente, respetando los gustos y los deseos de cada uno. Pero no, ¿cómo me voy a arrepentir de hacerlo? Al contrario; me parece que es hermoso lo que sucede con el show y parte de eso es el éxito también. No solo ves cuerpos, bailes, canciones y textos. Es un lugar donde se puede reflexionar, pasarla bien, divertirte y reencontrarte con zonas tuyas que no sabías que estaban ahí.
-Los sábados tienen tres funciones y es una obra muy física. ¿Cómo manejás la energía para llegar bien?
-¡Y encima yo les doblo al edad a todos! Soy muy metódico y me cuido mucho. Soy aburrido y el teatro es mi oficina, por ende tengo que estar bien para ir a la oficina. Entonces, cuando termina la función me voy a mi casa, como bien, descanso, entreno. Soy muy cuidadoso. Y te digo más: en estos cinco años no falté ni a una sola función. Nunca falté ni se me ocurre y tengo esa cosa muy inculcada de que no se falta al laburo. Sin ir más lejos, estaba muriéndose mi papá y yo estaba haciendo la función virtual. No digo que sea el mejor: hay gente que no lo hace y está muy bien también. Pero más allá de eso, aunque me sienta mal o esté medio enfermo, voy igual y lo doy todo. Hago teatro para la gente que lo va a ver, no para mí. Entonces, descanso, me cuido y como bien para estar al máximo. Cada noche es la primera vez que alguien ve el espectáculo, entonces para mí también es la primera vez que lo hago.
La entrevista completa con Diego Ramos está en la edición digital de junio de revista Pronto, se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este link